La siguiente vida

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Colombia 1984

—se suicidó —dije completamente sin poderlo creer y con un par de lagrimas a punto de salir de mis ojos.

—no —respondió María José calmadamente— yo no me quite la vida, me la arrebataron.

—¿Qué? —pregunté sorprendida viendo como ella ágilmente se ponía de pie dándome la espalda

—yo jamás me quitaría la vida —dijo casi susurrando— ahora lo puedo recordar todo, Daniela.

El tono y la cadencia de su voz en ese momento me lleno de un sentimiento que no pude describir, creo que incluso algo mal estaba dentro de mí, sentí la necesidad de cuidar a esa chica; sus palabras iban llenas de un profundo dolor que de alguna manera se metió en mi sistema, sin darme cuenta de cómo o porque lagrimas comenzaron a salir de mis ojos.

Nuevamente mi inconsciente estaba hablando y yo no quería escuchar.

—cuéntame —susurré con mi voz entre cortada.

Daniela —comenzó a relatar

"esa noche la había olvidado, no la recordaba hasta ahora, después de irte te esperé por un par de minutos en ese frio bosque, intenté caminar, pero me fue inútil solo podía ocultarme y esperar, esperarte como siempre o he hecho. Sabía que vendrías, tenía mi alma puesta en esa promesa de que volverías por mí, solo que no lo hiciste y ahora se la razón.

Quien me encontró no fuiste tú, fue el criado que nos había ayudado junto con otros tres hombres, por un momento pensé que estaba con ellos hasta que lo vi encadenado y golpeado, ellos lo obligaron a decirles por donde habíamos huido, ahora recuerdo bien su rostro ensangrentado cuando uno de los hombres que llevaba un uniforme miliar igual a los que Ernesto solía usar lo golpeaba repetidamente una vez estuvieron frente a mí.

Lo escuché suplicar por su familia, lo escuché pedir clemencia, pero ellos no escucharon uno de esos hombres cual monstro que fue sin sentir la más mínima pena por aquel criado le disparo justo frente a mí.

—creo que esa es la única vida que se ha de llevar hoy señorita Cardona —comentó sonriendo un sujeto al que yo recordaba de alguna de las muchas fiestas que solía dar mi padre.

Me pregunto si el, si mi padre me hubiese defendido en ese momento o por el contrario lo hubiese dejado tomarme después de que supo de mi amor por ti Daniela.

Ellos me tomaron y me llevaron hasta Ernesto, ahora puedo recordar esos ojos oscuros mirándome desde su caballo esa noche de un momento a otro la lluvia regreso, estaba llena de barro, herida y el solo se rio; sentí miedo Daniela no era el Ernesto que yo conocí, aunque tal vez si el que tu conociste, conmigo siempre fue un caballero hasta ese momento.

Yo sabia que volverías, estaba convencida de que regresarías por mí a pesar de todo, confiaba en que llegarías.

Me arrastraron hasta los establos, nadie decía nada sobre ti y yo seguía esperando que llegaras, sabía que Ernesto no se tocaría el corazón, sabia que el me mataría solo esperaba que llegaras antes de que eso pasara.

—mírate —dijo la una vez estuvimos solos en los establos— tan hermosa

—¿Dónde esta ella? —pregunté

—mi esposa escapo, supongo que no le importaste lo suficiente —respondió, pero yo sabia que eso era imposible yo confiaba en que tu volverías por mi

—mientes —lo rete recibiendo un golpe en el rostro cortesía de las fuertes manos de Ernesto

—pudimos haber sido muy felices —dijo con desprecio— no te culpo a ti por ser una aberración de la naturaleza, yo hubiera hecho que fuera una mujer de verdad, deberías culpar a tu estúpido padre

Mil TormentasWhere stories live. Discover now