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El sonido de la música taladra los oídos de cinco chicos que se miran entre si, la mayoría pensando si ha sido buena idea ir a esa discoteca en vez de quedarse en casa de alguno mientras observan la masa de cuerpos que bailan y se divierten al son del estruendo. Solo dos de ellos, el más pequeño y un chico de mejillas regordetas, observan con ilusión el lugar, pensando en todas las posibilidades de diversión que les puede deparar la noche.

-¡Vamos a por unos tragos!- grita Jisung, intentando hacerse oír por encima del sonido de la música.

-¡Para Innie, no!- responde Chan, también gritando.- ¡Procurad no separaros!

Los seis chicos se miran entre ellos y después a la masa de gente en la que tendrán que bucear para llegar hasta la barra. Los mayores suspiran con pesadez, pensando en maneras de mantener al grupo junto. Para su mala suerte, Jisung aprovecha los segundos de indecisión de los chicos para ser el primero en entrar en el lío de personas ante ellos. Seungmin y Jeongin lo siguen con decisión, por lo que no les queda más opción que ir también sin tener ningún plan en mente para que no ocurra nada.

Todos miran hacia atrás y hacia delante con frecuencia, pendientes de no perder al grupo en el corto trayecto. Incluso Jisung parece ponerse un poco más nervioso a medida que avanzan y la gente a su alrededor está mas junta y se mueve más, deseando que Minho estuviese a su lado, y no cerrando la cola que forman, para poder tomar su mano y sentir que se agarra a algo seguro en medio de todo ese caos.

Al fin llegan a la barra, donde hay un pequeño espacio que separa el lugar donde la gente baila de donde se venden los tragos. Deciden ocupar un lugar en ese pequeño espacio mientras Chan y Hyunjin van a pedir. Más o menos, los menores quedan al cuidado de Minho.

Jeongin y Jisung se mueven al ritmo de la música de manera sutil, anticipando ya el momento de salir a bailar, dejando de lado la sensación de agobio. La cambian por la ilusión de dos adolescentes que salen de fiesta por primera vez, a pesar de tener diecinueve y veinte años. Seungmin los observa divertido, sin llegar a los niveles de soltura que estos están demostrando.

Minho mira a su alrededor con aire distraído, confiando en que los chicos no se moverán mientras él está distraído. Es una discoteca como otra cualquiera, como muchas en las que ha estado a lo largo de su corta vida. Durante el tiempo que Jisung estuvo en Malasia solía ir a sitios así, solo que con dos finalidades que ahora ni se le pasan por la cabeza: para acabar a puñetazos con alguien o para acabar en la cama de alguien. Simplemente mirando a Jisung se le quitan las ganas de hacer las dos cosas.

Bueno, quizás la segunda opción no le desagradase si fuese con el mismo Jisung.

Pensamientos como ese lo atacan desde hace unos días, en los que con cada vez más frecuencia es capaz de apreciar el atractivo de su pequeño amigo. Y eso le aterra, porque Jisung es su chico preferido, ese pequeño que era casi como un hermano. Jisung es aquel niño que lloraba en la puerta de su casa esperando a que alguien fuese a salvarlo, y a él le encantaba ser aquel héroe la mayoría de las veces.

Pero, mierda, también es el mismo Jisung que se ha vuelto malditamente caliente para él desde que lo vio al regresar de Malasia. Ha intentado negarse todo a si mismo, pero ya no puede, no después de lo del coche.

-¡Aquí estamos!- exclama Chan cuando llegan. Reparte las bebidas con rapidez, temiendo porque estas caigan si él y Hyunjin las siguen llevando todas.- ¡Intentemos divertirnos! ¡Si vemos que no aguantamos más nos vamos!

-¡Vamos a bailar!- exclama Jeongin, tirando de las manos de Seungmin y Jisung con emoción, ignorando lo último que ha dicho el mayor.- ¡Volvemos en un rato, hyungs!

~The Perfect Moment~ MinsungWhere stories live. Discover now