8. Enero, 2020

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Las dos primeras semanas de concurso fueron confusas. Por un lado estaba Aurora y os juro que intenté cumplir todas esas promesas, pero por el otro lado estaba Eva. Día a día se fue convirtiendo en una debilidad. No sé porque de repente tuve la necesidad de protegerla, sabía que era una chica insegura y no quería que nada le hiciese daño. El compartir cama desde el primer día hizo que el tonteo, poco a poco, se fuera convirtiendo en toqueteo. A veces olvidaba por completo que había cámaras grabando y que había una persona fuera a quién esas imágenes no iban a gustarle. No fue hasta que llegó el primer beso que me di cuenta que lo estaba jodiendo todo. Fue Rafa quién me cantó las cuarenta, quién me dijo que me alejara de ella y fue Anaju quién estuvo ahí para apoyarme.

Intenté pararlo todo de golpe, construir un muro, distanciarme porque me arrepentía, la culpa me comía por dentro, pero también me ponía enfermo ver como Eva trataba a otros igual que me trataba a mí, ver como trataba a Flavio. ¿Por qué no aceptaba que podía relacionarse con otros chicos, que podía ser cariñosa con otros chicos? ¿Por qué estaba celoso, si era yo quién se había distanciado? Lo único bueno que salió de esos celos fue mi amistad con Samantha. No culpo a Eva por separarse de mí porque fui yo quién puso el muro. El problema es que no supimos ser amigos, porque en realidad teníamos pocas cosas en común. El no saber ser amigos es lo que nos llevó a estar peleados casi todo el concurso. Siempre que nos acercábamos, que intentábamos firmar una tregua, heríamos a terceras personas y aun así seguíamos acercándonos, nos habíamos quedado enganchados en una espiral tóxica. Pero sobre todo fuimos egoístas.

Durante esas dos semanas no dejé de quitarle el ojo a Anaju. Era mi secreto, mi amor platónico, el plato prohibido y yo era su mayor fan. Era la diosa a la que yo le rezaba. Eso me llevó a actuar de forma extraña cuando estaba con ella. O bien le pedía ayuda para todo, o bien me quedaba mirándola sin saber como acercarme a ella. Sacaba una timidez que nadie había sacado antes en mí, pero ella me trataba como a un hermano pequeño, así que la eliminé de la mente rápido. No era una opción. Además, Anaju estaba pendiente de alguien.

Durante esas semanas Anaju y Rafa se acercaron mucho. Demasiado. Él acababa de dejarlo con su novia y en Anaju encontró un apoyo. Empezaron a compartir mucho tiempo juntos en la habitación. Y en menos de una semana estaban compartiendo cama y besos furtivos. Pero Rafa todavía se acordaba de Isa, su ex, y se sentía culpable así que puso el freno de mano y lo dejaron estar. A Anaju tampoco le sintió mal, tan solo eran amigos que habían compartido algunos besos. Y a mí, en ese momento, tampoco me molestó, no sería hasta más adelante que otro acercamiento entre ellos causaría una de las separaciones más grandes que ha habido entre Anaju y yo.

Así que esta era mi situación hace diez años, antes de entrar a las dos semanas que me cambiarían la vida para siempre. Rafa con Anaju, Eva con Flavio y yo solo.

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Soy yoWhere stories live. Discover now