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Estoy delante de una iglesia en el Prat de Llobregat. Dentro está abarrotada, fuera sólo estamos yo y los periodistas. Hace dos meses que me invitó, dos meses en los que me he encerrado en mi habitación, dos meses sin decir nada. Fue ayer cuando me decidí a venir, sin saber muy bien qué hacer, sin saber muy bien el porqué. Compré el primer billete de avión posible. He llegado a las once y media al aeropuerto, he ido corriendo a coger el metro. Corriendo sin saber muy bien el porqué. Porque ahora mismo no sé ni lo que siento, solamente sé que debo estar ahí, que muy probablemente sea la última oportunidad que tenga. Cojo el metro y en veinte minutos estoy en la estación de El Prat. Vuelvo a correr en dirección a esa iglesia. A ese sitio, dónde hoy la mujer de mi vida se va a casar con alguien que no soy yo. Dónde hoy Alfred Garcia tampoco se casará con Amaia. Donde hoy Ana Julieta Calavia no se casará conmigo.

Estoy delante de la iglesia, hace casi media hora que ha empezado la ceremonia. Cualquiera diría que voy vestido para un evento de este tipo. Llevo el mismo chándal gris que los últimos tres días. Podría parecer un vagabundo, pero me da igual. La verdad es que me da igual todo desde el día que esa invitación llegó a mi casa. Mi plan suicida es entrar e interrumpir la boda en él momento donde el cura dice "si hay alguien en contra que hable ahora o calle para siempre", sí, eso que sólo se hace en las películas es mi plan. El problema es: ¿qué coño voy a decir para qué deje plantado a Alfred en el altar?, ¿para qué se de cuenta que hoy se debería casar conmigo?.

Pero para entender porqué hoy estoy aquí hay que saber todo lo que nunca se supo.

Soy yoWhere stories live. Discover now