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MATEO

❁══════❁

¿Conoces esa horrible sensación que te entra cuando la chica a la cual amas está rota delante de tus narices y tú no puedes hacer nada?

Bien, eso siento ahora mismo, por lo que cuando se lanza a mi en busca de opacar ese dolor yo la recibo con los brazos abiertos.

Me besa con desesperación, sus labios están salados a causa de las lágrimas que ha derramado.

Dirijo mis manos hacia su cintura y tiro de ella hasta que está sentada encima mía y nos devoramos el uno a otro con un amor infinito.

Noto sus dedos rozándome el dobladillo de la camiseta, me separo de ella y dejo que me la saque para luego volver a besarla.

La agarro por los muslos, la elevo para dejarla suavemente contra la cama conmigo encima y me apoyo en mis codos para no aplastarla con mi peso.

Nos separamos para recuperar el aliento y aprovecho para inspeccionarla, sus labios están un poco hinchados a causa de los besos y sus pestañas parecen húmedas.

No me da tiempo a observarla mucho más porque junta de nuevo nuestros labios, nuestras lenguas bailan al mismo ritmo lento y profundo.

Estamos tan metidos a lo nuestro que no nos damos cuenta de que hay alguien más en la casa hasta que llaman a Nora.

Le doy unos cuantos picos, me levanto y le ayudo a incorporarse, recojo la camiseta que había acabado a los pies de la cama y me la pongo.

— ¿Qué? — sonrío al notar que me está comiendo con los ojos.

— Nada — contesta algo ruborizada.

Se pone de pie y se dirige al vestidor, segundos después sale con las Converse negras, sus favoritas.

— Vamos.

— ¿A dónde? — me coge de la mano y tira de mi.

— Da igual, no quiero quedarme aquí.

Justo cuando salimos Óscar y Melanie están subiendo las escaleras.

— Hola, no sabía que habíais llegado ya.

— ¿A dónde vais? — dice ella mirando fijamente nuestras manos entrelazadas.

— A dar una vuelta — contesta Nora tirando de mi.

— ¡No tardes mucho! — grita mientras bajamos las escaleras.

Llegamos a la calle y decidimos dar una vuelta, son las once y la oscuridad nos rodea.

— Me muero de hambre — hablo después de un rato.

Más que por mi quiero que ella coma algo, ya que durante el día no lo ha hecho.

— Yo también — confiesa.

— Pues vamos.

Seguimos con las manos unidas desde que salimos de su casa, no me canso de su tacto.

La llevo a una pizzería que está unas calles abajo, entramos y el sitio está vacío, solo hay unas cuantas personas.

Tomamos asiento en una mesa y pedimos una pizza mediana.

— ¿Cómo estás?

— Bien — sonríe y una paz interior me invade, echaba de menos esa sonrisa.

Pasan unos minutos, nos traen el pedido y le hincamos el diente a la comida mientras hablamos de cosas triviales.

— No puedo más — se acomoda en el asiento minutos después.

— ¿Ya? — rio, solo se ha comido tres piezas.

Sonríe encogiéndose de hombros.

La verdad es que yo también me he saciado y aún quedan algunas porciones, así que cierro la caja con la intención de dársela a mi padre.

Dejo unos cuantos billetes y ella me repite una y otra vez que me lo devolverá mañana.

— No hace falta — aseguro poniendo los ojos en blanco.

Nos ponemos de pie, le agarro la mano y nos dirigimos a la puerta.

— No me jodas.

Martina está entrando con unos cuantos amigos detrás, su mirada se ilumina cuando choca con la mía y Nora me aprieta más fuerte la mano.

— Vaya, que casualidad — dice cuando llega hasta nosotros.

— Martina — digo en forma de saludo.

— ¿No nos vas a presentar? En la fiesta no tuvimos el gusto.

Suspiro sin saber hacia donde quiere ir con todo esto.

— M, esta es Nora, mi... — la mencionada me interrumpe.

— Novia — completa pegándose a mi.

En un instinto le rodeo su cintura con mi brazo y me sonríe.

— ¿Novia? — pregunta mientras se le va el color del rostro.

— ¿Te encuentras bien? Te ha cambiado la cara...

Miro de reojo a Nora y confirmo que está disfrutando con la situación.

— Perfectamente — responde recomponiéndose.

— Amor, ¿nos vamos? — me mira.

Asiento, rodeamos a Martina y salimos del local.

— Espera — dice una vez fuera.

Se coloca en frente mía, pone sus manos en mi nuca y de improvisto me come la boca.

Tardo unos segundos en reaccionar pero cuando lo hago la pego contra mi y nos consumimos el uno al otro.

Estamos así hasta que nos quedamos sin aliento por lo que me muerde el labio y se separa.

— Joder — suspiro.

— Rematada — sonríe Nora mirando más allá de mi.

Me doy la vuelta y observo como Martina nos observa con la boca desencajada.

— Anda vamos — digo sin poder evitar reír.

Volvemos a su casa y nos paramos en la entrada.

— Siento el numerito de antes — se disculpa algo ruborizada.

— ¿Cómo te puedes avergonzar ahora después de literalmente haberme devorado en medio de la calle? — pregunto riendo.

Se muerde el labio intentando no reír.

— Gracias por quedarte — me dice algo más seria.

— Gracias por dejarme.

Me da un abrazo rápido, gira sobre sus talones hacia la puerta y doy un paso hacia atrás pero me acuerdo de algo.

— Nora.

Se da la vuelta y me mira.

— Estoy encantado de ser tu novio — visualizo su expresión sorprendida, le guiño un ojo y me marcho.

tenías que ser tú; truenoWhere stories live. Discover now