Capítulo 15

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Capitulo 15

Consejos de escritura sin desesperación

Agarre un par de libros de la estantería de la biblioteca. Tendría una sección de estudios con... Los mire sentados bebiendo su café.

Puse una mueca, ellos no me inspiraban para nada confianza. Son tan extraños los dos con toda esa fachada de hemo vestidos de negro con corrector por los ojos y un tatuaje por su muñeca que grita peligro.

Un cliché.

Me senté al frente de ellos dejando los libros cerca de mí. —¿En verdad quieren escribir un cuento? —bebí de la lata del café, amo su sabor amargo.

—Ah, sí. Es un concurso super que bueno —Hablo Nadia, su voz aguda es molestosa —, lanzaría nuestra potencial, no cierto amor.

Joel perdido en las nubes aterrizo. Dejó de jugar con el lapicero para responder: —Claro, es nuestra pasión, siempre quise escribir. Además, la profesora nos recomendó que tu podrías ayudarnos.

—Está bien, traje un par de libros que debería ayudarlos —Les pase algunas obras literarias para iniciar. —, para escribir algo uno debe de leer bastante y organizar sus ideas, y aunque de corazón lo hagas si no sabes lo básico no podrás transmitir tus ideas a nadie, serán vacías.

—Buen punto —Me señalo con un lápiz. —, para ser un jugador de básquetbol tienes algo en esa cabeza.

—No creo que sea necesario esto —Miro al libro con desagrado, mostrando su sonrisa plástica —, solo es un absurdo cuento. Además, bajo la misma estrella —alzo ambas cejas —, ¿Qué significa? Solo parece basura y más basura.

—Exactoooo hermano —señalo Joel. Al parecer es él tipo de personas que se deja influenciar fácilmente. Que molestos. —, no necesitamos esto, solo muéstranos cómo hacerlo. A la acción.

No seremos buenos amigos. Troné los dedos bebiendo más café, estoy cansado de este dúo de hemos, no puedo seguir tolerando sus comentarios. Vamos, Bajo la misma estrella es una obra de arte, explica tantas cosas sobre la vida como el pensar que quizás nadie nos recordara por mucho que hagamos tantas cosas, y el dolor de perder a alguien es bastante mal.

Pase la mano por mi cabello desordenándolo.

—Tienen razón. Solo es un absurdo cuento, entonces podrán ustedes solos. —Agarro los libros con intención de irme. Necesito relajarme.

Su mano helada me detuvo. No permitió que me marchará, sus ojos negros emanaban oscuridad era como una película de terror sin título.

—No te puedes ir. —Su voz aguda cambio por una fría y áspera, era una guerra de miradas que decidí perder.

—¿Qué quieren en verdad? Y no me vengan con lo del cuento, pues esa historia ya no maja.

—Eh, eh —intercedió Joel maliciosamente —cálmate. No le hables así, es una dama, tigre.

Tenía mala espina con ambos. Su formar de actuar era argumento válido para no confiar. Se ven al menos un grado mayor al mío.

¿Y si Pablo los conoce? ¿Qué me importa eso? Es la última vez que acepto la oferta de la profesora. Par de tíos locos.

Relájate, nada bueno saldrá de esta conversación. Acomode bien los lentes con su expresión fría que seguía.

—Ok, te diremos lo que necesitas saber.

—¡Nadia! ¿Y si es un bocón? Nos podría delatar —Le advirtió.

Lo fulminó con la mirada. —De que sirve ocultar, dile la verdad ¿no? Fue tu brillante idea lo de los cuentos.

Me hundí en mi asiento, incómodo. Estaban discutiendo como pareja, me hizo reír se veían más simpáticos. Quizás lo que me mostraron sea una faceta.

—No te enojes amor —intento agarrar su mano, ella la quitó fingiendo estar ofendida.

—Escucha, somos los Tres dedos —Comentó. —una pandilla de píos ladrones de barrio y venta de algo irrelevante, y da la casualidad de que te estábamos buscando a ti.

¿Pandilla?

—Oh eso sí sería un buen libro. Tienen madera de escritores, me enorgullece su evolución instantánea. —Bromeó divertido cruzándome de brazos.

Ella río. —No seas tonto, Allan. Necesitamos a alguien más, y tú eres perfecto —Joel asintió alzando el pulgar, ella puso los ojos en blanco fastidiada —¿Qué dices, le entras?

Robar, mentir y engañar. No eso no va conmigo, se equivocaron de persona que sigan buscando su tercer dedo.

—Se escucha tentador, pero estoy mejor así gracias, —agarre de nuevo los libros, bebí el último sorbo de la lata de café —nos vemos.

—No fui clara. No era una pregunta, es una afirmación —y ahí volvió su tono frío y áspero, evitó mi mirada; lucia enfadada —, vámonos Joel.

Negué divertido, devolví los libros a la estantería. Sería interesante tendría que conversarme de una buena manera. Aunque la respuesta es la misma: No.


Un mes antes de los diecisiete.

¿Y si te digo que te extraño? [EN REVISIÓN]Where stories live. Discover now