Podemos tener un crío juntos si quieres.

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Capítulo 34.

Sábado 30 de mayo del 2020.

La casa de los Lewis era maravillosa, un pequeño Oasis en medio de la naturaleza y alejada de todo el mundo.

Se entraba a la casa por un pequeño camino de tierra de fácil acceso, nada más entrar se encontraba una verja negra que daba a un gran patio ajardinado junto a una pequeña pero agradable piscina, varias hamacas decoraban el patio delantero, un pequeño camino decorado por plantas y bancos.

La casa era antigua de color amarillo y con piedra, gracias a la puerta principal llegaron a un pasillo antiguo, la casa contaba con tres dormitorios, dos baños, una cocina, dos salas de estar y un comedor bastante amplio, era un lugar digno de postal y paradisíaco.

Andrea se había apuntado en un folio el número de Lisa para llamarla cuándo pasarán unos días y que está le dijera a Isaac que habían llegado bien a Pacific Groove, Víctor había salido a realizar la llamada en la cabina que no fue muy larga.

—Ya estoy—anunció una vez entro en la casa—Dice Lisa que está tarde cuándo quede con Isaac le contará que estamos bien.

—Vale—sonrió—Yo fui al supermercado como te dije e hice una compra para llevar, que al menos nos debe de servir para un mes entero.

—Genial—sonrió y la besó.

Se sentían bien por estar juntos de nuevo pero miles de preocupaciones rondaban sus cabezas como lo de que harían con la criatura que estaba dentro de la barriga de Andrea.

El día anterior habían ido a un ginecólogo gratuito para adolescentes embarazadas que le comentó una chica del Pacific Groove High, a dónde fueron a averiguar como hacer un cambio de expediente sin que nadie se enterará, ya que querían continuar los estudios.

En la consulta le dijeron a la pareja que Andrea estaba de tres semanas y de hecho también les contó que desde dos mil trece California había aprobado una ley, pionera en el país, que facilitaba el acceso de las mujeres a ejercer su derecho al aborto durante los tres primeros meses de embarazo así que hasta a principios de agosto tenían para pensárselo.

Una vez llegó la compra ambos la ordenaron, algo que fue muy sencillo porque Víctor era muy ordenado y Andrea no es que fuera excesivamente desordenada pero no era tan perfeccionista como su novio. 

Después de guardar todo decidieron hacer unas hamburguesas caseras y a hablar un poco de las posibilidades de futuro que podrían tener en ese pequeño pueblo.

—En caso de que nos digan que podemos cambiar el expediente sin que nuestros padres se enteren—habló Víctor—Podemos apuntarnos a la escuela de verano a hacer los exámenes que nos falten en septiembre y nos sacamos el último curso a distancia, empezar a buscar trabajo, cerca de casa hay una cafetería muy rollo los ochenta, podría mirar ahí a ver si necesitan personal—bebió zumo—Aunque tampoco corre prisa con tus ahorros y los míos podemos aguantar hasta enero más o menos si nos sabemos administrar bien.

—Sí, pero si podemos empezar a trabajar cuanto antes mejor, la cajera del super me ha dicho que normalmente contratan a chicas jóvenes así que podría probar suerte ahí en septiembre—anunció.

—Pero si vas a continuar con el embarazo no sé si es conveniente que trabajes, la verdad.

—Pero no vamos a vivir durante toda la vida en la casa de los Lewis, tendremos que ahorrar y alquilarnos algo nosotros y con una sola fuente de ingresos eso no se puede—contraataco.

—Tienes razón, tendremos que hacer un esfuerzo muy grande—asintió—Pero estoy seguro de que podremos con todo lo que se nos venga encima.

—Yo también—asintió.

Huyendo del amor.Where stories live. Discover now