Capítulo 21. Capítulo 21. La Fantasía Sexual.

119 42 4
                                    

"Bajo mis píes serán aplastados como sucios insectos nocturnos, después de mi destierro viví entre demonios y fantasmas que me ayudaron a ser más fuerte que antes."

Los verdugos se llenaron de aliento para elevar las cruces ante la multitud de Memphis, aunque los soles se ocultaban entre las apagadas nubes de loto el calor se fortalecía. El calor de cada sol hacía vibrar las moléculas de la carne sangrante, de pronto, las sacerdotisas comenzaron a desudarse latentemente como una ofrenda de culto a la emperatriz, siempre se desnudaban para acoger a las congratulaciones y prosperidades que Andrómeda les ofrecía; eran las 4:00 pm, el día había pasado lo suficiente rápido para Memphis, aunque para Roxette y yo fue una completa eternidad.

¿Qué sucede con estas mujeres? ×Pensé, afligidoØ, sentía que las sacerdotisas querían decirme algo en privado, Electra y Arcadia tenían los labios coloridos de un rojo candente que hacían resplandecer su sensualidad. Demetrio, Moisés, Lord y Timoteo abandonaron el patíbulo por razones inciertas, los hombres tomaron un comportamiento insólito después de escuchar mi dialogo con los inquisidores; ellos soltaron las herramientas de sus manos y la arrojaron al leño del suelo, Orión y Hounsfield supieron que nadie quería estar más en el patíbulo, así que no le dieron mucha importancia y los dejaron ir con mucha tranquilidad.

Arcadia y Electra se pusieron a un lado de la cruz e intentaron iniciar una pequeña plática conmigo. Roxette estaba perdida en la agonía, era como si estuviese muerta al empeorar su inconsciencia.

La piel de Electra era tan blanca como la de una vampiresa. Veía la fogosidad arder en aquellos ojos azules oceánicos, Electra era una chica verdaderamente dominante, femenina y atractiva; no podía dejar de observar la perfección que tenía en frente de mí, todo comenzaba con la belleza que se encumbraba desde su rostro hasta los pies, por cada miraba que le lanzaba con voluptuosidad, ella me devolvía mil miradas con seducción.

No podía entender lo que esa mujer tenía para cautivarme, la fisionomía de Electra era simétrica como la estructura de una obra de arte, más allá de su cuerpo podía concentrarme en la oscura y penetrante atracción que me enloquecía. Su largo cabello rubio cubría los sonrosados pechos jugosos que me aclamaban, simplemente, observaba aquel perfecto abdomen que acompañaba a las divinas caderas que se movían en círculos por mí; Electra se movía lentamente como en una órbita planetaria, con las manos puestas en su cabello se lucía como una Diosa.

Entre sus curvas escuché el placentero gemido que venía de sus labios cuando ella se tocó los suculentos glúteos; ella tenía la fisionomía de un ángel caído, ambos teníamos la maldad que nos hacía colisionar en el satisfactorio deseo erótico. Pero, Arcadia, era tan radiante como un diamante, los ojos verdes que relucían en su rostro despertaban esos demonios que encerré por mucho tiempo, Arcadia era un año mayor que yo, tenía un principal motivo conmigo y era dominarme para después convertirse en mi esclava.

El dulce néctar del orgasmo tentaba de mí, con el sofocante deseo al sentir la seducción de las vampiresas nocturnas. Anhelaba guardar mis experiencias en los secretos más herméticos de mi vida, me llenaba de ansiedad al verlas desfilar a mí alrededor sin poder hacerlas mías.

– Sé que ahora no estás pasando por un bueno momento, –susurró Arcadia entrañablemente– ¿Cómo te sientes?

– ¿Qué se supone que deba responderte? –Dije, solemnemente–.

Arcadia se inclinó a mi lado y acarició mi cuerpo desnudo bañado en sangre.

– Todo está en tu disposición, cariño, –respondió soltando un gemido–.

Electra sintió celos cuando Arcadia se puso a mi lado. Ella quiso sentarse al otro lado de la cruz, y, mordiendo sus labios se lanzó encima de mí con mucho cuidado.

𝐏𝐋𝐄́𝐘𝐀𝐃𝐄𝐒 𝟭 (𝕯𝖊𝖑𝖚𝖝𝖊 𝖊𝖉𝖎𝖙𝖎𝖔𝖓)Where stories live. Discover now