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Un pequeño tirón dió directo a su estómago, sus ojos se abrieron demás y analizaron a la persona que yacía sentada frente a él.

Con una sonrisa timida y haciendo una pequeña reverencia con su cabeza, la chica le saludó. Su entrecejo se frunció levemente puesto que eran demasiado los pensamientos que habían empezado a saltar a su mente. Estaba sorprendido, no podía evitarlo después de todo el conocer a una beta era casi como encontrar un tesoro bajo tierra.

—Mi nombre es Min YoonGi —saludó cuando la chica había quedado esperando su respuesta.

—Mucho gusto —susurró dejando el silencio palpable en el lugar.

Estaba tan metido en su estupor de observar a la chica que cuando la silla a su lado se arrastró en el piso de mármol, se vió sorprendido. Miró a su lado y pudo persivir los ojos brillantes de JiMin apañados. Y por un momento se asustó.

—Estaré en mi habitación —su voz salió bajita y antes de que su padre se lo impidiera, él simplemente había seguido su paso acelerado lejos de ahí.

Se supone que no debía ser infantil, ya había imaginado una y mil ocasiones en los que YoonGi encontraba una chica beta, incluso había luchado con su parte egoísta que lo quería solo para si mismo y había aceptado que era lo mejor para YoonGi, para su futuro.

Pero ahora, teniendo que ser presente de un encuentro que muy difícilmente no se convertiría en un amorío, toda fuerza que se dijo haber recogido para un momento como éste, simplemente se había drenado con las lágrimas silenciosas que habían empezado a mojar sus mejillas.

Buscó calmarse, aspirando todo el aire posible, pero un nuevo sollozo atacaba su garganta cuando pensaba en un YoonGi lejos de su lado.

Había tratado con todo su ser evitar el amor que sentía por su mejor amigo de toda la vida, pero era casi agonizante tratar de luchar contra su corazón que insistía en sufrir con tal de tener al beta cerca.

Todo era demasiado injusto.

—JiMin —el llamado tras la puerta le hizo tensarse. No quería ver a nadie— abre, necesitamos hablar.

—Quiero dormir, YoonGi —masculló lo suficientemente fuerte y seguro como para que el beta se fuera.

—Es temprano aún y yo mejor que nadie sé que tu eres el último en dormir en esta casa.

JiMin bufó enterrando su rostro en su almohada.

—Vete, quiero dormir temprano hoy.

YoonGi rodó sus ojos tras la puerta. Su corazón había estado latiendo tan errático que poca atención le prestó a los demás en la mesa en el momento que salió tras del Omega.

—JiMin, —susurró cansado— el hecho de que ella sea beta no significa nada.

Escuchó un pequeño sollozo y sus ojos se apretaron, sabía que JiMin reaccionaría así, aún si en lugar de una beta fuese una Omega a la que conociese, sabía que JiMin sufriría haciéndose miles de escenarios. Y sabía que en parte era su culpa, después de todo debido a su obstinación de querer tener un cachorro, JiMin había empezado a obsesionarse con ello también, incluso más de lo que él ya lo estaba.

Él no quería eso, porque a pesar de ese deseo en su corazón, lo último que quería hacer era sobreponer su felicidad por sobre JiMin. Siempre sería JiMin. Su sonrisa, el brillo en sus ojos y la felicidad que le caracterizaba. Nunca se permitiría tener una pareja si con ello dañaba al Omega.

Porque JiMin era la persona más hermosa que había conocido. Aún si su corazón aún no podía corresponderle. Él lo quería mucho y siempre se sentiría preocupado por él bienestar del Omega.

Flores en manos de YoonGi ; YoonMin/윤민 حيث تعيش القصص. اكتشف الآن