Capítulo 24

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*Holiwis. Desde aquí te doy una recomendación. Los capítulos están desordenados porque wattpad esta loco, si bb, te recomiendo que los busques. Igual está enumerados beisa. Disfrute no más. *

El ambiente pesado se notaba con claridad en la biblioteca. Aunque Domenica intentara disimular que nada raro sucedía, en momentos discretos agachaba la mirada.

Los rumores se esparcieron muy rápido, y la mala fama mía aumentó con los días. Nadia y Joel se encargaron de hacer un infierno el instituto para mí.

—Miralos, es el de capucha negra.

—¿El de lentes? Pero no parece que fuera el chico del que hablan.

—Dicen que estuvo en la cárcel de menores por un largo tiempo.

—No, para nada. El vendía droga a fuera de los institutos.

—Es despreciable.

—Deberían expulsarlo.

—Según lo que cuenta, él ya estaba dañado ¿Cómo se atreve a venir?

—Es un pijo. No merece estar aquí.

Domenica volvió a sonreír a mi dirección.

Agache la mirada recostando mi cabeza en el libro de Matematicas.

—Esto apesta —murmure.

—No le hagas caso Allan, —su calidez hizo que su semblante se relajará —no saben como son las cosas. No te debería importar su opinión.

—Qué fácil decirlo —puse los ojos en blanco. Recoste mi cabeza en mis manos mirando la con detención.
—Tu tampoco sabes lo que pasó Domenica, eso te pone en el lugar de ellos.

Arque la ceja.

—Estas terco hoy ¿no? —frunció el ceño para masajear lo de nuevo.
—Confio en ti Allan, y me vale un comino lo que la gente diga de ti por que creo en tu palabra.

Avergonzado me escondí bajo mi abrigo. Ella mordiendo su labio meneo la cabeza.

—Voy por un café ¿quieres uno?

—Un mocaino porfavor.

—A la orden.

Suspire. Al verla marchar me dediqué a undir mi rostro en mis manos, planteando que era muy avergonzado por simples comentarios.

Es que esas palabras producen emociones que jamás creo que las vuelva experimentar con esa fuerza. Y no lo digo en plan de amor, si no que se siente espectacular que alguien siga creyendo en ti a pesar de lo que hablan las personas tras tu espalda.

Todos por los menos necesitamos ese tipo de personas que nos levante el ánimo, o que sencillamente nos regale una tierna sonrisa, de esas que prometen con seguridad que nada es perdurable y que las mejores épocas se avecinan.

Nada sale como quiero. Mis planes son unos, que con el palo de billar a punto a mi objetivo pero la bola caprichosa se va otro lado.

—Míralo así —nos miramos fijamente. Un corte de mi respiración vaciló, evite su mirada viendo al balón.
—Cuando hacíamos pijamadas, corríamos a la cama apenas apagamos la luz. Porque teníamos miedo de que una sombra nos tragara.

Río —Ilusos.

—Pues ahora, si no corro a tiempo esa sombra me trajara. —su mano cálida acaricio mi hombro dándome confort.

—Si es es el problema —Me lanzo el balón —corramos juntos.

—En que pienso. —me sonroje levemente, despeine mi cabello con nerviosismo vacilando mi mirada por el lugar. —Soy un completo tonto.

¿Y si te digo que te extraño? [EN REVISIÓN]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu