Andrea Pindter tenía la vida perfecta unos amigos envidiables y un novio que la quería un montón, pero
¿Qué posibilidades había de que sus padres gays se encontraran entre 3,99 millones de personas y decidieran iniciar una relación sentimental?
¿Q...
—¿Falta mucho?—preguntó Víctor, con los ojos vendados mientras Andrea lo guiaba por el Lake Hollywood Trail—Mira que he pasado mucho miedo en la moto sin ver nada.
—Tranquilo—sonrió—No falta nada.
Andrea le soltó la mano y se sacó la mochila que cargaba, de dónde sacó una manta de picnic de cuadros rojos y blancos.
La extendió sobre el pasto que estaba más verde que nunca, sacó todo lo que se había parado a comprar en el supermercado, los platos que había sacado de su casa e incluso recolecto unas flores que metió dentro de la cesta.
—Oigo mucho ruido—se quejó Víctor que esta sensación de oír pero no ver le parecía demasiado angustiante.
Andrea se colocó detrás de él y le dejo ver el picnic que había preparado.
Que por suerte para todos esta pareja lo sube todo al Instagram, ya que nadie de su familia tiene cuenta y sus perfiles son privados, así que tenemos una prueba visual directa de la cuenta de Víctor de como se veía ese picnic y lucia así:
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El recién nombrado no salía de su asombro, cada día tenía claro que su novia era increíble, pero lo peor de todo era que siempre se superaba a si misma y cuándo creía que no podía ser mejor o no podía quererla más se salía con esos detalles.
Este se giró y tras acariciarle las mejillas a su novia la beso con mucha dulzura.
—¿Te gusta?—sonrió la culpable a lo que su novio asintió.
—Me encanta—contesto mientras le cogía la mano y se sentaba con ella en la manta—¿Es que celebramos algo?
—No—negó con la cabeza—Simplemente me apetecía tener un detalle lindo contigo, porque soy la mejor novia del mundo—rio para volverlo a besar.
—No te lo puedo negar, señorita Pindter—sonrió mientras su novia se sentaba bien en su sitio—Te quiero mucho, lo sabes ¿No?—se molestó en recordarlo.
Andrea asintió y también le hizo saber que así era.
Comieron todo lo que Andrea había decidido traer para tomar de media mañana.
Sacaron muchas fotos del lugar entre ellos, también juntos y sin duda eran como una pareja normal del siglo XXI, inmortalizaban todos los momentos que podían, hacían saber cuánto se querían por las redes sociales pero a diferencia de muchas relaciones la suya si era de verdad, no había cuernos, ni mentiras, eran completamente sinceros el uno con el otro y confiaban ciegamente el uno en el otro, habían demostrado ser personas de confianza, sin duda cualquiera de los dos pondría la mano en el fuego por el otro y se pelearían con quién hiciera falta si alguno lo pidiera, aunque se conocían y sabían que ninguno nunca le pediría eso al otro, así que simplemente pelearían por el otro si fuera necesario.
