Capítulo 01. El Sepulcro.

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"En el presente siglo la religión y la ciencia se entrelazan como en un montículo de serpientes, haciéndose la vida más complicada para el conocimiento intelectual de los mortales que sólo buscan respuestas y verdades".



Después de estar sedado por unos días, las sustancias narcotizadas seguían ejerciendo una fuerte función en mí organismo. Al despertar era como estar en una simple simulación visual, un espejismo aleatorio que cambiaba la realidad a la que estuve, mi mente reflejaba un momento de mi vida antes de cumplir los 20 años, era un día tan frio y oscuro en el que había despertado en un viejo lugar, llevándome a lejanos recuerdos que se destellaban como cometas ardiendo en mi cielo, pero.

¿Por qué todo esto sucede en mi mente, acaso es real o simplemente es una ilusión?

Se sentía exactamente como si nada fuera lo mismo, bajo los efectos de las drogas creí que estaba muerto, imaginando las expediciones que pude haber realizado por la cuarta dimensión, en esa en donde estuve regido por el tiempo y el espacio. Al pasar los largos minutos, fue cuando desperté de las reacciones químicas a las que fui sometido, todavía no había muerto en ese entonces cuando supe que estaba encerrado en un gran cajón de madera, me preguntaba a mí mismo.

¿En dónde estoy?

Perdía el conocimiento a medida que pasaban las horas, me sumergía en una gran laguna mental en que no sabía nada de mí mismo, ni siquiera recordaba mi nombre. En aquel instante supe que había sido enterrado vivo, no supe si era por una catalepsia o la continuación de esa tortura que me sepultó, si hubiese sabido anteriormente que no moriría por cuestiones naturales, no estaría enterrado bajo tierra.

Con las uñas partidas y las manos ensangrentadas, golpeaba el ataúd desesperadamente con el fin de abrirlo, el silencio se hacía más grande con el ascender de la temperatura. Lo más curioso era saber ¿Cuánto tiempo llevaba allí?

Ya que el oxígeno tardaría de cinco a seis horas para agotarse, mientras el calor quemaba mi piel a su vez sentía un líquido espeso que corría en mis venas, el cloroformo estaba accionando junto a todas las toxinas que me habían inyectado, conocía a cada una de ellas, antes de ser enterrado sabía cuál era su respectiva función en el organismo de cada individuo.

Incomprensiblemente, las alucinaciones comenzaron de nuevo con un toque más intenso y maniático, mi cuerpo se levantaba sin control como si se tratase de espasmos, estuve convulsionando por un periodo de tiempo en que pensé que el viaje a la otra vida comenzaba, padeciendo escalofríos que conducían los temblores y consternaciones, era como si estuviera dividió entre la vida y la muerte. Tuve visiones relativas de cómo se veía mi cuerpo antes de estar encerrado, una de ellas era cuando estuve en la morgue sometido a exámenes forenses, en donde anularon la autopsia.

Mi cuerpo se mantenía anémico, pálido y helado como la Antártida, la fantasía se hacía más ambigua cuando los ensueños se intensificaban en pesadillas cumbres. Cuando terminaban los malos recuerdos, el flashback iniciaba con la imaginación que me lanzaba desde las cordilleras más altas, hasta los desiertos más bajos y sofocantes, en medio de la agonía podía imaginar la libertad que nunca tuve en vida propia, ese momento era cuando mi espíritu se desprendía de mi cuerpo, hasta volar por lo más alto y rozar por las aguas negras que me ahogaron, pero mi mente seguía perdida en un vano recuerdo donde no encontraba el perdón y la luz.

Estaba enloqueciendo cuando no encontraba la manera de salir de ahí, siendo la última prueba de supervivencia en la que tuve que perder. Enclavado bajo tierra, la oscuridad hacía que mi respiración fuese más espesa y tórrida, estuve encerrado en una pesadilla venenosa que desnivelaba los latidos de mi corazón, mi cuerpo comenzaba a paralizarse cuando el veneno me intoxicaba, destinado a la muerte sólo me acompañaron mis mayores miedos.

Por encima de los 90 grados centígrados, mis pulmones comenzaron a secarse por la falta de oxígeno y además del envenenamiento, las toxinas siguieron perforando mis maltratados riñones, junto a los órganos vitales que se quemaban por segundo en un tiempo detenido. Perdiendo la noción del tiempo y del espacio, experimentaba diversos tipos de ánimo: Me sentí triste, feliz, enfadado y entusiasmado, tuve pensamientos fuera de lugar que se aceleraban con la velocidad que me devastaba en la ansiedad.

Me preguntaba millones de cosas a mí mismo sin que ninguna tuviera una respuesta acertada, necesitaba morir para huir de las contradicciones que hacían un mal episodio repetitivo. Los últimos minutos en ese sitio me hicieron aturdir con las voces, gritos y escándalos que me atormentaban, todo empeoró cuando la psicosis se hizo cada vez más intensa; y continuamente me desvanecía mentalmente, observaba a través de la oscuridad a un grupo de seres inhumanos que desaparecían al oír mis aullidos de pena y clemencia, la claustrofobia desparecía cuando expandía mis brazos e imaginar que todo era un simple sueño.

La intimidación que me desafiaba provocaba la mayor disconformidad al sentir a flor de piel el miedo que poseía, había llegado el momento en el que dejé de confiar lo que decía las ciencias, supe en ese entonces que todo iba más allá de la realidad y lo espiritual. Perturbado por criaturas deformes, sus miradas definían el verdadero concepto del odio y el asco que me aterrorizaban, el terror se disfrazaba de visualizaciones que reflejaban a todos mis enemigos como los antagonistas de mi película, hundiéndome en el ardor, destruían algo dentro de mí que habíamos construido en los tiempos de paz, de todas formas, se transformaron en cenizas esparcidas al oscuro mar de la discordia.

El delirio se manifestaba repitiendo acciones inauditas, pensaba preocupadamente a donde me dirigiría después que muriera, desde niño tuve amigos imaginarios que con el tiempo nunca se fueron, les di bastante vida como para que murieran en la infancia. En ese momento estaban allí conmigo, se convertían en demonios que desgarraban mi piel para alimentarse de la sangre envenenada, con llantos y carcajadas entraban a mí cuerpo paralizado, me removían con golpes en el estrecho ataúd.

Poseído bajo tierra mis demonios me animaban a continuar un camino brillante hasta el mar de fuego, la salvación divina no existía para alentarme con la creencia de que saldría vivo. Llegó el tiempo en que ya estaba listo para morir, el oxígeno se terminó y el calor se apoderó de mis sentidos, las ampollas que sobresalían en mi piel se reventaban con la presión térmica, sin movilidad para luchar en vano me di por vencido a la muerte.

Metafóricamente, he sido el espectador de mi propia muerte al quebrantar mis fuerzas, la vida volvía a correr por mi mente cuando pasaba cada vez más rápido. Pude ver como mis seres queridos me recordaban entre sus lágrimas, e incluso cuando ni siquiera tuve a ninguno que me salvasen en vida o muerte.

𝐏𝐋𝐄́𝐘𝐀𝐃𝐄𝐒 𝟭 (𝕯𝖊𝖑𝖚𝖝𝖊 𝖊𝖉𝖎𝖙𝖎𝖔𝖓)Where stories live. Discover now