Capítulo 8

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Capitulo 8:

El beso

La casa de Doménica no quedaba tan lejos por ser vecinos, cosa que agradezco. Estaba emocionado como también me encontraba ansioso. Pase mis manos sudorosas por mis pantalones secándolas con disimulo. Habíamos quedado en que hoy estudiaremos juntos para el próximo examen de lengua y literatura, de la profesora Margot. Los exámenes de esa profesora son bastantes complicados, que es difícil pasarlos sin haber estudiado con anticipación, además de que este incluía temas nuevos y complejos.

Lo mejor de la frase anterior es: Juntos.

Un momento a solas era lo que quería, porque podía pasar tiempo con ella sin que las narices de Liam se interpongan.

—Buenas tardes señora Maia —saludé cordialmente.

Limpio sus manos en su delantal. Tenía varias manchas de harina en su rostro, mientras su cabello se encontraba recogido en un moño desprolijo. Parecía una Doménica mayor, con diferencia que sus ojos son de marrón oscuro, y los de la pelinegra eran un marrón más claro igual que su padre. Pinto una de sus mejores sonrisas al verme.

«¿Qué estará cocinando?»

—Hola Allan, ¿vienes a ver a Doménica?

Asentí. —Sí. Hoy estudiaremos juntos. —Le indiqué la maleta con un gesto de la cabeza. Los papás de Doménica nos tenían confianza a ambos, pero no tanta como para sobrepasar límites. Tampoco los necesitábamos, porque lo nuestro se definía lamentablemente en una amistad (Lamentablemente, ¿eh?).

—Doménica aun no llega de su práctica, me envió un mensaje mencionando que se quedaría un tiempo extra más, pero pasa, puedes esperarla en su cuarto hasta que llegue. Estas en casa, Allan. —asentí; sonrió dejándome pasar. Mis ojos curiosearon el interior de la casa que ya me era bastante familiar. —Hice galletas de chocolate, ¿deseas unas?

—No, gracias —ladee la cabeza —¿Y el señor Albert?

Apretó su boca en una línea recta. Vi como sus hombros junto a su sonrisa se tensaron, una pisca de nerviosismo invadió su cuerpo. Paso su mano por el cabello repetidas veces hasta aclarar su voz para poder hablar y pasar a segundo plano lo incomodo que había sido preguntar por él. Muy bien Allan, arruinando la conversación ¡Genial!

—Esta en su trabajo, no vendrá hasta la cena—, queriendo evitar preguntas trago en seco —. Bueno estaré en la cocina por si me necesitas.

Asentí sin decir ni una palabra más. Fui directo al cuarto de Dome, no es que sea un pervertido. Tenía curiosidad de lo que podría haber en ese lugar. Al entrar, ese olor a fresa característico se sentía en el aire. Las paredes de color rosa me hacían extrañar la cada vez más, dejé la maleta al suelo aventurándome.

Es muy organizada. Las paredes están repletas de fotografías nuestras y de otros amigos. La sonrisa traviesa de Pedro, el símbolo de amor y paz de María, Sally enseñando su dibujo, Pablo poniendo cuernos a cualquier victima cercana, y la mueca graciosa de Liam mirando a la cámara me trago nostalgia.

«¡Qué recuerdos!»

Pase mis dedos por las fotografías mirando una por una. La de la salida a la piscina municipal, donde María perdió su arete, y Liam termino por buscarlo como todo un caballero en e fondo. La colección de insectos de Pedro, el cual de brazos cruzados sonreía con orgullo. La noche de películas en nuestra casa. Mientras más observaba, más recuerdos de una manada de críos volví a mi cabeza. Cuando las cosas no eran complicadas, donde todo era sencillo y divertido.

Baje más hasta quedar perplejo y atontado al mismo tiempo. Pestañé un par de veces para centrarme, y me encontré a mi mismo tragando en seco para centrarme nuevamente.

¿Y si te digo que te extraño? [EN REVISIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora