Capítulo 08. La Secta Secreta.

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"Al caer mis huesos se desfragmentaron como un delicado diamante de cristal, mis brazos se rompieron con todo lo que quedaba de mí. Del cielo cayeron lágrimas de sangre que se evaporaron al derramarse en mi frente."

Sídney era una mujer dominante y déspota, al escuchar los alaridos que los sufrientes rugían con terror la mujer los miró enfurecida y camino hacia ellos, Sídney se dirigió al más vulnerable de todos y sacó de su bolsillo un hilo y una aguja, se puso de frente al anciano que Charles llevó como víctima y se inclinó. Sídney apretó la boca del anciano y empezó a entrelazarle los labios con el hilo, la boca del infeliz se cerró completamente cuando Sídney terminó de cocerle cada labio, los gritos dejaron de sonar y sus gemidos de dolor resonaron como los de una pesadilla; la secta Nigrum Mortem hacía intimidar a sus víctimas cuando dejaban de rastros la marca de la muerte, le cocían la boca a los prisioneros y los dejaban libres para que sufrieran del silencio.

Sídney se levantó y arrastró el anciano a la hoguera, le dio un empujón y el anciano se metió de cabeza en el fuego hasta que se carbonizó, empezó a quemarse vivo sin poder gritar una última vez en su sufrimiento.

Repentinamente, los verdugos aparecieron cargando un enorme caldero al que pusieron encima de una hoguera, los sectarios se acercaron al caldero y se sentaron en el suelo muy sonrientes.

– Buenas noches, hermanos. –Dijo Charles en voz alta–. Quiero tener la bondad de presentarle a una gran heroína, desafortunadamente su cuerpo es un pedazo de madera tieso que no sirve, y, en esta noche le daremos el baño de burbujas para que lo recuerda en su paralítica vida, por favor, denle un fuerte aplauso a ¡Christine Le Bousier!

Todos aplaudieron fuertemente y la recibieron con burlas. Los verdugos llevaban cargada a Christine, su mirada transmitía tristeza y dolor cuando la miré escondido detrás de los arbustos, me rompió el corazón verla sufrir y prepararse para su muerte.

– ¡Denle el baño de burbujas! –Vociferó Matthew–.

– ¡Es la heroína de los mortales! –Exclamó Anaximandro–.

– ¡Veamos si sus piernas se mueven, córtenle los pies con el hacha! –Gritó Arrhenius–.

Christine fue levantada por los verdugos como una reina y empezaron a darle brincos, ella gritaba espantosos chillidos mientras la hacían avergonzarse frente a toda la secta. La sujetaron del torso y de las piernas con rudeza, en medio del llanto, Christine se desesperó y comenzó a dar manotazos a todas partes.

Los verdugos se acercaron al caldero e introdujeron la cabeza de Christine en el agua caliente, los verdugos la halaron de los brazos y ella salió del agua con la respiración agitada, la piel de Christine se llenó de ampollas y su rostro se transformó en una máscara derretida. La carne empezó a derretirse y se desmoronaba por pedazos sangrantes, de nuevo, metieron a Christine de cabeza y la soltaron en el fondo del caldero, sus piernas quedaron en la superficie y sobresalían del agua mientras que ella se ahogaba en el sofocante calor.

Me sentí culpable y furioso conmigo mismo, me levanté rápidamente y me alejé de la secta sin que nadie supiera que estuve allí. Corrí con la vista cegada por la oscuridad y me perdí en el corazón del bosque, los árboles eran altos y torcidos, las ramas encorvadas caían sobre el suelo en forma de arco.

Había troncos atravesados en todos lados, la única luz que se veía en medio de la niebla era la Luna de octubre, mis esperanzas para salir de ahí se perdían con la oscuridad que me entornaba. El terror mental me dominaba al ver cosas que nunca supe si fueron reales, las ráfagas de viento venían con tanta fuerza que tumbaban los árboles en mi camino, mientras corría cada vez más rápido no tuve el momento de mirar el suelo, sin importar donde pisaba tuve una fuerte caída que me paralizo, estaba yaciente en un charco de lodo luego de haberme resbalado.

𝐏𝐋𝐄́𝐘𝐀𝐃𝐄𝐒 𝟭 (𝕯𝖊𝖑𝖚𝖝𝖊 𝖊𝖉𝖎𝖙𝖎𝖔𝖓)Where stories live. Discover now