14. Diciembre, 2020

947 47 5
                                    

Durante el tiempo en la academia nunca llegamos a mencionar la palabra novios, sabíamos que éramos algo más, que éramos pareja, pero nunca necesitamos etiquetarnos. Digamos que nuestra relación se formalizó después de la rueda de prensa de los finalistas donde Anaju no tuvo más remedio que referirse a mí como su pareja, porque era evidente que no sólo éramos amigos.

Los primeros meses de nuestra relación se podrían resumir en una maleta. Y fueron los mejores meses. De Córdoba a Barcelona y de Barcelona a Córdoba, pasando siempre por Madrid y con alguna visita a Alcañiz. Aunque nos echábamos de menos no teníamos prisa por ir a vivir juntos, yo siempre había vivido con mi madre y mi hermano y Ana Julieta no quería meterme presión para independizarme.

No sé en qué momento me dí cuenta que echaba de menos la vida doméstica que compartía con Anaju dentro de la academia. Dormir juntos, ducharnos juntos, prepararnos el desayuno mutuamente, hasta poner las lavadoras. Eran pequeñas cosas que necesitaba volver a compartir con ella, así que en noviembre me planté en Barcelona, listo para compartir piso con ella. Al principio todo era perfecto, Rafa y Eva habían desparecido de nuestras mentes, no teníamos miedo a hablar (o eso parecía), no había inseguridades, hasta que un día el paraíso donde vivíamos explotó.

Desde el momento en que salimos de la academia, la prensa rosa intentaba sacarnos nuevas parejas, meter terceras personas en relación. Al mínimo contacto que teníamos con una persona del sexo opuesto (e incluso del mismo) intentaban romper la relación, ver cuernos donde no los había. Nunca hicimos hablamos de estos temas entre nosotros porque prometimos confiar ciegamente el uno en el otro, pero la verdad es que mientras callábamos poco a poco se iba llenando el vaso de inseguridades.

El detonante, como tantas otras veces sería, fue Alfred. Siempre desconfié de él, aunque nunca había motivos para hacerlo. Él nunca confío en mí, siempre pensaba que volvería a herir a Anaju, por eso cuando vi esas fotos días antes de Navidad los celos me cegaron. Recuerdo que fue antes del puente de la Purísima, íbamos a ir a Alcañiz, a los rallies y al final no fuimos.

Ese día entré a casa con la revista de la Cuore en la mano, no la saludé, y fui directo al sofá. Quería que fuese ella la que viniese a calmarme, a decirme que esas fotos no eran nada. Vino, me lo dijo y no la creí. Intentó convencerme una y mil veces de que no había nada y yo cada vez me encerraba más en mi mismo, en mi cabezonería, en mi orgullo. No sé porque no fui capaz de aceptar que no había nada y fue entonces donde todo explotó.

Después de una hora discutiendo por Alfred, fue ella en empezar a sacar otras personas, en empezar a mencionar todas esas portadas donde había aparecido con otras chicas. Me dijo que si yo no era capaz de creerla cuando decía que no había nada con Alfred porque tenía ella que creerme a mí. Estuvimos horas nombrando a todas esas personas que habían compartido fotos con nosotros, desconfiando, sacando a relucir todas esas inseguridades que habíamos callado durante meses por no decepcionarnos. Cada vez estábamos más alejados el uno del otro, un muro invisible nos separaba.

Fue ella quién dictó sentencia en nuestra primera discusión con esa frase que aun recuerdo.

- Hugo, soy yo la que debería dudar de ti, yo nunca te he dado motivos para hacerlo, nunca! Tú eres el infiel. Tú eres quién engañó a su novia, tú eres quién jugó conmigo y con Eva. - No había tristeza en esas palabras, de hecho nunca lloramos ese día. Sólo sacamos todos nuestros miedos, todo eso que habíamos hecho ver que no existía durante meses. Podría haber razonado después de ese momento pero no lo hice y contraataqué.

- Creía que ya habías superado eso, pero veo que sigues enrocada en lo mismo que hace medio año. - El volumen de voz en ese momento era altísimo, yo creo que toda Barcelona aun recuerda ese anochecer.

- Hugo! Joder! Hazme caso! Está superado, está más que superado, está olvidado y perdonado, pero entiende que eres tú quién me ha dado motivos para desconfiar y aun así no lo he hecho. Por qué lo haces tú?

- No lo sé Ana Julieta, no lo sé. No me gusta Alfred, no me gusta. - Y ahí viene una cagada como una catedral de grande. Me serené para decir lo escribo a continuación. - Creo que tú y yo nunca seremos capaces de funcionar al cien por cien. No lo seremos, por la forma en la que empezamos, empezamos con daño y ese daño siempre estará ahí.

- Qué dices Hugo? - dijo sin terminar de creer lo que acababa de decir.

- Digo que se acabó.

Esa noche me fui por primera vez del piso de Barcelona y volví a Córdoba. De esa primera crisis aprendimos a no callarnos, a no dejar que todas las inseguridades saliesen de golpe, pero aun nos quedarían muchas más cosas por aprender. En esa primera crisis también apareció por primera vez esa mujer por la que años más tarde lo mandaría todo a la mierda.

Soy yoWhere stories live. Discover now