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NORA

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Miro a un punto perdido del salón mientras espero el pitido del microondas.

Aún llevando una semana en Argentina no me acostumbro al cambio de horario y menos a tener que levantarme a las siete de la mañana cuando en España serían las dos de la noche.

Noto dos palmaditas en la espalda que me espabilan.

— El micro Nora, se te va a enfriar la taza.

Observo como Melanie se mueve con agilidad y me sorprende que a ella no le afecte el Jet Lag.

Me levanto y saco el vaso cuando un calor sobrenatural me invade la palma de la mano.

— Joder — agito la mano en el aire como si eso fuera de ayuda.

Por suerte estoy sola y nadie ha sido testigo de lo estúpida que me pone el no poder dormir. El resto del desayuno pasa sin incidentes y subo a mi cuarto a vestirme, diez minutos después estoy lista y pongo rumbo al instituto.

Los días que Melanie me acercó pude memorizar más o menos el camino y hoy es el día perfecto para lanzarme a la aventura de llegar sin perderme.

En las calles transcurren adolescentes apurados por no llegar tarde y saco el móvil para mirar la hora, se supone que llegaba con tiempo pero el reloj me confirma que no, que faltan cinco minutos para que empiecen las clases.

Maldigo al darme cuenta que estoy a más de cinco minutos y dudo en si llamar a Melanie pero descarto la idea, no me queda otra que correr. Digamos que esa actividad no es lo mío y a los dos segundos ya estoy agachada con las manos en los muslos y boqueando como si fuera un pez.

— ¿Te encuentras bien? — escucho desde atrás.

Doy un pequeño brinco del susto.

— Perdón, no quería asustarte.

Miro la cara del sujeto y le reconozco como uno de los chicos que se sienta en la fila del medio.

— Sí — digo poniéndome lo más recta que me permite el cansancio.

— Tú eres... — le interrumpo.

— Nora. Bueno... Adiós.

Me doy la vuelta y sigo andando rápido intentando no desmayarme por el esfuerzo físico.

— Yo soy Kmi — se pone al lado mío.

Murmullo un encantada y me centro en llegar.

Siete minutos basados en silencios incómodos después, entramos en clase y por suerte la profesora no ha llegado aún. Kylie me mira sorprendida mientras me siento y antes de que me pregunte le explico lo que ha sucedido.

— Que raro, Camilo siempre va con Mateo.

— ¿Con quién? — pongo la mochila al lado de la mesa.

— Con su mejor amigo, el que se sienta a su derecha.

Disimuladamente miro hacia su dirección y le reconozco como el chico con el que interactué el primer día.

— Ah — me limito a decir.

La profesora entra y nos corta la conversación, cosa que agradezco porque no tenía mucho más que decir.

En medio de la lección, un papelito aterriza en mi lado de la mesa y extrañada miro a mi alrededor buscando al remitente.

Muerta de la curiosidad abro el mensaje.

t hecho una pique hasta tu casa cuando salgamos? Pero intenta no desmayarte reina ;)
Kmi

tenías que ser tú; truenoWhere stories live. Discover now