Capítulo 14. Grigori Rasputín y los monjes oscuros: El Sacrificio.

230 48 2
                                    

"El amor se fusiona con el odio que quema los frutos de perdón y compasión."

El manantial comenzó a secarse enigmáticamente después de que Abraxas desapareciera, la sangre se evaporaba con el calor de las velas que se encendieron fuera del manantial. En ese instante me sentí nuevo y diferente, mi físico cambiaba masivamente como las fases lunares, tenía que atacar igual que un dragón antes de ser supliciado.

Muchos impulsos violentos habían dentro de mi mente, me generaban un desorden mental que se hacía acelerado y frenético, el incienso y algunas hiervas aromáticas predominaban el escaso oxigeno de la catacumba; cuando planificaba en medio de la caminata como llegar al monasterio que había hablado Balam, no paraba de estornudar alérgicamente y frotándome la nariz de forma ruda. Mi cara estaba bastante roja y constreñida, mis uñas estaban lo suficientemente afiladas como para arañar mi cutis.

¡Oh, Maldición! ×Grazné al ver mi desnudezØ, pero, no quería pensar nada relacionado a mi cuerpo desnudo, parecía un nudista en las playas americanas, mi indumentaria se había desechado, debía encontrar un atuendo correcto que cubriese mis partes íntimas, hubiese sido muy vergonzoso que alguien me mirase desnudo otra vez en medio de la calle. Mi propósito era guillotinar a cualquiera de los frailes para iniciar mi metempsicosis.

Sólo había algo, me costó concentrarme en cómo podía encontrar una morada para vivir en un largo período de tiempo, estaba muy de malhumor, observaba todas las paredes obstruidas que me bloqueaban y me sentía ávido ¡Era un laberinto! Muchos caminos estaban cerrados y otros estaban abiertos, el problema era que sentía una gran pérdida de tiempo en toparme con caminos bloqueados.

¡Altagracia! Pese a que no encontraba un lugar adecuado para progresar ya había visto un camino digno de continuar. Cogí uno de los candelabros y me adentré a las fosas, muchas de ellas estaban rodeadas de pequeños fragmentos de oro dorado en el suelo. Pero, ¿qué puedo hacer con oro en Pléyades? ¿Acaso tendrá un valor millonario en Memphis? ×PenséØ

Me levanté y alumbré el techado ya que habían más de ellos en el mismo, es probable que se trate de una trampa para los intrusos; lo primero que pensé. Era altamente importante no tocar algunas de las joyas que yacían sobre el suelo o en las paredes, y de imprevisto, se escuchó un extraño susurro que venía de la oscuridad.

– Ven conmigo.

Susurró la voz de una mujer.

Las pupilas de mis ojos estaban completamente dilatadas, mi cuerpo empezó a manifestar un intenso temblor en los músculos que me estremeció. Deslumbrado e hipnotizado comencé a seguir la voz femenina, en un ligero cerrar de ojos había llegado al monasterio que tanto había pensado, fue insólita la forma en la que encumbraban el convento de Balam.

Había enormes vitrales negros parecidos a los del Vaticano, moraban cabríos recién nacidos y adultos que al parecer los monjes cuidaban en el monasterio, ¿Pero en dónde están los monjes? ×Pensé con incertidumbresØ, lo único que veía era cruces invertidas colgando en los techos, decidí continuar caminando hasta la plataforma en busca de los monjes. En el centro del sagrario había un enorme libro rojo que estaba situado encima de una mesa de madera, cautelosamente, caminé en su dirección hasta que pude mirarlo más de cerca.

No tenía algún nombre específico ¡Que extraño! ×Dije en mi menteØ, dentro del libro salía un cinta purpura que colgaba de entre las hojas. Por curiosidad quise saber de qué trataba, sin pensar una vez más lo sujeté con ambas manos y lo abrí

– ¡Oh, no! ¡Aahhh! ×Exclamé deslumbradoØ

Cuando abrí el libro sentí un irresistible dolor en mi cabeza, parecía como si alguien hubiese arrojado una roca en mi cráneo.

𝐏𝐋𝐄́𝐘𝐀𝐃𝐄𝐒 𝟭 (𝕯𝖊𝖑𝖚𝖝𝖊 𝖊𝖉𝖎𝖙𝖎𝖔𝖓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora