Llamados Y Escogidos © [TRILOGÍA]

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Maratón 2/3

-Félix, ¿ocurre algo? -sabía que algo pasaba pero no lo iba a obligar a hablar si no quería. Aunque me encantaría ayudarlo debo respetar lo que decida.

-Yo tuve una discusión muy fuerte con mis padres hace un año, y desde ahí nada ha sido igual entre nosotros -expresó -verás ellos siempre me exigieron ser el promedio mas alto en la escuela, para así conseguir un buen trabajo y futuro. Crecí creyendo que ese era mi más grande sueño, pero con el tiempo me he dado cuenta de que no es lo que yo quiero, es lo que ellos querían para ellos mismos pero no pudieron lograr. Entonces decidí no hacerlo, iba a seguir mi sueño no el de ellos. Mi pasión es tocar la guitarra, amo hacerlo; un día se los dije y me prohibieron seguir con ese sueño, querían que tenga un trabajo real. No me gusto para nada que mis padres no me apoyen en algo que amo, así que comencé a bajar mis calificaciones en la escuela, a veces ni siquiera asistía o me metía en problemas, tanto así que me terminaron expulsando del instituto. Te imaginaras cuando le conté a mis padres -ríe -la discusión de esa noche fue muy dura, me dijeron cosas muy hirientes, bueno yo a ellos también, pero desde ahí todo cambio para mi. Su trato hacia mi cambio, ya casi ni me hablan -aquello explicaba lo se esta mañana -te habrás dado cuenta esta mañana -comentá diciendo lo mismo que acababa de pensar.

No tenía palabras realmente. Ahora todo encajaba a la perfección, el porque no bajo cuando llegamos, porque no desayuna con nosotros y el que mi tía lo haya ignorado esta mañana.

-No se que decirte -admití.

Quería ayudarlo, simplemente decirme algo, pero no sabía que y aquello me colmaba la tranquilidad.

-No tienes que decir nada, esta bien -me miro -yo estoy bien -sonrió.

-¿Seguro?

-Sí -afirmó y yo asentí. -y tú, cuéntame, ¿hace cuánto crees en Dios?

-Hace poco la verdad, mis padres me llevaban a la congregación cuando era niña, pero a medida que crecí deje de ir. Hasta hace unos mese cuando Dios se manifestó ha mi vida -sonreí al recordar aquel sábado a la noche.

-suena raro -ríe.

-¿Y tu crees?

El chico de ojos marrones negó con la cabeza -nunca he creído en un dios, en mi familia nunca lo hemos hecho -alzó los hombros restándole importancia.

Y aquello respondió la pregunta que me hice ayer en la tarde. Ellos no creen.

Seguimos hablando por un rato, le conté sobre mis amigos de la iglesia y sobre el acontecimiento con Danielle. Y sin saber cómo, el  tema volvió a lo de sus padres.

-Yo pienso que deberías intentar solucionarlo -expresé -hacer las pases, ya sabes.

-¿Y cómo haré eso? Dudo que ellos quieran, son muy firmes en lo que deciden.

-Intenta hablándoles mañana, tal vez eso te ayude a romper el hielo y luego otro día hablan del tema con más tranquilidad.

-Podría ser -murmuró pensativo.

-Piénsalo -me levanté del suelo y bostecé -yo iré a dormir, ya es tarde -dicho esto, entré a mi habitación.

Dios por favor, haz que la relación de Félix y sus padres se restaure por completo.

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5:07pm
Cannes, Francia.

Había decidido ir a una cafetería de la Calle Meynadier. Creo que este lugar se ha convertido en uno de mis favoritos.

-Un capuchino y tostadas por favor -pedí.

Luego de pagarle a la señora busque una mesa donde sentarme. Al hallarla, me senté y comencé a observar el lugar.

Era realmente cálido.

La mesera me trajo lo que había comprado y volvió a la cocina. Bebí un sorbo e hice una mueca. Y no, no era porque le faltará azúcar, y no tampoco era porque tuviera demasiada, es porque aquel sentimiento volvió a mi. Esta mañana cuando desperté y estaba haciendo mi cama comencé a sentir un fuerte pesar dentro mío, era como una mezcla de tristeza y confusión , o mas bien de dolor y preocupación . Quizá de todas a la vez. Obviamente me sonó extraño pero había decidido ignorarlo y seguir con mi día. Pero ahora que ha vuelto no puedo ignorarlo, quiero decir, significa algo, es como si el Espíritu Santo tratara de alertarme sobre algo, pero... ¿qué?

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-...siempre es buen momento para bailar -dijo Elliot y todos en la mesa comenzamos a reír por su historia.

-Sí, pero no a las 3am cuando todos estamos durmiendo -comentó divertido Félix.

Todos lo miramos por unos segundos, el semblante de sus hermanos refleja una notable sorpresa y yo me encontraba tan feliz de que haya decidido hacerlo.

-¿Qué? ¿Tengo algo en la cara y no lo noté? -ríe

-Creí que eras mudo hermano -dice Michel.

-Sí, ¿por qué nunca hablas con nosotros y tampoco con mamá y papá? -preguntó curioso, el hermano menor de todos.

Esto se puso un poco tenso.

Felix agachó su cabeza y de reojo miró a sus padres. Estaba segura de que esto no salió como él lo planeó, y que se había arrepentido de hacerlo. Miré a mamá y papá pidiendo ayuda. Ellos sabrían que hacer, siempre saben que hacer.

-Albert... Creó que es momento -murmuró mi padre.

Mi tío miró a su esposa, la cuál asintió guardándose un suspiro.

Okey, en definitiva no entienda nada de lo que estaba pasando.

-Chicos, levanten los platos de la mesa y suban a sus habitaciones.

Sus hijos asintieron y llevaron los platos y vasos al lavavajillas, para luego subir a su habitación.

-Félix -enuncia mi tío.

El chico castaño voltea desde las escaleras.

-ven,  hay algo de lo que debemos hablar.

Él bajo nuevamente al comedor y se sentó en la silla.

-¿Que ocurre? -pregunta asustado.

-Queremos ofrecerte una disculpa...

-Por las torpes decisiones que tomamos contigo.

-No debimos juzgarte de esa manera, estábamos tan enfocados en que nuestros sueños fracasaron y que no queríamos que tu también fracasarás, que no vimos que era exactamente lo que estábamos haciendo -expresó con pesar Anne.

-Hijo, te amamos y queremos apoyarte en tus sueños, realmente lo lamentamos.

Los ojos de Félix estaban cristalizados ante las palabras de sus padres.

-Gracias -fue lo único que pudo expresar con su voz quebrada.

Finalizaron el conmovedor momento con un cálido y restaurador abrazo.

Lo has hecho otra vez, gracias Señor.