Capítulo 31. El nuevo Rey de Pléyades.

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"Él se convirtió en un hombre vengativo y rencoroso, sus tribulaciones eran tan pesadas como la gravedad de Júpiter y sus rencores tan calientes como el infierno."

7 horas más tarde.

En el anochecer del 25 de agosto el gruñido de un lince resonaba mis oídos con el crujido de mis huesos, mi corazón se traspasaba de energía negra y ánimos de venganza. Mi nuevo mundo estaba procreándose, sabía que era el próximo Monarca de Pléyades, aunque a todos se les dificultaba creerlo, por cada paso que me acercaba a las catacumbas pronunciaba dentro de mi cabeza los sentimientos en un fuego pensante.

''Hombres débiles caerán ante mí, se inclinarán y pedirán un perdón que no existiría con la compasión que les tenga, nuestra desigualdad sería tan grande como mi rencor, se sentirán tan acobardados que traerán ofrendas sagradas a mi tabernáculo, como un modelo a seguir todos querrán ser lo que yo soy ahora y se inspirarán en el daño que me hicieron para superarse a sí mismos, destruiré sus vidas con un dedo sin importar lo que sientan al caer''.

Sin importar cuantas vírgenes e inocentes derramen sangre, tenía por seguro que acabaría con la respiración de cualquiera que se interpusiera en mi camino. Después de perder la reputación, mi dignidad se endiosó, estaba más que preparado para volver a encontrarme con mis asesinos; el viento nocturno se llevaba todo de mí para nunca regresar, estaba levantándome entre los muertos para caminar sobre ellos, entregué mi alma al infierno por venganza y poder en la penumbra. Me convertí en un hombre regio y poderoso como Júpiter, ya era hora de demostrar quién realmente era para el inicio de los nuevos tiempos.

Roxette y yo lucimos indumentarias equivalentes, ambos vestíamos de cuero negro bañado en fragmentos de oro y diamante, para el frío ultimamos nuestra vestimenta con abrigos de piel de oso. Estábamos preparados para nuestros cambios de ropa en Sodoma y Núremberg, Roxette llevaba el Propheticum Spectrums cargado en una mano y con la otra sostenía la ballesta, yo tenía guardada la piedra prodigiosa dentro del abrigo y el hacha cargada en mi mano derecha, en la izquierda el mangual.

– ¿En qué piensas tanto? –Preguntó Roxette–.

– En todo lo que pueda pasar al entrar a las catacumbas, –respondí, reflexivamente–, he esperado esto por mucho tiempo.

– Eres inalcanzable, –dijo Roxette, optimista–, nadie podrá destruir a ese gran centurión que se esconde dentro de ti.

– Esto es increíble, –comenté, soltando un suspiro–, tú crees más en mí en que yo mismo.

– Te has preparado todos estos meses para ser lo que eres hoy en día, –replicó Roxette–, ¡Sólo mírate! Eres nuevo, diferente, indomable, el hermano menor que nunca pude tener para verlo crecer.

– Hemos llegado muy lejos, –musité entre los labios–, hace tiempo estábamos clavados en una cruz sin saber que nos volveríamos a ver. Siento eso justo ahora, pero, al menos sé que nos encontraremos de nuevo en donde sea.

– ¡Nunca te dejaré! –Exclamó Roxette, trágica–, quiero estar aquí para verte cuando te sientes en el trono que te espera.

– Será nuestro trono, –repuse–, estarás sentada a mi derecha.

– ¡Por todos los cielos! –Prorrumpió la voz de Roxette, asombrada–, mira a toda esa gente, ¿Qué hacen allí? ¡Eso es hermoso, no puedo creerlo!

Roxette saltó y me empujó suavemente.

¡Era mágico y fantástico! Todas las buenas personas que estuvieron conmigo en las catacumbas de Memphis para apoyarme, estaban afuera de la Cueva de los Secretos con carteles y antorchas. Ranavalona había llegado con sus refuerzos como lo prometió, no obstante, contamos con el apoyo leal de la supremacía blanca Red Nocte que estaba afuera de las catacumbas; Grigori Rasputín no me olvidó como lo pensé, estaba con los frailes muy sonriente y optimista.

𝐏𝐋𝐄́𝐘𝐀𝐃𝐄𝐒 𝟭 (𝕯𝖊𝖑𝖚𝖝𝖊 𝖊𝖉𝖎𝖙𝖎𝖔𝖓)Where stories live. Discover now