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NORA

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— ¿Sofía? — asomo la cabeza por la puerta.

— Nora, pasa — dice haciendo gestos con una mano.

Tomo asiento en frente de ella y espero pacientemente a que empiece a hablar mientras juego con los dedos algo nerviosa.

— Supongo que sabes por qué te he llamado — no respondo del nudo que me bloquea la garganta. — Después de mucho papeleo y conversaciones algo densas hemos podido llegar a un acuerdo — levanto las cejas invitándole a continuar. — Podrás mudarte con ellos.

Sonrío reflejando mi felicidad y sin pensarlo rodeo la mesa y la abrazo.

— Gracias, gracias, gracias.

— Siéntate por dios — señala la silla riéndose y haciendo caso vuelvo a mi sitio. — Se te ve cómoda con Óscar y Melanie así que los acompañarás. Eso sí, si sucede cualquier cosa tendrás que avisarme inmediatamente.

Asiento aún con la sonrisa en la cara, segura de que nada malo podría pasar.

— Falta poco para que se cumpla un año desde que estamos los tres juntos, no creo que pase nada.

Ordena los papeles que están en la mesa y los apila, luego los mete en un sobre y me lo da.

— Tienen que firmar esto — agarro el sobre y la miro. — No es nada importante, solo se comprometen a velar por ti y tu seguridad.

Me levanto dispuesta a irme.

— Gracias de nuevo Sofía.

Ahora es ella quien rodea el escritorio y se aproxima a mi.

— Cuídate mucho Nora — me da un abrazo.

Me despido de ella y salgo hacia la parada de autobús pensando en como se lo tomaran ellos ya que estaban preocupados por si al final no me dejaban viajar. Hasta Óscar se replanteó declinar el trabajo.

El bus llega y paso mi tarjeta por la máquina.

— Nora, ¿cómo va todo? — pregunta el conductor con un tono amable.

— Mejor que nunca — respondo adentrándome en el transporte.

Quince minutos después paramos en frente y bajo.

— Adiós Luis.

El susodicho me despide agitando la mano y segundos después se cierran las puertas.

Con llaves en mano, corro hacia la entrada de mi casa y abro, el aroma de la comida me da la bienvenida.

— Ya he llegado — dejo la mochila en la entrada y voy a la cocina.

— Hola amor, ¿qué tal la reunión? — coloca el cucharón en la mesa y me mira.

— Sin más — abro la nevera en busca de algo de picar.

— Ni se te ocurra, estoy a punto de terminar esto así que tendrás que esperar.

Sonrío y me separo del electrodoméstico.

— ¿Y Óscar?

— En el despacho, haciendo algunas llamadas.

— ¡Date prisa con eso que me muero de hambre! — grito volviendo a la entrada.

Abro la mochila, agarro el sobre y voy al despacho de Óscar. Una vez allí toco la puerta.

— Pasa — pide alzando la voz para que se le oiga.

Entro y le muestro lo que tengo en la mano.

— ¿Qué es eso? — sus ojos van del sobre a mi cara.

— Descúbrelo tú mismo — se lo entrego.

Lo abre ansiosamente y lee su contenido, después una sonrisa de punta a punta ilumina su cara y me contagia la mueca.

— Próximo destino: Argentina.

tenías que ser tú; truenoWhere stories live. Discover now