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EPISODIO DIEZ

El dulce primer amor.

Desde la parte más alta del hospital de Sunagakure, la joven azabache observaba el cielo nocturno con deleite

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Desde la parte más alta del hospital de Sunagakure, la joven azabache observaba el cielo nocturno con deleite. Las estrellas cubrían el manto en su totalidad, produciendo una de sus escenas favoritas... una perfecta noche estrellada.

Mei observaba el paisaje con un brillo especial en sus ojos, aquel que estaba presente cuando algo la emocionaba profundamente. Eran pocas las cosas que en verdad le encantaban, tanto que podría contarlas con sus dedos.

La suave brisa provocó que su cabello ondeara, golpeando suavemente su rostro. Había decidido dejarlo crecer, pues estaba cansada de llevarlo corto y recordar constantemente a su hermano mayor al ver su reflejo. Por eso, ahora lo llevaba por los hombros.

—¿Otra noche sin dormir?

La voz del pelirrojo se hizo oír, no le sorprendía, pues había sentido su presencia acercarse, además ya era común el encontrarse. Cada vez que viajaba a Suna, lo cual no eran pocas, Gaara la recibía y le hacía compañía la mayor parte del tiempo. No se quejaba, le encantaba pasar tiempo con él.

Volteó lentamente hacia donde se encontraba el chico, sintiendo las tan comunes cosquillas en su estómago al verlo de frente. Mei ya se había acostumbrado a sentir su pulso acelerarse, las mariposas en el estómago, el leve temblor en sus manos y el calor en sus mejillas cada vez que estaba con Gaara. No podía evitarlo, la ponía nerviosa.

Y el chico no se encontraba en una situación tan diferente, pues se sentía exactamente igual cada vez que veía a la Uchiha. Incluso tenía miedo de tartamudear o quedarse mudo en medio de una oración. No sería la primera vez que se perdía mirando sus ojos, o su rostro.

—Supongo que se me ha hecho costumbre —murmuró, sintiendo que no hacía falta alzar la voz—. ¿Tú?

—Lo mismo. —La contempló unos segundos y luego su vista se posó en el cielo. Permanecieron unos instantes sumidos en el silencio, hasta que algo cruzó la mente del pelirrojo y volvió a observarla—. ¿Quieres ir a los invernaderos? Desde los campos de flores el paisaje es mucho más bonito.

Los ojos de Mei brillaron de solo imaginarlo, sobre todo cuando pensaba en ver las estrellas junto a Gaara. Asintió sin dudarlo, siguiendo al chico a través de los techos de Suna. Una vez llegaron al lugar, el pelirrojo la guió a través de las plantas hasta llegar a un costado del lugar, donde había una pequeña colina con césped implantado. Desde allí, el paisaje de la Aldea, las flores y el cielo estrellado era incomparable.

Por un momento Mei se quedó sin palabras, admirando el lugar.

—Es precioso.

—Lo es. —Asintió Gaara, aunque él estaba admirando otro tipo de paisaje—. Realmente bonito.

𝗙𝗘𝗘𝗟 𝗧𝗛𝗘 𝗣𝗔𝗜𝗡 | GaaraWo Geschichten leben. Entdecke jetzt