CAPITULO 34:

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Me corta el cabello despeinado seriamente. Observó a consciencia las tijeras que tiene entre sus manos con mis ojos negros. En realidad, se le da bien. Las tijeras cortan felizmente en sus manos y el cabello de los lados de mis orejas cae lentamente.

Le dejo hacer lo que quiere y me quedo inmóvil. Poso los ojos en Maní, que está por aquí cerca, y el sonido de las tijeras resuena en mis oídos. En un momento despreocupado e indolente. El cielo está inesperadamente claro, seguramente porque llovió ayer.

La mano de Ye CanSheng se mueve por alrededor de mis orejas mientras me va cortando el cabello. La calidez de sus manos permanece en mis orejas: es muy cómodo.

–YunSheng. – Su voz suena al lado de mi oreja.

–¿Mmm? – Me baño, perezosamente, en el sol cegador matutino.

–Cierra los ojos, sino te caerá cabello del flequillo.

Sus palabras tienen sentido, así que cierro los ojos obedientemente.

–Levanta la cara.

–Oh.

Como no pasa nada, abro los ojos y me encuentro a Ye CanSheng mirándome atónito. Todavía tiene las manos en posición, pero sus ojos me miran en trance y se ruboriza sospechosamente.

Sé de inmediato lo que está pasando, me aferro al brazo de la silla y cojo aire.

–¡Date prisa y corta! ¡¿Por qué tienes la cara tan roja?!

–Quiero comerte... – Deja caer las manos y tira de mi cuello hacia sus brazos antes de inclinarse.

–¿Mmm? ¡Ay!

Me lamo la herida que acaba de aparecerme en mis labios mientras miro a Ye CanSheng que murmura para sí.

–¿Qué te parece? – Me mete el espejo en las manos y se sienta en la silla de mi lado. Abraza a Maní, que ya se ha tranquilizado, y espera mis halagos.

Miro el peinado como ausente y lo mejor que consigo decir es:

–Tiene un aire artístico.

No es un halago, pero tampoco le desalienta.

Me cuesta no reírme. La persona del espejo lleva el pelo desigualado, no sé si reír o llorar. Un lado largo, el otro corto. Le cae desordenadamente por todas partes. Por suerte, tengo el cabello bastante suave, sino con todo ese desorden se volvería una mata llena de puntas de longitudes diferentes.

Se me riza el pelo, por lo que mi cara parece más redonda, y es muy divertido. Se me ven las cejas y los ojos perezosos. Mi color de iris no es tan fuerte como el de Ye CanSheng, pero tiene una luz y un sentimiento único. Mi cara sigue siendo la misma, pero como he perdido peso, tengo la mandíbula más puntiaguda.

La brisa me levanta cuatro cabellos demasiado cortos. Si los tuviese que describir con palabras de Ye CanSheng, diría que están: "muy animados". Sí, están tan animados que me dan ganas de zurrarle.

En realidad, cuando escudriño mi reflejo me da la sensación de estar viendo a un desconocido. Me he puesto mucho más pálido. ¿Cómo no? Si me paso el día encerrado en esa habitación. En realidad, si no fuera por la hinchazón de las esquinas de mis labios por los mordiscos de Ye CanSheng, no tendría mal aspecto.

Nos pasamos todo el día en el patio juntos No puedo considerar nuestros días espectaculares, tampoco memorables. Básicamente, nos acostamos y nos abrazamos y, sin embargo, me he enamorado de este tipo de vida.

En cuanto se me permite salir, no me apetece quedarme soñando despierto en el sofá de la habitación.

"El Emperador no organiza cortes matutinas con una belleza a su lado", estas palabras de DongYan fueron muy vívidas y descriptivas. El motivo de estas palabras es que, Ye CanSheng se aferra a mí durante otros cuatro días enteros después de que yo empiece a hacerle caso. En realidad, sus palabras me gustaron mucho. Sí, "belleza". Y pensar que alguien me pueda llamar algo así con el cabello que llevo.

Nadie aguanta el temperamento de mi CanSheng, así que, los cuatro peces gordos han tenido que venir ellos mismos. Cuando acabamos de comer juntos, él se reúne con esos cuatro miembros y yo me quedo en la hamaca, relajándome mientras abrazo a Maní. El perro es especialmente obediente después de comer y beber, por lo que me permite acariciarle la cabecita mientras duerme.

Nunca he estado tan tranquilo, pero la calma nunca dura. Justo cuando se me empiezan a cerrar los ojos oigo un grito que sorprende y despierta a mi Golden terrier. Abro los ojos y me encuentro a DongYan delante de mí. Me froto los ojos por el dolor de cabeza.

¿Por qué CanSheng habrá traído a los cuatro peces gordos al jardín?

–¿Cómo es que han venido? ¿No les da miedo que me entere de cosas que no debería saber? – Me froto la cabeza y dejo a Maní en los brazos de CanSheng.

De repente, me doy cuenta de que todo mi entorno está demasiado tranquilo. Levanto la cabeza y veo a los que se están acercando.

DongYan deja de masticar el chicle y ladea la cabeza con una expresión sofocante; XiYan sujeta el cigarro con dos dedos y NanYan le da la espalda a BeiYan que está a punto de quedarse dormido.

No puedo evitar suspirar. Continúo sentado al lado de Ye CanSheng y le miro furtivamente.

–Si se quieren reír, adelante. Tengan cuidado de no provocarse heridas internas de tanto aguantarse.

¿Por qué parece que hayan visto un fantasma? Es sólo un corte de pelo.

–Ye Sao (Esposa de su Joven Maestro ), ¿lo has hecho a propósito?

–Ten cuidado de que no se te escape volando el chicle de tanto reírte.

–¿Una nueva moda? Ye Sao, ¡qué talento tienes! ¡Jajaja!

–¿Ya no quieres el caramelito? – Le dedico una mirada furtiva a Ye CanSheng otra vez. – ¡Pregúntenle a su Joven Maestro!

En cuanto termino la frase, ambos hombres dejan de reírse. Ye CanSheng coopera cruzándose de piernas y repasándoles con la vista.

–Es muy artístico. – XiYan es el más listo.

–¿Qué tienen en contra? – También me cruzo de piernas. Cojo la taza de té que hay en la mesa y le doy un sorbo. Imito a Ye CanSheng y les estudio con la mirada.

–Nada...

En el pabellón hay cinco personas y un perro disfrutando de la tranquilidad de una tarde de Otoño.

XiYan deposita a BeiYan, que parece un cadáver, en la hamaca. Me siento extraño viendo cómo todos se toman el té que he hecho.

–¿Han venido a reírse de mí o a beber mi té?

–¡Hemos venido a dar buenas noticias!

XiYan lame una piruleta que ha sacado de Dios sabe dónde.

–¿Qué buenas noticias?

–Dejarte salir. – La voz de Ye CanSheng inunda mi oreja, su tono muestra su renuencia.

Me parece estar teniendo alucinaciones.

–R-Repite eso... – Me pellizco la oreja un par de veces.

Ye CanSheng gira la cabeza.

–Dejarte salir... Mañana...

Se me cae la taza de té al suelo, sacando así a BeiYan de su sueño. Se frota los ojos y se cae de la hamaca. Después, vuelve a sentarse en ella como si no hubiese pasado nada y me mira como ausente.

–Qué feo...

En estos momentos estoy de muy buen humor, así que no monto ningún alboroto por lo que ha podido hacer o decir un niño pequeño.

Sin embargo, si supiera que me encontraría con ShangFan y que por culpa de ello toda esta tranquilidad iba a cambiar, hubiese preferido que Ye CanSheng me hubiera seguido manteniendo  encerrado.

ENFERMIZO TIRÁNICOWhere stories live. Discover now