29. 15 De Febrero, 2030

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Anaju 16:10
Llego en dos minutos

Ese es el último mensaje que tengo de Anaju en mi móvil. Ese que me envió hace dos meses para comunicarme que en dos minutos llegaba a mi casa esa noticia tan importante para ella, de la cuál yo no tenía ni idea, pero con la cuál me había montado 300 películas, todas con final feliz.

En esos dos minutos di una última vuelta al piso, fijándome en que todo estuviese ordenado y en su sitio, como le gustaba a Anaju. Me paré en el baño y me miré en el espejo por una última vez. Llevaba una camiseta blanca y un pantalón tejano ajustado, arreglado pero informal, como en la clase de las panteras. 'Ding dong' sonó el timbre, me eché una gotas de perfume Hugo Boss y fui a abrir la puerta.

- Hola! - saludó con una sonrisa tímida.

Me la quedé mirando sin saber muy bien qué decir. Estaba guapísima, hacía casi más de seis meses de la última vez que habíamos coincidido en un evento y más de un año de la última vez que nos habíamos visto como tal. No dije nada, pasé un brazo por detrás de su espalda, la atraí hacia mi pecho y la abracé mientras entrábamos al piso. En ese momento no caí en el anillo que llevaba en el dedo anular de su mano derecha.

- Hola! - dije, por fin, cuando nos separamos del intenso abrazo. - Quieres que te haga un home tour? Quieres algo para beber? Merendar?

- Va, enseñame tu pisito y ya luego nos sentamos y te cuento eso que quería contarte - contestó sonriente.

- Es verdad que querías contarme algo ya ni me acordaba - dije mientras me llevaba la mano a la boca. Tantos años y Anaju seguía causando el mismo tipo de reacciones en mí.

- Estás nervioso Huguito? - preguntó observando mientras me quitaba la mano de la boca. Ahí es cuando vi el anillo, pero no le di ningún tipo de importancia. Imaginé que era un anillo cualquiera, nunca pensé que era uno de compromiso.

- Si, bueno, hace mucho tiempo que no nos vemos y quieres contarme algo súper importante, es normal que esté nervioso no? - dije intentado controlar mi TIC.

- Si, si yo también lo estoy. Vamos enséñame el piso.

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- Y esta es la cocina, no es muy grande, pero para mi solo y mis nulas capacidades culinarias está bien.

- Me gustan los tonos tierra que has elegido para decorar todo el piso, te has convertido en interiorista - dijo mientras se quedaba apoyada en la entrada de la estancia. No iba a decirle, que los tonos tierra y la decoración de la casa estaba inspirada en ella.

- No es todo mérito mío, mi madre me ayudo un poco. - Seguía sin entrar en la cocina. - Ay quieres pasar, tomamos algo que quieres? - Dije mientras empecé a dar vueltas por la cocina sin saber muy qué buscaba.

- Hugo, necesitas ayuda? Pareces un pulpo en un garaje? - Dijo mientas entraba a la habitación. - Qué buscas? - Preguntó mientras posaba su mano en mi espalda.

- No sé, vasos no? Quieres agua, Coca-Cola? Lo que quieras.. - dije mientras me giraba para estar frente a frente, quizás era el momento de recurrir a la pantera. Estábamos muy cerca pero ella se alejó rápidamente. Porqué se alejaba? Porqué no quería mi contacto?

- Agua está bien, donde quieres hablar? - preguntó mientras se apoyaba en la encimera.

- En el salón está bien, si quieres ve yendo hacia allí y te traigo el agua en un minuto.

- Pues voy, ahí te espero.

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Aparecí en el salón unos minutos después con su vaso de agua y mi vaso de Coca-Cola. Había aprovechado  para calmar mis nervios. Abrí el grifo de la cocina, moje mis manos y las llevé a mi cara y a mi nuca.

Me senté a su lado, posé mi mano sobre su rodilla. Ella cogió y mano y la apartó. Otra vez noté el anillo, pero seguía sin darle importancia. Estuvimos un rato en silencio un tanto incómodo, así que opté por romperlo.

- Y que querías contarme? - dije impaciente, sonando un poco seco.

- Bueno, Huguito, a ver como te lo cuento... - acarició mi mano y volví a notar el anillo. Ahora me doy cuenta que quería que me diese cuenta de lo que estaba pasando sin tener que decirlo. Que fuera yo quien adivinase lo que iba a suceder dos meses más tarde. Pero en ese momento no me pareció un anillo de compromiso, o quizás si me lo pareció pero eliminé rápidamente esa idea de mi imaginario.

- Como quieras, como una tirita. Suéltalo de golpe que si lo haces poco a poco te va a costar más. - Dije impaciente por saber cuál era la sorpresa.

- Pues como una tirita entonces. En dos meses me caso. Con Alfred.

- Felicidades!! - Tardé más de diez segundos en reaccionar ante la noticia. Estaba en shock. Ninguna de las películas que me había montado tenía ese final. En esos más de diez segundos se me pasó por la cabeza el decirle que no se casase con Alfred, que lo hiecese conmigo, que yo estaba dispuesto a intentarlo una segunda vez, que lo nuestro era único. Pero no lo hice. No quería arruinarle el que iba a ser el día más feliz de su vida, porque si había aceptado casarse es que yo ya no era nada para ella. - Bonito anillo eh!! Que pedrusco!! - Ahora caía en el puto anillo y aparante felicidad, debía hacerlo. No podía cabrearme porque ella había conseguido rehacer su vida y yo no.

- Si es enorme, cuando lo vi no me lo pude creer - ella era totalmente ajena a todo lo que estaba sintiendo en este momento de forma interna, y a todo lo que sentí durante el transcurso de la tarde.

En algún momento yo entré en trance y solo afirmaba o negaba a todo lo que ella decía. "Estás invitado", sí, "Vas a venir", sí, "Llevarás acompañante", no. Puse el piloto automático mientras mi cerebro negaba aceptar lo que estaba sucediendo.

Hacia las ocho de la tarde ella se fue de casa, ni siquiera pregunté si quería quedarse a cenar. Mejor que no preguntara porque luego vi que había ido con Alfred a cenar con Sam y Mai. Sabía Alfred que había venido a mi casa? Supongo. Y también supongo que le seguía cayendo como el culo y por eso él no se digno a venir.

Al cerrar la puerta empecé a darme cuenta de lo que sucedía. No habría segunda parte. Quizás nuestra historia llegó a su fin en julio de 2024. Quizás debía empezar a rehacer mi vida, enamorarme de alguien más, casarme tener hijos... Pero no quería. Para mí era o Anaju o nadie. Y luego volvía a recordar que se iba a casar con Alfred. Poco a poco fui quedando en posición fetal al lado de la puerta, y las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, recreando la misma imagen que sucedió en julio de 2024 cuando ella me dejó. Esta vez no era en el piso de La Latina, era un piso de alto standing en la Gran Vía. Y algo más era diferente. Hace seis años pensé que el destino nos daría otra oportunidad, en cambio esta vez el destino se había encargado de machacar mi última oportunidad. Esa noche empezaron los dos peores meses de mi vida. Llegué a pensar que nada, ni nadie, me sacaría de ahí del pozo en el que caí esa noche. Pero es evidente que algo sucedió ayer, cuando decidí comprar un billete a última hora.

Soy yoWhere stories live. Discover now