28. Tres Años Más

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Durante tres años esperé impaciente a nuestro momento, un momento que nunca llegaba. Fui ese jugador que siempre se queda sentado en el banquillo, a pesar de tener una gran importancia en el vestuario.

Durante tres años vi como Anaju me iba olvidando poco a poco. Ese 29 de octubre quedamos en mejores amigos pero con el paso del tiempo mi calidad de mejor amigo fue rebajando, primero fui otro amigo más, y luego pase a ser un simple conocido. Sabía que eso sucedería, sabía que Alfred la iría apartando de mi vida, si yo estaba celoso de él era una obviedad que él también lo estaba de mí, pero nunca hice nada por evitarlo.

Durante tres años posé solo en todas las alfombras rojas y ella posó acompañada, siempre por la misma persona. Eran la pareja de moda y yo, a ojos de la prensa, era el soltero de oro. Pero la realidad era bien distinta. Desde ese 29 de octubre pocas chicas habían ocupado mi cama. Siempre que una mujer llegaba a mi casa me empezaba a recordar a Anaju y la acababa dejando. Lo peor es que veía a Anaju en las cosas más simples del día a día, si me despertaban con un café pensaba en cómo haría el café Anaju, si me preguntaban la hora pensaba en todas las veces en que Anaju me la había preguntado, si cualquier cosa pensaba en Anaju, era incapaz de eliminarla de mi mente. Y lo que más me jodía es que ella sí parecía haberme eliminado de su mente.

Durante tres años fui esa persona que se queda horas y horas admirando una obra de arte en un museo sin hacer nada más que observarla. La observaba en las alfombras rojas, en los conciertos, en las entregas de premios,... Cualquier persona hubiese seguido luchando por el amor de su vida pero yo no lo hice. No lo hice porque la veía feliz y su felicidad era todo lo que a mi me importaba. Si hubiese intentado luchar por ella la hubiese puesto entre la espada y la pared, decidir entre las dos personas más importantes de su vida, su felicidad se hubiese desvanecido y con ello también la mía.

Quizás Alfred era el hombre que merecía Anaju. Quizás, como decía la canción, Anaju y yo éramos un "modern fairytale", sin "happy ending", sin "winning ourselves". Quizás dos años fueron demasiado tiempo de espera para ella. Se cansó de estar sentada en mi banquillo y se decidió por el equipo donde sería la jugadora estrella. Porque para Alfred ella era la jugadora estrella y para mí fue ese fichaje que se me resistió, llegué tardé.

Con el paso del tiempo y con el distanciamiento Anaju se fue convirtiendo en un recuerdo, pero no en uno olvidado. Era un recuerdo grabado a fuego en la retina de mis ojos. Era esa persona que ya había abandonado el museo pero seguía hipnotizado por esa obra de arte y seguía recordando todos sus detalles. Yo desaparecí de la vida de Ana Julieta, pero ella nunca desapareció de la mía. Quizás alguien pudo haberme tildado de lunático y quizás lo fui, pero necesitaba alimentar ese recuerdo. Necesitaba saber de ella. Sam y Mai me mantenían informado, los singles que ellas escuchaban con antelación, yo también los escuchaba, me informaban como estaba, si le pasaba algo. Y todo lo que le pasaba era bueno. Siempre me decían que hacía tiempo que no la veían tan feliz, aunque siempre lo hacían con tacto, siempre me recordaban que no era más feliz de lo que lo había sido conmigo. Pero yo a eso no prestaba atención.

Y cuando el recuerdo de Anaju se iba haciendo más diminuto aún que seguía sin olvidarlo, porque Ana Julieta era una persona inolvidable, cuando había aceptado que sólo era alguien de mi pasado llegó esa llamada de un número desconocido. Esa llamada que me dio un rayo de esperanza para días más tarde hundirme en el pozo más oscuro y profundo.

10 de Febrero de 2030

Estaba a punto de caer rendido en mi cama después de un día largo de entrevistas cuando mi teléfono móvil sonó. Me acerqué a la mesilla de noche donde estaba cargando el aparato y pulsé el botón verde para descolgar la llamada que provenía de un número que no estaba guardado en mi agenda.

- Hola? - pregunté con incertidumbre.

- Hola! - una palabra, cuatro letras. No me hizo falta más para reconocer su voz.

- Anajus!!! Te echo tanto de menos - intenté disimular las lágrimas que descendían por mi cara, no quería que ella lo notará en mi voz.

- Huguito!! Estás llorando? - seguía sin saber disimular y lo notó.

- No, bueno sí. Es que te he echado tanto de menos, escucharte hablar ha sido no sé... Te quiero Anaju, nunca te he dejado de querer, lo sabes no? - fui sincero, quería que supiese lo que sentía, aunque fuese demasiado tarde.

- Claro que lo sé Huguito, yo también te quiero, eres una de las personas más importantes de mi vida y siempre lo serás. Y que sepas que yo también te hecho de menos, a ver si nos vemos alguna vez cuando te pases por Barcelona.

- Ya... - En el último año nunca la había visto, nunca forcé un encuentro cuando iba a Barcelona de promoción o de concierto, sentía que ya no formaba parte de su vida y actuaba en consecuencia.

- Pero no hará falta que vengas a Barcelona para vernos, el 15 estoy en Madrid y quiero verte. Tengo que contarte algo y quiero que lo sepas tú antes que nadie. - Estaba solo en mi piso pero si alguien hubiese estado ahí hubiese sido destellado por el brillo que desprendían mis ojos. Me ilusioné demasiado. Nunca pensé en qué era aquello que quería contarme antes que a nadie. Pensé que también era antes que a Alfred, qué iluso fui, y sobre todo pensé que quería verme. Si quería verme quizás significaba que Alfred ya no formaba parte de su vida.

- El 15 me va perfecto Anajus. Donde quieres verme? Puedes venir a mi piso, te mandaré la ubicación cuando llegues.

- Vale perfecto pues nos vemos el 15. Te quiero.

Colgó ella e inmediatamente guardé su número de teléfono en mi agenda de contactos.

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