Capítulo 07.Escape Mortal: El Bosque Prohibido.

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"Puedo percibir que ya nada vale la pena, perdí la batalla y me perdí a mí mismo. He conquistado mundos lejanos donde la gravedad es más perversa y asesina, estoy muriendo en un vasto universo sin estrellas y nébulas que ni siquiera pueden enviar su luz".

– Madre mía están reclutando, –dijo Cesar, amedrentado–, han llegado los eclesiásticos. El hombre con túnica blanca que está de chofer en la carroza es Nicolás Helmont, es otra mano derecha de Orión y de algunos tetrarcas.

Cesar estaba temblando.

Nicolás era un anciano de cabello blanco y barba blanca, se bajó de la carroza y empezó a dispararles a las casas con un rifle de caza.

– ¡Cuidado, apártate de la ventana! –Exclamé–, podrían herirnos por estar mirando a la calle descaradamente.

Cesar se apoyó en el costado de la pared.

– ¡Malditos, malditos sean todos ustedes, malditos mugrosos de las mil mierdas! –Increpó Nicolás, colérico–, ¡AAAAAAAAAAHHHHHH! ¡Los maldigo con la fuerza del viento y desde lo más profundo de mi próstata! ¡Cabrones, pobretones, malditos parásitos! ¡Será mejor que nos ayuden a capturar ese hediondo mortal! Créanme que se arrepentirán de haber nacido, los pondré a lamerme el culo y a masturbarme en la iglesia de los católicos.

Nicolás se detuvo con un resoplido y se acordó de algo, regresó a la carroza y se devolvió con una sonrisa de malicia en su demacrado rostro.

Nicolás bajó un niño de la carroza, lo haló de la cabeza y lo arrojó en el suelo con asco y repudio. El niño gritaba, Nicolás cogió un palo de púas y comenzó a golpearlo en la espalda.

– ¡Qué impotencia tengo, no puedo ver a ese niño sufriendo tan cruelmente! –Suspiró Cesar con gemidos de angustia y disgusto–.

– Este niño no es lo que ustedes están pensando, –habló Nicolás en voz alta–, no es más que una rata desgraciada que se ha disfrazado de infante para mentirnos. ¡Es una abominación! Es nada más y nada menos que, un mortal... Así como lo escuchan, un jodido mortal que no merece estar en Pléyades.

Nicolás alzó al niño del cuello y empezó a estrangularlo, el niño tocía con ahogo.

– ¿Un mortal? –Le pregunté a Cesar–.

Cesar soltó una mirada de miedo y angustia.

– Un mortal son aquellos seres que provienen de otra vida a través de un portal astral, –explicó–, son considerados como producto de la magia negra o simplemente, viajeros de otra dimensión, me explico, no son bienvenidos en este mundo. Mi madre quiso aceptarte, pero, ha sido un gran riesgo tenerte en la cabaña sin pensar en lo que podía suceder luego.

– ¡Y sé que hay otro de ellos en este pueblo! –Gritó Nicolás con su voz estrepitosa–, y será mejor que siga escondiéndose antes del amanecer. Este niño seguirá sufriendo hasta que ustedes no quieran entregarlo, son invasores, estafadores y ladrones, sólo han venido aquí con la ayuda de Belcebú, ¡Lo buscaremos bajo tierra si es necesario, pero, de esta noche no escapará!

Nicolás entró a la carroza y bajó rápidamente con una mujer desnuda que estaba encadenada, una a la que creían mortal. Estaba impregnada de sangre y lodo, la mujer tenía la cara golpeada y deforme, Nicolás la manoseaba mientras que ella le imploraba con gemidos y sollozos,

– ¿Por qué ustedes quisieron ayudarme desde el primer momento que me vieron? –Le pregunté a Cesar–, podría parecer ilógico e irrazonable que arriesgaran sus pellejos por un desconocido.

𝐏𝐋𝐄́𝐘𝐀𝐃𝐄𝐒 𝟭 (𝕯𝖊𝖑𝖚𝖝𝖊 𝖊𝖉𝖎𝖙𝖎𝖔𝖓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora