Capítulo 13

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Recomiendo leer el capítulo anterior

Salimos del edificio Brackley y Jared sugirió ir caminando a un café en donde aparte de café, obviamente, también vendían almuerzos. Acepté pues no conocía nada de los alrededores y confiaba en los gustos de mi amigo en cuestión.

Llegamos a una cafetería estilo rústico en medio de grandes edificaciones y de personas apresuradas. Era de madera y no había muchísimas personas, así que no nos costó ubicar una mesa en un lugar cómodo. Una mesera nos dejó las cartas y se marchó para esperar que pidiéramos, busqué entre el sinfín de cosas que había escritas algo que fuese de mi interés, hasta que encontré algo que me pareció bueno: puré de papas con pollo apanado (en resumen), ya que en los restaurantes o cualquier lugar medianamente sofisticado solían poner nombres extravagantes como "puré a las finas hierbas sacadas del jardín de Willy Wonka". Jared escogió salmón con arroz y un par de ensaladas.

—¿Habías venido antes? —pregunté.

Él negó con su cabeza.

—Me sirve para anotarlo en la lista —alcé los hombros y él sonrió.

—Sólo si luego de comer bebes un café, sino, eso quiere decir que jamás fuiste a una cafetería —opinó como si fuese un experto en la flexibilidad que tenía mi lista.

—De acuerdo —reí.

No tardaron en traernos la comida, así que nos pusimos a comer mientras a ratos revisábamos la hora para no llegar atrasados al siguiente periodo.

—¿De verdad has corrido desnudo por una playa?

—¿Quién no? —se encogió de hombros y luego comió de su salmón —¿Has comido salmón? —negué con mi cabeza.

—Las personas normales no corren por la playa desnudas —opiné y él rodó los ojos como si estuviese escuchando a alguien de la época de cristo.

—La normalidad es subjetiva, Camile —me dijo —¿Qué es normal? La sociedad ha impuesto lo que es normal y lo que no. De pronto, es normal beber café cada mañana y no es normal que te duela el estómago a mitad de la noche. Es normal que un hombre de cincuenta años, se pasee por la playa mirando traseros de niñas pequeñas, pero vamos, no es normal que dos chicos estén besándose —bufó —Que le den a la normalidad.

Pestañeé un par de veces ante lo que Jared había dicho. Era tan sensato, tan inteligente y extraño. Algo se revolvió dentro de mi estómago y me vi a mi misma mirando a Jared Brackley con cara de estúpida. Él comió un poco, luego levantó la vista y chocó con la mía.

—¿Quieres probar el salmón? —preguntó, ingenuo. Ni se había percatado de cómo lo estaba mirando ni tampoco yo quería asumir que lo miraba de esa manera que tú sabes cómo se miran a personas como Jared Brackley.

—De acuerdo —contesté. Mi burbuja estúpida se me reventó en la cara y con mi tenedor le robé un pedazo de salmón a Jared quien me observaba con curiosidad. No era fanática de los productos del mar, pero debía intentarlo.

En cuanto el suave salmón hizo contacto con mi boca no me gustó en absoluto. Ni siquiera lo mastiqué para tragármelo, lo mantuve en mi boca y Jared frunció el ceño.

—¿No te gustó?

Negué con mi cabeza rápidamente y él rio de mí.

Iba a ponerme de pie para botarlo en el basurero del baño, pero Jared tomó una servilleta y me la pasó.

—Déjalo ahí.

Negué con mi cabeza ¿se había vuelto loco? No iba a escupir el salmón en una servilleta.

El destino que no soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora