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—No puedes hacer esto, JiMin.

La mujer miraba con rostro cansado a su hijo menor, el jóven de rubios cabellos se negaba a seguir las órdenes de su madre, puesto que sabía de sus intenciones en hacerle salir de su habitación.

—No quiero ir mamá—. Vociferó descolocando los mechones de cabello que su madre insistía en peinarle— sabes que me aburro en esos lugares.

—Lo sé cariño, pero es algo que debes hacer, sabes que pronto será la luna llena y debemos entregar gratitud a la diosa para que tu fertilidad siga estable.

JiMin bufó en descontento. Era una tradición para cada manada el entregar ofrendas de gratitud hacia la diosa, así como el pedir por salud y fertilidad para los Omegas de la manada. JiMin lo sabía, más no le gustaba lo que la tradición atribuía, simplemente se sentía incómodo cada que lo presentaban a la luna y todos los Omegas de la manada le miraba esperanzados.

Sabía que como hijo de los líderes debía tener la virtud de traer cachorros a la vida, cachorros fuertes y capaces de gobernar en el futuro a la manda. Pero aún así siempre existía esa incomodidad picando su corazón.

—¿YoonGi puede venir?.

La Omega observó divertida a su hijo mientras esté se resignaba a usar la vestimenta que había elegido para él.

—Sabes que sólo se permiten Omegas.

—Pero es injusto, —se quejó tratando de mantener el equilibrio al estar acomodando sus zapatillas— siempre me aburro ahí, madre.

La mujer no reprimió una carcajada ante los reproches de su hijo, sabía de antemano lo aburrida que solían ser las sesiones de agradecimiento, después de todo, los Omegas ancianos de la manada repetían las mismas palabras cada luna llena, pero era algo que no podían pasar por alto. Era su tradición y además deber.

—Estás a punto de entrar a tus veintitrés años, Park JiMin, ya es hora que dejes al pobre YoonGi, sabes que él no puede estar al pendiente de ti para siempre —. Le reprendió tratando de mostrarse seria, aunque la pequeña sonrisa en sus labios quitaba toda seriedad de su rostro.

—claro que puede, es mi mejor amigo así que estará conmigo para siempre.

[···]

Tomando la mano de su madre, se encaminaron hacia lo más profundo del bosque, ahí dónde las hojas de los árboles eran movidas por el viento y los chillidos de algunos animales se escuchaba. Tras ellos venían la mayor parte de los Omegas del pueblo, algunos ya yacían en el lugar de la reunión y unos que otros se habían quedado al cuidado de los cachorros de la manada.

JiMin se maravilló como cada vez que iban allí, al notar el gran lago en el lugar despejado de árboles, la luna estaba en su penúltima fase y se reflejaba con gracia en las aguas templadas del lago cristalino.

Una pequeña fogata era quién daba luz y calor al lugar, se formaron en circulos dejando a los Omegas líderes justo en el medio, la vista de los presentes se cerró y agradecieron entre palabras propias a la diosa luna.

JiMin tomó asiento en uno de los troncos cortados en el lugar, su madre se movió al frente y los demás Omegas se sentaron a espera de que la Omega líder hablará.

—Bienvenidos, —sonrió con calidez— la luna llena esta por visitarnos y nos es un deber conocer la razón de nuestra reunión, saben que como Omegas en la manada de Busán, tenemos el trabajo de dirigir a nuestros Alfas, encontrar serenidad y calma en medio de la tormenta es para nosotros un deber. Por lo que está noche ofrendaremos nuestros mejores posesiones hacia la luna y pediremos por nuestros Omegas más jóvenes.

Flores en manos de YoonGi ; YoonMin/윤민 Where stories live. Discover now