Capítulo 1

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Estiro la mano para apagar el maldito despertador por tercera vez. No quiero levantarme, me siento demasiado cansada. Pero entonces un pensamiento de que debo hacerlo porque tengo algo muy importante que hacer, se cuela en medio de mi dormida mente.

Abro los ojos, y bruscamente miro la hora a mi costado. Tiro las sabanas a un lado y salto de la cama, tropezándome un poco mientras busco mis pantuflas. Mientras corro hacia el baño, reviso mi celular. Leo el mensaje que mi mejor amiga, Allinett Dallas, me ha mandado hace un poco más de media hora.

A: Nena, no podré llevarte a la universidad hoy. Te llamaré más tarde para ver si puedo ir a buscarte. Te amo.

Mi desesperación va en aumento y sé que tengo que hacer todo a la velocidad de la luz. Bien, tendré que tomarme un taxi. Esto de no tener el auto realmente se ha convertido en un problema para mí.

El último mes de mi vida ha sido un completo caos. He cambiado de universidad y, a pesar del mes que he pasado allí, todavía no logro adaptarme. A decir verdad, siempre me ha costado un poco involucrarme con las personas. Quizás estoy a la defensiva todo el tiempo o quizás las personas son demasiado falsas para mi gusto.

La cuestión es que el cambio ha hecho que mi problema con la puntualidad se haya vuelto mayor. Pero he descubierto que si pido disculpas con una bonita sonrisa, me dejan pasar sin problemas a clases.

Salgo de la ducha y me cambio con lo primero que encuentro. Un vestido color verde pastel, sin mangas, con un cinto del mismo color en la cintura y la parte de la falda tableada, es mi elección. Me seco el cabello y me maquillo con lo básico. Me coloco unos zapatos chatos porque no tengo ganas de tolerar los tacos hoy y salgo de mi departamento en busca de un taxi.

El calor fuera es abrumador y para mi mala suerte me toca un taxi que no tiene el aire acondicionado prendido. Le pido al taxista que se apresure un poco, pero me echa una mirada despectiva a través del espejo retrovisor y me muerdo el labio para no hacerle un comentario venenoso. Resoplo y me quito un mechón del rostro. Mi enojo con el taxista disminuye a medida que comienzo a entender que el resto del mundo no tiene la culpa de mis problemas. Siempre me pasa eso, siempre intento deshacerme de la culpa que tengo en el asunto que sea, pero al final lo termino aceptando.

El vehículo ingresa en el estacionamiento de la Universidad Western y me bajo corriendo después de pagar y pedirle una pequeña disculpa al chofer por mi comportamiento. Cuando el hombre me entrega una sonrisa comprensiva, me siento mejor.

Estoy llegando quince minutos tarde, todavía estoy dentro de los minutos de tolerancia, pero sé que la profesora Thomson es una amante de la puntualidad. Me acomodo el cabello y tomo mi bolso con seguridad antes de tomar el picaporte e ingresar.

Todo el mundo está allí y puedo sentir sus miradas sobre mí. Odio ser el centro de atención, es algo realmente incómodo. Me acerco un poco al escritorio de la profesora y le entrego una sonrisa algo nerviosa.

-Lo lamento, profesora Thomson -mi bolso pesa demasiado, no sé qué diablos le puse dentro -Había mucho tráfico, pero no volverá a ocurrir.

-Está bien, señorita Hudson, puede tomar asiento.

-Gracias.

Apresuro mis pasos hacia el lugar vacío que hay en la primera fila. Suelto un suspiro, aliviada de no haber tenido problemas. Dejo mi bolso a un costado y me dispongo a sacar mis cosas.

-Bueno, al menos alguien tiene buenos modales -dice la profesora y la miro unos instantes por qué no entiendo de qué habla. Entonces veo que mira fijo hacia la fila de arriba de todo -Ustedes tres deberían aprender de su compañera.

Peligrosa AtracciónWhere stories live. Discover now