Capítulo 26

7.2K 935 285
                                    


Camile Rooney

Jared me llevó a casa, pero tampoco hablamos de lo que haríamos con nuestras vidas. Él había sido enfático al decirme que no quería que escogiera entre Stefan y él, pero tampoco me dijo si iba a irse de mi vida o quedarse hasta que fuéramos dinamita y destruyéramos todo. Yo tampoco fui clara, no le dije que quería quedarme con él ni tampoco le pedí que dejara a su novia, así que prácticamente habíamos quedado en el mismo lugar del comienzo: siendo unos extraños amigos con riesgo a enamorarse profundamente.

Le pedí a Jared que me dejara afuera del edificio, pero él insistió en dejarme en la puerta del departamento. Tal vez temía que mi cobardía fuese más grande que yo y nuevamente no pudiera enfrentarme a Stefan.

Toqué el timbre porque no había llevado llaves, ya eran cerca de las tres de la madrugada y no se oía música ni tampoco voces, de seguro todos se habían ido a sus casas.

El que abrió la puerta fue Dylan, apenas me observó a los ojos me abrazó con fuerza como si hubiese estado por semanas perdida, luego se alejó de mí y observó a Jared.

—Gracias —le dijo mi hermano y Jared sólo se limitó a sonreír sin tanta preocupación en el rostro.

—Bueno, yo ya me voy —comentó Jared, se despidió de Dylan estrechando su mano y luego me dio un beso en la mejilla. Nos dejó a ambos frente a frente y caminó hasta el ascensor.

Seguía nerviosa, expuesta y con la sensación de querer correr, sin embargo, me abrí paso en el departamento percatándome de que Harriet se encontraba sentada en el sofá junto a Stefan. Los observé a ambos con culpa en los ojos, todo seguía sumamente decorado y los regalos descansaban encima de la mesa.

—¿Te encuentras bien? —me preguntó Harriet.

—Si.

—Llamaré a un taxi para irme a casa —se puso de pie, se acercó lentamente a mí y se quedó de pie justo a mi lado —Luego conversaremos ¿sí?

—Envíame un mensaje cuando llegues a casa.

Ella asintió, apoyó su mano en mi hombro y me besó la cara.

—Recuerda avisarle a Alex y Samantha que estás bien.

—Lo haré.

—Vamos, te dejo abajo —oímos la voz de Dylan que iba dirigida directamente a Harriet. Ambos se quedaron mirando, Dylan tomó unas llaves y juntos salieron del departamento.

Me abracé a mí misma cuando quedé a solas con Stefan. Él tenía su mirada puesta en la alfombra, se veía decepcionado y un poco molesto. No sabía cómo empezar a hablar. Sentía que, si emitía alguna palabra, iba a largarme a llorar y yo no quería eso.

—Vete a la cama, Camile —lo oí.

Tragué duro.

—Necesitamos conversar.

Él alzó la vista, se quedó mirándome fijamente con esos ojos oscuros que tenía y lentamente se puso de pie.

—Ya entendí que no quieres comprometerte conmigo ¿qué más podemos conversar? —caminó hacia mí, luego dobló hacia el pasillo y se metió a nuestra habitación.

Rápidamente lo seguí, abrí la puerta, me metí en la habitación y cerré.

—¿No recuerdas cuando te dije que no me gustaban esas propuestas frente a muchas personas? —pregunté en un hilo de voz, al borde del llanto.

Él me observó directamente a los ojos, frunció el ceño y se encogió de hombros.

—¿Cuándo me dijiste eso?

El destino que no soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora