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EPISODIO DOS

Confesiones bajo las estrellas.

La mañana siguiente despertaron bastante temprano, pues el sol apenas estaba saliendo

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La mañana siguiente despertaron bastante temprano, pues el sol apenas estaba saliendo. No debían ser más de las seis o siete, pero, dadas las circunstancias, ninguno podía dormir mucho más, así que prefirieron continuar su recorrido.

Estuvieron desplazándose por el desierto a una velocidad normal, iban cuidándose del sol y asegurándose de estar hidratados. Alrededor de las dos de la tarde, vieron por primera vez los límites de la Aldea de la Arena. Debían acercarse a uno de los desfiladeros que funcionaban como entradas a la Aldea, y allí debería estar esperándolos el equipo del cual les habló Tsunade.

Al estar a unos metros del lugar, fueron capaces de distinguir tres siluetas en medio del camino. No fue difícil para ellos identificarlos, pues además de ser los únicos ninja de Suna que conocían, últimamente se habían visto bastante.

—Ay, no puede ser —se quejó Shikamaru—. Esto va a ser problemático.

—Ya no te quejes —le recriminó Ino, tirándole de la oreja.

—¡Au! ¡Déjame, Ino!

—¡Pues entonces compórtate!

Mei negó levemente, viendo como Masaru se llevaba una mano al rostro para cubrir sus ojos, con tal de no ver la escena. Jun, por otro lado, se reía y burlaba de Shikamaru, ganándose un tirón de orejas de la rubia. Eran un caso especial, qué podía decirles.

Mei observó a los hermanos de la Arena, pensando en las veces anteriores que se habían visto. Su último encuentro había sido el día de la partida de Naruto, hacía ya dos meses. Cómo pasaba el tiempo, Mei sentía que los había visto ayer. Se acercaron a ellos con los gritos de Ino de fondo, mientras Masaru les regalaba sonrisas nerviosas y Mei solo mantenía un rostro relajado, con una pequeña sonrisa de diversión. Chōji comía sus frituras, ni siquiera estaba segura de que se enterara de lo que estaba pasando.

—Ha pasado un tiempo, ¿cómo han estado? —preguntó Temari, una vez estuvieron frente a frente.

—Con bastante trabajo —respondió Mei suavemente—, muchas misiones últimamente. ¿Cómo están las cosas por aquí?

—La situación sigue un poco tensa por la falta de un Kazekage, pero se mantiene. —Kankuro se encogió de hombros—. Me alegro de verlos otra vez.

—¡Nosotros también! —exclamó Jun, liberándose del agarre de Ino y escondiéndose detrás de Mei, cubriéndose de la rubia—. ¡Ya extrañaba tu cara pintada, bakankuro!

—¡¿A quién le dices...?!

—Uy, uy. Está sensible. —Rió el ojinaranja—. Relájate, pinturitas, solo era un chiste.

—¡Pero...! ¿Sabes qué? Mejor te ignoraré —dijo girando su rostro—. ¿Entramos?

—Sí, por favor —respondió Shikamaru—. Muero de calor.

𝗙𝗘𝗘𝗟 𝗧𝗛𝗘 𝗣𝗔𝗜𝗡 | GaaraWhere stories live. Discover now