28

1.2K 233 96
                                    

Domingo, 4:30pm.
Lille, Francia.

Después de almorzar y ayudar a mi madre a lavar y guardar los utensilios,  decidí ir a caminar al parque para despejarme un rato. Por lo cuál me despedí de mis padres diciéndoles que no volvería demasiado tarde para que no se preocuparan y salí de mi casa; emprendiendo así el ya sabido camino al parque.

Aquella sensación permanecía latente en mi interior, y parecía que nunca más iba a cesar. Se sentía como si me estrujieran el corazón, como si una oleada de tristeza, preocupación y desespero estuviera descansando sobre mi. Tenía deseos de llorar enormemente, y no entendía el porqué.

Mientras intentaba encontrar una explicación a mi repentino humor, lo ví a lo lejos.

Jacob estaba allí, sentado en el banco donde siempre vamos a conversar sobre nosotros y Dios. Estaba feliz de poder verlo otra vez después del viaje, así que decidí acercarme a saludarlo.

-¡Hey, Jacob! -exclamé alegré cuando ya me encontraba a unos pocos pasos de la banca.

Cuando llegué, me senté a su lado; más él no volteó a verme. Pareció no oírme, por eso volví a hablar.

-Hace vario tiempo que no nos vemos, te he extrañado mucho estos dos meses. Pero la pasé de maravilla, Cannes es un lugar realmente encantador... ¡Ay! No creerás todo lo que me pasó el tiempo que estuve allí- sonreí.

Estoy feliz de verlo y poder conversar sobre Félix y la cabaña... Pero de pronto, Jacob me mira a los ojos y yo repito su acción. Y fue ahí cuando noté que algo no andaba bien, algo no andaba bien con él, más específicamente.
Su semblante tenía aspecto decaído, sus ojos no poseían aquel brillo que siempre poseen; más bien lucían sin vida. Se veía como perdido.
Obviamente la preocupación no tardó en hacerse presente en mi.

-Jacob, ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás así?- él frunce sus labios tratando de encontrar las palabras adecuadas para decirme.

Mientras dejaba que pensara y se sienta listo para contarme lo observé más a detalle. Estaba segura que se vistió con primero que encontró, su cabello estaba algo desordenado y no portaba ningún anillo en su mano.  Más bien, el anillo. No lo tenía, ¿por qué?

-¿Dónde está tu anillo?- pregunté -¿Lo has perdido o algo?

-No lo perdí- susurró cabizbajo -no perdí el anillo- levanta su rostro y me mira con sus ojos llenos de pesar. Y ahí comprendí todo.

-¿Ja... Jacob, tu...

-Sí Lauren, tuve relaciones sexuales con una chica- suspira agobiado y aparta su mirada de mi.

-Hace dos semanas me diagnosticaron sida- soltó de una vez y yo me quedé petrificada ante sus palabras.

No supe que decir, ni como reaccionar. No podía caer en cuenta a nada de lo que estaba sucediendo. Jacob tenía sida, eso significaba que él... ¡No! Me niego a creerlo, no quiero que suceda, no quiero perder a Jacob. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos mientras mi semblante permanecía sin expresión alguna.

-Pero Dios puede hacer el milagro- mencioné.

A él no pareció agradarle lo que yo dije, si no que me miró con furia.

-¿Creés qué Dios hará algo al respecto? Porque yo no. Pequé y ahora me dió está consecuencia. No hará nada, porque considera que lo merezco, ¡Yo no lo merezco Lauren! Siempre me he esforzado en agradarle desde que creí en Él, siempre trate de cumplir lo que Él me mandaba y me relacionaba con Él, Él era mi todo. Pero caigo una vez y me da esto, ¡Yo ya no sé si quiero seguir en la fe!-espetó con coraje desconsoladamente mientras lloraba.

Llamados Y Escogidos © [TRILOGÍA]Where stories live. Discover now