CAPITULO: 40

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No puedo evitar preguntárselo a pesar de que sé que puede decir que Ye CanSheng ha muerto para acabar con todas mis esperanzas. Así es, el corazón humano es débil. Lo que parece unas tenazas vuelve a penetrarme causándome gran dolor.

–¿Ye CanSheng? – Lo dice otra persona. Su pronunciación es tan diferente que parece provenir de otro mundo.

–Ugh...

Arqueo el cuello hacia atrás. No siento placer ni excitación ninguna, sólo ataques de tristeza constantes y agonía.

–No te preocupes, ah, tiene mucha suerte. ¡No ha muerto ni en semejante alboroto!

No pensaba que me lo diría. Le miró aturdido. ¡No ha muerto! ¡Sigue vivo! ¡CanSheng, rápido! ¡Ven y llévame a casa!

–No pongas esa cara esperanzada. ¡Me dan ganas de violarte una y otra vez!

Me duele la rodilla por el rato que lleva doblada. No siento nada de la cintura para abajo, sigo entumecido. Hay algo que entra y sale sin parar, y el sonido constante del choque de carne resuena detrás de mí oído.

–¿Por qué...? ¿Tú...? Ay... Ah... – Mi cuerpo se levanta y cae, y no consigo pronunciar una frase completa.

Lo único que pueden ver mis ojos son las cortinas que se mecen y el cabello negro de ShangFan.

Casi parece mostrar algo de consideración. ShangFan me repasa el cuerpo sudoroso, me abraza, sentándome sobre sus piernas, y detiene sus movimientos. Lo que tengo en mi cuerpo entra más adentro. Es como si una corriente eléctrica fluyese desde mi espalda. Me quejo débilmente.

–¿No tienes curiosidad por saber por qué no te he mentido y te he dicho que no ha muerto?

Me levanta las piernas y mi corazón se petrifica.

–Para, ay...



Narración de ShangFan:

Pasó hace mucho tiempo, y también se trata de los momentos que no pienso olvidar sin importar los años que pasen.

En una ciudad antigua, bajo el sol, él estaba sentado debajo de un árbol y observaba el cielo. Las mariposas revoloteaban por delante de sus ojos y, ni siquiera las hojas del libro que se movían a su lado, lograban reclamar su atención.

Los mechones de su cabello negro eran suaves, brillantes y se rizaban un poco alrededor de las orejas. Había un par de gafas negras sobre el arco de su nariz que relucían bajo los rayos del sol. Nadie se hubiese imaginado que se trataba de un profesor de universidad.

Se llamaba Fang FuSheng, pero yo le llamaba XiaoFu. Era el hombre del que me enamoré en la universidad y en toda mi vida.

Los adolescentes se rebelan, sobretodo en la universidad.

Conocí a compañeros de clase exactamente como yo y, al mismo tiempo, le conocía a él que era diferente a la multitud. No era como los profesores normales y sus comentarios gastados y estereotipados. Su unicidad y despreocupación me atrajeron siempre. YunSheng también tienes este rasgo suyo.

Después de acabar con los ojos hinchados y la cara amoratada por una pelea, él se limitó a echarme un vistazo antes de volverse hacia su escritorio y preguntar:

–¿No te duele?

- Me sale sangre, ¿cómo no me va a doler?

Recuerdo no tratarle con una actitud amable en aquel entonces, porque predije que me regañaría y me advertiría que no debía pelear si no quería que me expulsasen y demás. Todos eran iguales.

ENFERMIZO TIRÁNICOWhere stories live. Discover now