Capítulo 2

362 37 2
                                    

Capítulo 2:

Sombras

«Necesito más colores.»

El cartel para la presentación de Doménica iba quedando bastante bien. Doménica pertenece a una academia de ballet desde muy pequeña. Suelen hacer presentaciones y en ciertas ocasiones gente importante de traje vienen a presenciarlas. Eso representa en que se puedan figar y notar tu talento, así aseguras una beca y tu futuro estaría trazado. Aunque no deseo que se vea cursi el cartel, más bien lo que quiero lograr es que sonría cuando lo vea entre la multitud. Que sus ojos puedan notarme entra tantas personas, y cuando lea esas palabras se de cuenta de que mientras pueda estaré ahí.

—¡This my baby! —canturreo Liam entrando a la cocina. Parecía como si estuvieran matando a una cucaracha—¿Qué haces, Allan? —preguntó cuando sus ojos dieron a lo que estaba haciendo.

Pinte las flores moradas. Parecía niño de Kínder haciendo un trabajo por el día de las madres, y lo peor es que me encanta esta sensación de esmerarme.

—Nada—

—Claro. —agarro una manzana del mesón. Camino hasta posicionarse detrás mío.  —Igual es patético. —susurro dándole un mordisco a la manzana.

Aprete mi pucho. Tranquilízate. Es para Doménica, no voy a manchar mi humor por el suyo.

—Da igual, —muy bien Allan, respuesta calmada y serena... —, si no ayudas no estorbes.

Ahí se fue mi intento de respuesta calmada. Alzo sus cejas dando una carcajada serena.

—Entonces es para Miss Queen. —me congele en un instante.

Quería hablar, sin embargo, atorándome con mi propia saliva comencé a toser. Esto sí era ser patético, y en grandes cantidades.

—¡Y whuala! Lo adivine, ¿no? —sonrió con esa superioridad que transmitía arrogancia. Él sabía que era grandioso. Lo asimilaba como una pared enorme que no podía cruzar por lo aterrador y asombroso que se veía. Se acercó a observar el cartel a detalle —, no crees que es infantil y estúpido. —dio otro mordisco.

Quite su mano de la cartulina en un movimiento brusco. —Piérdete Liam. No me apetece verte. —Mis palabras no hicieron efecto en él. Como si de una broma se tratase rio pellizcando mi nariz. —Auch.

—¡Hasta peleas como una niña! —Soltó una carcajada.

Que impotente me sentía, aprete mis puños que poco a poco iban marcando un territorio de venas. Ni siquiera me atrevo a defenderme, él aplasta mi autoestima hasta enterrarla bajo tierra.

¿Y si tiene razón? Tal vez hacerle un cartel sea muy cursi y empalagosos. Liam sabe más de chicas que yo, tiene más experiencia en ese tema. No es mala idea tener en cuenta su comentario, quizás yo sea el patético.

—¡Deja de joder! —espete. No puedo defenderme a puños, pero si con palabras.

—Ya, ya. La señorita está en sus días, que delicado —bromeó. Molesto comencé a rechinar los dientes.  —. Hey tranquilo, te lo digo por tu bien, Allan. Miss Queen es mía —dio otro mordisco —jamás te ha pertenecido.

¿Tuya? Ridículo. Se alejó a encerrarse a su cuarto entre risas. Dejando sus comentarios molestos, seguí decorando. No obstante, recuerdos cuando la conocí invadieron mi mente. Es sencilla nuestra historia, de pequeños los niños del barrio nos reuníamos a jugar a la cancha y ella también venía. Toda una princesa encantadora y Liam, su príncipe azul de armadura brillante y reluciente, bueno, eso recuerdo. En ese tiempo no me interesaba amigarme con las niñas.

Me interesaba más la colección de insectos de Pedro.

¿Y dónde encajo yo? En esa historia e sido y seré el extra. Al que siempre le dan el papel del árbol para que este quieto y no estorbe. Hasta en mi propia vida sentía aratos que estorbaba. Pero ahora es distinto, ahora tengo algo porque luchar. Y me la estoy dejando ganar. —Idiota.

****

—Lanza otro, ándale Doménica. —Roge con ambas manos juntas y el infalible puchero que lograba suavizar su corazón.

Soltó un suspiro meneando la cabeza. —Tres más y nos vamos —sonreí ante su propuesta. —. Tengo que descansar pues el día de mañana será mi gran día, Allan. Te otorgo el derecho de alagarme, así que no te olvidaras hacerlo.

—Claro que no.

Me había ofrecido otra vez a recoger balones para practicar un tiempo extra mi técnica. Y como mi chófer personal, Dome tuvo que quedarse un par de horas más conmigo, cosa que no me quejo.

Los chistes sin sentido, las bromas y preguntas estúpidas. Hacían que nuestra relación de amistad fuera especial. Algo que no quería compartir por muy egoísta que suene.

—¿Y mañana te presentas en el salón? De seguro que te ira bien…

—Esperemos. —murmuró agallando brevemente la mirada.

Al parecer le sucedía algo. Doménica es del tipo de personas que les gusta hablar bastante, hasta por los codos diría yo. Y no era normal en ella expandir los silencios, más bien los cubre.

—¿Paso algo? —indague.

—Allan, no quiero incomodarte con mi pregunta, pero, ¿por qué te esfuerzas tanto en esto? Dijiste que era solo un hobby, sin embargo, te lo estás tomando muy en serio para que pueda creer eso.

—Vaya. —vacile su mirada un momento —Que directa, Dome.

Era una pregunta que me la había planteado siempre, y para todas esas veces terminaban en los mismo: Liam.

—Perdón si te incomoda, pero.... — acomodo un mechón detrás de su oreja, está nerviosa —trató de entenderte. Me recuerdas a mi cuando práctico, tienes mí misma mirada desafiante para que solo sea un pasatiempo que luego desecharas.

No tenía nada de malo explicarlo, aunque pensé que era más que obvio mi objetivo. Igual, no importa. Así es ella, así es Doménica. Iba a delatar unos de mis mayores temores, repasando mis palabras comencé abrirle mi corazón.

—Míralo así —nos miramos fijamente. Un corte de mi respiración se vio provocada por sus ojos, vacile un rato viendo al balón. —Cuando hacíamos pijamadas, corríamos a la cama apenas apagamos la luz porque teníamos miedo de que una sombra nos tragara.

Río —Ilusos.

—Pues ahora, si no corro a tiempo esa sombra me tragara. —Liam representaba esa sombra. Era como una obra, yo recién estaba repasando mis líneas mientras él se la sabia a memoria. Siempre ha ido cuatro pasos adelante míos. Su mano cálida acaricio mi hombro dándome confort.

—Si ese es el problema, —Me lanzo el balón con una cálida sonrisa —corramos juntos.

«Definitivamente no quiero papel de un árbol.»

1 mes antes de los 17.

¿Y si te digo que te extraño? [EN REVISIÓN]Where stories live. Discover now