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La mañana llegó junto una efímera brisa de verano, JiMin despertó en cuanto escuchó movimiento en la mansión. Estiró sus brazos y se apresuró a abrigarse con la bata doblada en su mesita de noche.

Soltó un bostezo y se apresuró a abrir las puertas de su balcón.

El sol estaba escondido entre algunas nubes y la brisa se sentía cálida en el tacto de su piel, alzó su vista y posó sus manos en la barandilla de cemento. Su vista se perdió entre los colores de las flores y sonrió ante el espacio que quedaba justo frente a su vista.

—Serás una gran concebidora de cachorros —habló al pequeño tallo sin flores que recientemente YoonGi había plantado.

Regresó al interior de su habitación y se apresuró a buscar el atuendo que usaría ese día.

—Será un gran día.

[🥀]

—YoonGi, el desayuno esta listo.

El beta asintió para luego volver su vista hacia su trabajo.

Había estado plantando las margaritas para su madre, cuando notó una maleza alrededor de las flores que había plantado hace casi un mes, eran unas petunias que JiMin le había obsequiado.

Suspiró y se puso sobre sus pies, sacudió la suciedad de sus pantalones y caminó unos pasos hasta llegar a su propia colección de flores.

—Espero que esta vez funcione.

Tomó una regadera de plástico, la favorita de su madre, y vertió el agua de está sobre sus flores. Esperaba que esta vez no volviera ha aparecer maleza en ellas, después de todo ésto sólo significaba que la luna le estaba negando su pedido. Bufó.

Fue en su cumpleaños número diecisiete que la idea empezó a adueñarse de sus pensamientos, sabía que era algo imposible, después de todo no era un alfa y mucho menos un Omega, por lo que siendo un beta nunca tendría la oportunidad de obtener un cachorro. O al menos no hasta que encontrará una beta de la cual pudiese enamorarse, pero eso era casi imposible, casi tanto como que sus flores dejaran de tener maleza, después de todo los betas eran tan escasos que era casi un milagro que naciese uno y mucho más que naciera una mujer, eso era todavía más impresionante.

Sin embargo, a pesar de las pocas probabilidades que tenía de tener una descendencia, nunca se rindió, siguió plantando flores en su jardín y quitando la maleza que insistía en crecer alrededor de estás, siguió gastando monedas en flores y desechando las que morían a cada tanto. A veces envidiaba las flores de JiMin, estás crecían tan hermosamente que le hacían querer otorgarle miles de insultos a la luna por ser tan injusta con los betas.

Sus padres le animaban y seguían repitiendo que no era algo por lo que él debía preocuparse. Pero él nunca lo creyó al cien porciento, después de todo sabía que sus padres ansiaban tener un nuevo cachorro en la familia, lo notaba en el brillo que iluminaba sus ojos cuando nuevos cachorros eran presentados a la manada. Y fue esa una de las razones para seguir rogando a la luna y plantando una flor dónde dejaba su esperanza.

—Me daré una ducha primero —informó a su madre antes de ir a su habitación y limpiarse.

[🥀]

—Hoy hay luna llena —manifestó Young Mi, la Omega estaba emocionada, muchos de los Omegas más jóvenes darían sus ofrendas a la madre luna en símbolo de deseo. Esperaba que la mayoría pudiera gozarse de un de parte de la luna.

YoonGi suspiró tomando un gran bocado de comida. Cada luna llena la manada se llenaba de tensión, muy pocos dejaban sus casa por la noche debido a que dedicaban grandes horas a pedir por futuros cachorros.

Flores en manos de YoonGi ; YoonMin/윤민 Where stories live. Discover now