Capítulo 27

8.2K 963 425
                                    

Advertencia de contenido explícito


Me quedé petrificada con lo que me acababa de decir, me afirmé del asiento y sólo fui capaz de girar la cabeza para mirarlo.

—¿Cómo lo sabes?

—Me amenazó —confesó.

No continué hablando, sólo lo vi sacar su móvil del pantalón, apretó un par de cosas y entró al archivo de audio, le dio reproducir a uno y ambos nos quedamos completamente en silencio escuchando. Al principio todo iba bien, pero luego de unos segundos se oyó a Tara decir:

¿A caso crees que soy una idiota?

Su voz sonó seca, sin ninguna emoción intermedia.

¿Qué? —preguntó Alex fingiendo desentendimiento.

Sé quién eres, Alex ¿tú no me recuerdas?

No, ¿de qué estás hablando?

Claro, como ibas a recordarme. Te encontrabas casi inconsciente cuando nos vimos por primera vez —rio. Rio con maldad.

¿De qué hablas, Tara?

Te he aceptado esta cita sólo por un motivo, que me dejes en paz —soltó sin escrúpulos —O no tendré la suficiente paciencia como la he tenido hasta ahora.

No sé de qué estás hablando, Tara ¿podrías ser más clara? Pensé que estabas interesada en mí como yo lo estaba de ti y por eso estábamos teniendo esta cita, no sé a qué quieres llegar ahora.

No quiero que te aparezcas nuevamente en mi lugar. No quiero que vayas ni que hables ¿me oíste? No necesito un grano en el culo como tú.

En ese momento Alex tecleó un mensaje y el audio se corta seguramente porque estaba hablando conmigo, luego el audio regresó y la conversación continuó:

Hay una camioneta ahí afuera, cuando salgas, te vas a subir y mantendrás el silencio. Porque si te atreves a decir algo, yo misma me voy a encargar de matarte —se oyó y yo me cubrí la boca con una mano —No me conoces en absoluto, Alex.

Así que eres tú..., eres tú la dueña de ese lugar ¿no? Eres tú la que pasa droga de un lado a otro y prostituye a chicas sin su consentimiento.

Casi pude imaginar el rostro de Tara Brackley desencajándose, pero sólo Alex sabía cómo ella estaba mirándolo.

Admito que me gustaba ese lugar hasta que descubrí lo hijos de puta que pueden ser con una chica menor de edad... ¿robársela? ¿en serio? Bajísimo para un prostíbulo de primera clase.

Cállate —le exigió —cuídate bien Alex. Porque ahora que ambos sabemos quiénes somos, no te dejaré en paz. No te dejaré en paz hasta matarte. Y si se lo llegas a decir a alguien, créeme que esa persona también pagará las consecuencias.

¡Alex! —se oyó mi voz.

Alex rápidamente pausó el audio, lo envió por correo a Samantha y a mí y me observó fijamente.

—Estoy en problemas, sobre todo cuando entraste en ese lugar y me sacaste de ahí. Ahora no se cansará de perseguirme —tocó su rostro con nerviosismo —¿qué voy a hacer?

—Primero que todo, calmarte —pedí, pero yo también me encontraba en estado de shock. No podía creer que todas nuestras sospechas se estaban cumpliendo —¿Y si vamos con la policía?

El destino que no soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora