Esperanza

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Colombia 1984

—Llegas tarde Daniela —dijo una voz conocida detrás de mí que hizo que la piel de mi nuca se erizara.

—María José —susurré con mi corazón a todo galope, la temperatura en la habitación había bajado y un sudor frio recorría mi espalda mientras todo en la habitación parecía sacado de una película de miedo.

Victoria yacía inconsciente frente a mí, mientras me encontraba en un círculo de sal, algunas velas encendidas y fuera de la casa una terrible tormenta azotaba el lugar.

—Daniela —dijo ella acercándose un poco a donde yo me encontraba, la débil luz que emitían las velas me permitió ver con claridad su pálido rostro en ese momento enmarcado con una sonrisa triste.

—¿Qué haces aquí? —pregunté con voz temblorosa pues fue lo primero que se me ocurrió, extrañamente al ver su son sonrisa y esos ojos que me hacen pensar en mil posibilidades el miedo que creía sentir se esfumo.

—esperándote —respondió

—¿Qué quieres María José? —pregunté con entera curiosidad

—a ti —susurró acortando la distancia que nos separaba con un par de pasos hasta que estuvo frente a mi y sujeto con sus frías manos mi rostro obligándome a mirarla directamente a los ojos— a ti y siempre a ti, ¿aun no lo entiendes? Llevo aquí tanto tiempo que ya no quiero esperar más ahora que por fin volviste, es hora de irnos.

—no sé qué quieres decir —susurré sintiendo mi sangre helarse.

—ya no hay nada para nosotros aquí, ya me quiero ir, pero no sin ti no puedo perderte otra vez, yo sabía que si vendrías —sus ojos se clavaron en los míos, tenían ese brillo misterioso y tranquilo a la vez. Sentí en ese momento que era feliz, que en ella estaba perdido lo que tanto tiempo he buscado sin saber que era.

—ven conmigo —susurró, con mis ojos perdidos en los suyos como en una especie de trance solamente pude decir que si, sentí que haría cualquier cosa que me pidiera solo si me permitía seguir mirándola.

Una sonrisa apareció en su rostro y tomó mi mano antes de comenzar a caminar hacia la salida, bajando la escalera hasta la puerta principal de la casa donde solo me detuve.

—¿Qué ocurre? —preguntó

—espera —

—ya esperé demasiado Daniela, ya no me hagas esperar más es la única forma después de esto ya nada nos va a separar —comentó

—quiero saber que paso esa noche —hablé con voz temblorosa.

—llegaste tarde Daniela —

—necesito saber que paso —volví a decir entonces vi esa expresión en su rostro y supe que tampoco lo sabía.

Pensé justo en ese instante que tanto ella como yo necesitábamos saber que había pasado y la única que probablemente lo sabía era Daniela, solo que ella tenía muchos años muerta.

—solo llegaste tarde, pero no importa ahora estas aquí y podemos irnos juntas —dijo intentando tirar de mí solo que no me moví de lugar.

—helena —dije atrayendo su atención con el nombre de mi abuela —ella me dijo que le dio un libro a maría José, un diario escrito por Daniela.

—no hay nada ahí —susurró con amargura en su voz.

—¿Dónde está? —pregunté, ella no respondió solo me miró fijamente— por favor, necesito saber que ocurrió

Mil TormentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora