Capítulo 1

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Capítulo 2:

Doménica.

Lo único que restaba eran tres minutos de gracia en el contador del partido. La voz rasposa de la entrenadora frustrada por su equipo el cual estaba fracasando, se escuchaba por toda la cancha. Es normal estar frustrado después de tres revanchas y ninguna ganada. Desde el segundo tiempo del partido el fracaso del equipo relucía a simple vista.

—¡Pedro, corre a la cuarta posición! —Gritó. Apestábamos en básquetbol, es una realidad que la entrenadora tenía que aceptar.

El sudor se daba un paseo por mi cuerpo, mientras que el uniforme del colegio se me apegaba como segunda piel en mí. La adrenalina a ratos comenzaba a picar en mis manos que deseaban tener el balón para anotar.

—¡Allan, agarra el pase! —Gritó Pedro desde el otro extremo de la cancha. Algunos risos se pegaban en su frente a causa del sudor. Lanzó el balón, lo atrape a duras pena.

Asentí inseguro, el balón reluciente se encontraba en mis manos junto al destino del equipo suplicando por un punto más. Las miradas vacilantes de los jugadores me miraban como fieras a punto de sacar sus garras. Todos se encontraban esperando el movimiento final. Pues la atención cayó en mí.

—¡Has algo Allan, anota! ¡Anota! ¡Queda un minuto! —volvió a gritar la entrenadora señalando el pequeño aro. Efectivamente no era su mejor trabajo.

Con las manos sudadas alcé el balón por el aire, dio varias vueltas por el aro, era un bueno indicio además la intriga mataba a todos comiéndose las uñas. ¡Hasta que! ¡Pah! Nada, otro fracaso de parte mía.

—¡Se acabó! —chiflo el árbitro, que en realidad era el conserje en su tiempo libre. —¡Eso es todo, tiempo fuera! Vuelvan a sus clubs.

—Ya nada. —murmuraron.

—¡Animo!

¿Y yo qué hacía? Si se lo preguntan, seguía parado con las manos en la misma posición que lancé: quería analizar lo que ocurrió. Pequeños fragmentos e imágenes en movimiento sobre la trayectoria del balón se apoderaron de mis pensamientos.
¿Qué hice mal? Siempre practicaba hasta sacar nuevas ampollas en los dedos, papá solía decir que estaba loco por entrenar tan fuerte, mientras Liam se limitaba a reír y echar comentarios inapropiados.

¿Por qué que no pude anotar un punto? Era muy sencillo y complicado a la vez.

—Ok, chicos reúnanse. —bajando las manos me reuní con el equipo sudoroso y la cara larga de la entrenadora.

Quizás en esta ocasión nos felicite por un marcador más alto que la vez anterior, pues dar 12 contra 2 no era un gran puntaje que digamos, pero si merecido de ser alabado.

—Lo hicieron bien, ok, no se depriman. Habrá más partidos he incluso más empleo —siguió —, olviden eso último ¡Animo! —amarró su cabello, varios chicos desviaron su mirada de los ojos de la entrenadora a otra parte.

—Creo que me siento mejor —susurro Pedro. Baboso. Le di un codazo en la costilla. Con esa advertencia recobró su postura con una sonrisa culposa. —, ¿qué? Es una linda animación.

—Es tan sexy. —susurro el otro baboso de Pablo relamiendo sus labios. Ladeo la cabeza como si descartara una idea.

—Umm bueno ¿Quién le toca quedarse hoy? —su mirada vacilante se tuvo en mí, agarro su chamarra ocultando su cuerpo diminuto en ella.  —Allan.

—¿Sí?

—Recoges los balones hoy, no llegues tarde a tu casa esta bien. —Asentí. Me lanzo las llaves al aire, las cuales atrape con torpeza.

Era una rutina que alguien del equipo se quedara limpiando. Pues esta vez, me toca a mí encargarme de todos los implementos. Los de mas comenzaron agarrar sus cosas y macharse. Me despedí brevemente de Pedro y Pablo, los cuales desaparecieron junto a Luis.

«Llegare un poco tarde a casa.»

Saque mi celular dejando reproduciendo la canción what you know bout love. La noche se volvió bastante helada en MISAN, que hasta podría soltar un suspiro y el vaho se veía sin ningún esfuerzo ¿Traje abrigo? Umm, capaz se me olvidó. Era un olvidadizo, le echaba la culpa a mi mala capacidad para retener las cosas por distraerme. 

Me tarde limpiando: las gradas anchas, el piso de madera e incluso los taburetes de los que calentaban puesto. Ya casi terminaba, solo faltaba guardar unos implementos que usábamos para entrenar el físico. Agarre un carrito de balones, tenía la esperanza de practicar al menos un rato, quizás encuentre el error que cometí hoy día en el partido de práctica.

Agarre el balón con ambas manos. Solté un suspiro lanzándolo por el aire. Como la vez en el partido este solo giro por el aro rechazando mi oferta de anotar un aro.

—¡Ahg! —gruñí.

¿Qué pasa? ¿Me estaré oxidando? Mis tiros son un fracaso, el balón no va a la dirección que deseo. Es como si tuviera vida he ignorara su propósito.

—¡Este sí! —grite lanzando nuevamente. Dio un golpe brusco contra el tablero saliendo rebotando —¡Agh! —otro gruñido.

No puedo rendirme. Tengo que al menos superar el puntaje perfecto de Liam, si, solo con eso me conformaría; creo que sería lo suficiente feliz toda mi vida al ganarle en eso. Nada más pido.

Sonreí. Pero, lo haría a mi manera. Agarre el balón revotándolo un poco para entrar en ambiente y calor.

Con voz de comerciante desesperado comencé a hablar: —Eh ahí va Allan Caiche, si señores y señoras .... se acerca a su objetivo y ¡Lanza! Y anota ¡Whou! La multitud enloquece —al menos el balón entro al aro, dos puntos a mi favor. Salí corriendo como si en verdad las gradas estuvieran llenas y mi nombre siendo mencionado entre todos dando alabanza a mi triunfo—, y vaya está festejando. ¡Grandioso! ¡Whou! ¡La multitud sigue enloquecida! —alcé los brazos saboreando la victoria solitaria.

¿O eso pensé?

—¡Whouuu! Y su amiga Doménica hace una gran entrada, —me detuve de golpe. Mejor dicho, el mundo se detuvo de golpe. Mire a la pelinegra dar su entrada arrebatándome el corazón.  —pues es de noche y no es su chófer particular, así que se apura o lo dejará. —sonrió maliciosamente.

—Hola Dome. Perdón —agarre los balones que estaban fuera del carrito para re organizarlos.

—¿O través tarde? Se esta volviendo una mala costumbre, Allan.  —su sarcasmo fallido apareció —Solo estuve esperando una hora y media mientras escuchaba en el radio músicas relajantes para no estar con los pelos de punta. Los nervios me están comiendo enterita.

Le lancé un balón. Lo detuvo con dificultad. Una mueca de disgusto apareció en sus labios. —Eres una ofensa a las mentiras por lo mala que eres mintiendo, al menos ayúdame a practicar un rato más. —me miró con cara de obviedad, como si dijera: "Claro yo se jugar básquetbol " —Solo lanza el balón para mí. —explique.

—Está bien, pero merezco más que un chicle y agua en propina, así que te toca sobornar o no hay más chófer particular por esta semana. —lanzo el balón.

Otra vez el mismo ciclo de preguntas, que corrían a mi mente con el balón en mano.

—Agreguemos unas roscas —lance. Otro tiro perdido que frustraba. —¡ahg! ¿Está bien para ti? —alzo los hombros restándole importancia. —¡Lanza otro porfa!

—Es un trato justo —Mi piel se erizo a el tono dulce de su voz. Al momento de darme el pase, este estrecho a mi estómago como bala expulsando todo el aire. —¡Oh por Dios, Allan! ¿Estás bien?

«¡Pero que fuerza! Ser bailarina de ballet tenía algo que ver.»

—¡Mejor que nunca! —sostuve mi estómago —creo que tendremos un... pequeño descanso. —dije con dificultad.

Esta aguanto la risa que quería explotar de sus labios. Lucia hermosa cuando sonreía. Me dedique a observar como las comisuras de sus labios se alzaban y sus ojos empezaban a cerrarse.

Ella saca lo mejor de mí. Con Dome soy un mejor yo, o eso creí.

1 mes antes de los 17.

¿Y si te digo que te extraño? [EN REVISIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora