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N/A: Hola, primero que nada perdón por no actualizar el sábado es que tuve problemas personales y era como si me consumieran. Pero gracias a Papá, ahora me siento muy muy bien y por eso quise dejarles el capítulo hoy, para que no tengan que esperar hasta este sábado.

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-Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse...-alzó mi vista y me quedé perpleja al ver a quién tenía en frente -eso dice el apóstol Pablo en romanos 8:18.

-Veo que has seguido mi consejo- sonreí casi sin ánimos.

Era el chico de la fiesta, con el cuál estuve conversando mientras esperaba que Jacob viniera a recogerme.

-¡Claro que sí! Aquella noche supe Dios existe y que me estaba dando otra oportunidad -se sienta a mi lado -Te llamas Lauren, ¿Cierto?- asentí - soy Noah.

-Es un gusto- sonreí.

-Sí, pero no vine contigo a hablar de mi- aclaró antes de que le preguntará algo -vine para hablar de ti, de lo que te está pasando- inquirió.

-Es difícil- admití -todo está sucediendo muy de repente y no sé si pueda afrontarlo- me recargue en el estante situado contra la pared.

-¿Piensas que Dios te dió una carga que no puedes afrontar?- preguntó luego de unos segundos.

-No, claro que no... Él jamás haría una cosa así...- arrastre mis palabras mientras mi mente deliberaba.

Él jamás haría una cosa así. Jamás me daría una carga que no puedo afrontar. Siempre he escuchado aquello de la boca de los pastores e inclusive hay un versículo que habla de esto, más apenas en este momento aquel versículo cobraba vida en mí.

-Entonces si pasas por esto...

-Es porque tengo la capacidad en mí para superarlo- completé y miré a Noah -gracias, Noah, en verdad.

El chico de cabellos oscuros sonríe. -Cuando quieras, Lauren.

Nos levantamos del suelo y nos quedamos en la biblioteca, leyendo los títulos de los libros que más interesantes de veían, hasta que el timbre sonó y ambos fuimos a nuestros correspondientes salones.

Tomé asiento en uno de los últimos bancos, mientras todos mi compañeros entraban al salón; ví como alguna mirada era dirigida hacia mí en forma despectiva, burlona o lastimosa, pero no iba prestarles atención, no hoy, no me sentía con ánimos.

La profesora llegó al salón y comenzó con su clase.

Martes,
Secundaria Bhellingston,
Lille, Francia.

Llegué a la escuela y caminé entre las personas hasta llegar a mi casillero.

-¡Lauren!- volteó asustada.

-Noah, me asustaste- reclamé y seguí buscando mis libros.

-Lo siento, no fue mi intención. Es que te ví aquí y decidí venir a saludarte.

-Entonces, hola- reí levemente- ¿Cómo va tu día?

-Las cosas en casa son algo delicadas-hizo una mueca tensa -pero estoy aprendiendo a sobrellevarlo.

-No te obligaré a que lo hagas, pero sabés que si quieres contarme, puedes hacerlo-cerré el casillero en cuanto saqué todo lo que necesitaba.

-Gracias, tal vez un día te cuente- sonríe.

-Esta bien. Y oye, me parece genial que trates de sobrellevar las cosas.

Guarde todo en mi mochila y ambos comenzamos a caminar.

Llamados Y Escogidos © [TRILOGÍA]Where stories live. Discover now