Dominado por Faith

capitulo 9

Estaba nerviosa, ansiosa y con ganas de golpearme a mi misma ¿Acaso soy estúpida? ¿Cómo pude aceptar algo como eso? Mi domingo, mi segundo día libre lo iba a ocupar en cenar con Chris, pero no le daría alas, no le permitiría avanzar conmigo y mucho menos lo perdonaría, aunque una parte de mi se burlaba de mi aparentemente sabia decisión, ni yo misma me tenía fe acerca de cuánto me duraría el orgullo.

Me coloqué unos pantalones clásicos tiro alto de bota ancha color negro, un crop top color crema sin escote manga larga y unos tacones, a las seis de la tarde él me escribió, ya estaba abajo, cuando hice mi aparición frente a Chris él solo me miraba fijamente, otra vez la sensación de sentirme desnuda frente a él apareció y me hizo estremecer.

—¿Qué? —pregunté cruzando los brazos.

—Eres tan hermosa, Faith —dijo negando con la cabeza mientras me abría la puerta—. ¿Cómo diablos puedes ser tan perfecta?

Tenía que dejar de decir ese tipo de cosas o terminaría golpeándolo o besándolo, de igual manera decidí no decir nada y mantener mi cara de póker, cuando llegamos al restaurante me ayudó a salir e intentó caminar a mi lado agarrando mi mano pero yo la sacudí y ocupé mis manos entrelazándolas sobre mi estómago, entramos y fuimos acomodados en una mesa en el segundo piso justo en el balcón, rodeado por flores y enredaderas, lo malo es que estábamos completamente solos.

—¿Deseas algo en particular? —preguntó mirando el menú.

—Filet Mignon —dije rápidamente—. ¿Y tú?

—Yo te deseo a ti pero... aún no —dijo mirándome con una sonrisa—, filete de pescado —fue lo que pidió cuándo el mesero volvió a tomar nuestra orden.

—¿Entonces? —pregunté después de que el mesero se fue—. ¿De qué quieres hablar?

—De nosotros.                                                    

—Eso no existe —apoyé mis codos sobre la mesa.

—Si existe, desde el primer momento en que te cogí y desde el primer momento en que te besé, siempre ha existido un nosotros solo que me negaba a aceptarlo.

—¿Te negabas? —Pregunté con la ceja levantada—. Eso es gracioso, porque al parecer todos los que nos conocían notaban que estábamos locos el uno por el otro menos nosotros dos.

—Sí y es lo más irónico —dijo él acercándose sobre la mesa—. Pero me alegra que aceptes que estabas loca por mí.

—Lo estaba, tiempo pasado —lo corregí mirándolo fijamente.

—Pues no te creo —me estaba retando con la mirada—. Tú aún estás loca por mí tanto como yo estoy loco por ti.

—¡Que confianza! —exclamé evitando su mirada mientras el mesero servía las copas de vino.

—Por eso te amo —se alejó un poco—. Te vuelves un reto.

—¿Por qué dices que me amas? 

—Porque es así.

—¿Cómo sabes que es amor? Lo nuestro fue solo sexo.

—Eso dímelo tú ¿Cuándo te diste cuenta que me amas?

—¿Qué te amaba? Cuando te pedí que me prometieras que me dirías cuando te aburrieras de mí.

—Eso fue antes de la reunión —murmuró algo sorprendido.

—Si... —perfecto, ahora me sentía avergonzada—. Por eso te lo pedí, porque tenía la esperanza de que me dijeras que eso no iba a pasar por un tiempo o que... que esperabas que esto nunca acabara pero no recibí la respuesta que quería así que decidí guardar silencio.