MATEO
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¿Conoces esa horrible sensación que te entra cuando la chica a la cual amas está rota delante de tus narices y tú no puedes hacer nada?
Bien, eso siento ahora mismo, por lo que cuando se lanza a mi en busca de opacar ese dolor yo la recibo con los brazos abiertos.
Me besa con desesperación, sus labios están salados a causa de las lágrimas que ha derramado.
Dirijo mis manos hacia su cintura y tiro de ella hasta que está sentada encima mía y nos devoramos el uno a otro con un amor infinito.
Noto sus dedos rozándome el dobladillo de la camiseta, me separo de ella y dejo que me la saque para luego volver a besarla.
La agarro por los muslos, la elevo para dejarla suavemente contra la cama conmigo encima y me apoyo en mis codos para no aplastarla con mi peso.
Nos separamos para recuperar el aliento y aprovecho para inspeccionarla, sus labios están un poco hinchados a causa de los besos y sus pestañas parecen húmedas.
No me da tiempo a observarla mucho más porque junta de nuevo nuestros labios, nuestras lenguas bailan al mismo ritmo lento y profundo.
Estamos tan metidos a lo nuestro que no nos damos cuenta de que hay alguien más en la casa hasta que llaman a Nora.
Le doy unos cuantos picos, me levanto y le ayudo a incorporarse, recojo la camiseta que había acabado a los pies de la cama y me la pongo.
— ¿Qué? — sonrío al notar que me está comiendo con los ojos.
— Nada — contesta algo ruborizada.
Se pone de pie y se dirige al vestidor, segundos después sale con las Converse negras, sus favoritas.
— Vamos.
— ¿A dónde? — me coge de la mano y tira de mi.
— Da igual, no quiero quedarme aquí.
Justo cuando salimos Óscar y Melanie están subiendo las escaleras.
— Hola, no sabía que habíais llegado ya.
— ¿A dónde vais? — dice ella mirando fijamente nuestras manos entrelazadas.
— A dar una vuelta — contesta Nora tirando de mi.
— ¡No tardes mucho! — grita mientras bajamos las escaleras.
Llegamos a la calle y decidimos dar una vuelta, son las once y la oscuridad nos rodea.
— Me muero de hambre — hablo después de un rato.
Más que por mi quiero que ella coma algo, ya que durante el día no lo ha hecho.
— Yo también — confiesa.
— Pues vamos.
Seguimos con las manos unidas desde que salimos de su casa, no me canso de su tacto.
La llevo a una pizzería que está unas calles abajo, entramos y el sitio está vacío, solo hay unas cuantas personas.
Tomamos asiento en una mesa y pedimos una pizza mediana.
— ¿Cómo estás?
— Bien — sonríe y una paz interior me invade, echaba de menos esa sonrisa.
Pasan unos minutos, nos traen el pedido y le hincamos el diente a la comida mientras hablamos de cosas triviales.
— No puedo más — se acomoda en el asiento minutos después.
— ¿Ya? — rio, solo se ha comido tres piezas.
Sonríe encogiéndose de hombros.
La verdad es que yo también me he saciado y aún quedan algunas porciones, así que cierro la caja con la intención de dársela a mi padre.
Dejo unos cuantos billetes y ella me repite una y otra vez que me lo devolverá mañana.
— No hace falta — aseguro poniendo los ojos en blanco.
Nos ponemos de pie, le agarro la mano y nos dirigimos a la puerta.
— No me jodas.
Martina está entrando con unos cuantos amigos detrás, su mirada se ilumina cuando choca con la mía y Nora me aprieta más fuerte la mano.
— Vaya, que casualidad — dice cuando llega hasta nosotros.
— Martina — digo en forma de saludo.
— ¿No nos vas a presentar? En la fiesta no tuvimos el gusto.
Suspiro sin saber hacia donde quiere ir con todo esto.
— M, esta es Nora, mi... — la mencionada me interrumpe.
— Novia — completa pegándose a mi.
En un instinto le rodeo su cintura con mi brazo y me sonríe.
— ¿Novia? — pregunta mientras se le va el color del rostro.
— ¿Te encuentras bien? Te ha cambiado la cara...
Miro de reojo a Nora y confirmo que está disfrutando con la situación.
— Perfectamente — responde recomponiéndose.
— Amor, ¿nos vamos? — me mira.
Asiento, rodeamos a Martina y salimos del local.
— Espera — dice una vez fuera.
Se coloca en frente mía, pone sus manos en mi nuca y de improvisto me come la boca.
Tardo unos segundos en reaccionar pero cuando lo hago la pego contra mi y nos consumimos el uno al otro.
Estamos así hasta que nos quedamos sin aliento por lo que me muerde el labio y se separa.
— Joder — suspiro.
— Rematada — sonríe Nora mirando más allá de mi.
Me doy la vuelta y observo como Martina nos observa con la boca desencajada.
— Anda vamos — digo sin poder evitar reír.
Volvemos a su casa y nos paramos en la entrada.
— Siento el numerito de antes — se disculpa algo ruborizada.
— ¿Cómo te puedes avergonzar ahora después de literalmente haberme devorado en medio de la calle? — pregunto riendo.
Se muerde el labio intentando no reír.
— Gracias por quedarte — me dice algo más seria.
— Gracias por dejarme.
Me da un abrazo rápido, gira sobre sus talones hacia la puerta y doy un paso hacia atrás pero me acuerdo de algo.
— Nora.
Se da la vuelta y me mira.
— Estoy encantado de ser tu novio — visualizo su expresión sorprendida, le guiño un ojo y me marcho.
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tenías que ser tú; trueno
Romance【 TERMINADA 】 ❝tengo cicatrices que piden a gritos ser abiertas❞ → prohibido copias y/o adaptaciones. → inicio: nueve de junio ; final: veintiuno de agosto. ➫ #➊ - mateo「 01/09/20 」 ➫ #➊ - freestyle「 02/09/20 」 ➫ #➊ - trueno「 08/10/20 」 ➫ #➏ - rap...