C.O24

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CAPÍTULO VEINTICUATRO

El poder de los Uchiha. ¡Más allá del límite de la oscuridad y la luz!

Gracias a su Sharingan, Mei fue capaz de observar el interior de Gaara, encontrándose de repente sumida en la oscuridad

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Gracias a su Sharingan, Mei fue capaz de observar el interior de Gaara, encontrándose de repente sumida en la oscuridad. Al lograr identificar un poco su entorno, se encontró con que el suelo parecía cubierto por una capa de agua y hacia arriba solo había oscuridad, el lugar le producía la sensación de que el tiempo no parecía avanzar. Frente a ella estaba Gaara, aunque era extraño, pues en lugar de encontrarse al Gaara que conocía, estaba delante de un niño que no parecía mayor a seis años. Detrás de él se encontraba lo que supuso era Shukaku, un tanuki de color arena oscura y líneas azules por todo el cuerpo, su cara, además de su cola la cual era gigantesca y que al aparecer estaba formada por varias colas más pequeñas. Tenía una boca cóncava irregular, la esclerótica de sus ojos eran negros con un iris de color amarillo y una pupila en forma de Shuriken con un punto en cada esquina.

Por un segundo Mei se sintió intimidada, pero entonces, los sollozos del niño la sacaron de su sorpresa. Estaba sentado, abrazando sus rodillas mientras sollozaba con la cabeza escondida entre sus brazos.

Mei se acercó a Shukaku lentamente y una vez estuvo frente a él, levantó su vista hacia la de la bestia, con su mirada más gélida.

—Ya veo, con que tú eres un Uchiha —dijo Shukaku—. Por lo visto has progresado mucho, para verte tan pequeñito. Tanto que hasta puedes verme dentro de Gaara. Impresionante. Entonces ese repugnante Sharingan es el verdadero poder de tu Clan maldito.

—Al parecer has tenido la suerte de estar ante un Sharingan antes, ¿eh, oso mugroso?

—Con ese poder en la visión y tu chakra más abominable que el mío, eres la viva imagen del que fue conocido como Uchiha Madara.

—Por favor, no me confundas con ese vejestorio. Además... soy una chica, oso cegatón.

—¿De verdad? —Se sorprendió—. Eres tan fea que creí que eras un niño.

—¿Se supone que debo molestarme? —preguntó aburrida—. Puedes hacerlo mejor, Shukaku.

La chica caminó hasta estar cerca de él, a su alcance, haciendo que el tanuki gigante sonriera.

—Así te quería tener, estúpida mocosa.

—Tsk, estúpido oso.

—Estúpida mocosa.

—Osito de arena.

—Niña inútil.

—Peluche arenoso.

—Pequeña Madara.

—Pequeño inservible.

—Niñata malcriada.

𝗙𝗘𝗘𝗟 𝗧𝗛𝗘 𝗣𝗔𝗜𝗡 | GaaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora