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NORA

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Alzo la vista y observo ante mi la Bombonera, el estadio de la Boca Juniors, es una estructura dimensional que impone por fuera, los colores que lo pintan son el azul y el amarillo y dan la brocha de oro a este barrio tan colorido.

— Tienes que verlo por dentro, es una pasada — la expresión de Mateo transmite ilusión y adoración.

— Me encantaría — confieso.

— ¿Sí? — me mira y asiento. — Pues podemos venir un día o puedes ir con tu familia, me refiero a que no hace falta que vengas conmigo... — su voz se va apagando mientras se rasca la nuca en un gesto nervioso.

— Prefiero que me lo enseñes tú — sonrío.

Me acompaña con una sonrisa y acepta.

Nos sentamos en los bancos de la plaza algo cansados de tanto andar y Mateo me cuenta lo orgulloso que se siente de vivir aquí, también me comenta que en su última canción habla de estos sentimientos hacia su barrio.

— Se titula Azul y Oro por... — le interrumpo.

— La Boca — finalizo la frase y el asiente.

— No sé, vivo aquí desde muy chico y estas son mis raíces. Que mejor homenaje que una canción, ¿no crees? — sonríe.

Comprendo ese cariño ya que en su día yo también lo llegué a sentir.

— Te entiendo.

— Ya sabes muchas cosas sobre mi, yo de ti solo sé que te llamas Nerea y que vienes de España.

— ¿Nerea? Me llamo Nora.

— Ya lo sé, es difícil que se me olvide tu nombre teniendo esa carita  — se ríe.

Me pega la risa y estamos así unos segundos.

— ¿Qué quieres saber?

— No sé... ¿Tienes hermanos?

Un flashback me inunda la mente.

Estaba tirada en el césped intentando leer un libro pero me fue difícil concentrarme porque Lina no paraba de tirarme de la camiseta.

Nora... ¡Hazme caso!

Finalmente solté el libro y la observé.

¿Qué sucede?

— Ven a jugar conmigo — tenía la pelota al lado.

¿Otra vez al fútbol? Ya jugamos ayer.

Sí, otra vez. ¡Levanta!

Lina podía llegar a ser muy insistente por lo que accedí. A ella siempre le gustó todo lo relacionado con aquel deporte, es más, decía que de mayor quería ser futbolista y que nada ni nadie se podría interponer en su objetivo.

Me puse de pie y fuimos al pequeño campo que teníamos en el patio trasero.

— Niñas, no tardéis que está anocheciendo y hará frío — comunicó mi madre desde dentro.

Las dos gritamos un vale y comenzamos a jugar.

— ¿Nora? ¿Estás bien?

Enfoco la mirada que tenía fija en un punto y le miro.

— Sí, sí — fuerzo una sonrisa.

— Has entrado en trance por unos minutos, ¿en que pensabas?

— Era una tontería, olvídalo. ¿Cuál era la pregunta?

Me observa no muy convencido pero vuelve a hacerme la pregunta.

— ¿Tienes hermanos?

— No — me limito a decir.

— Yo sí, se llama Emi. Es menor que yo pero...

Desconecto de lo que me dice y solo pienso en ella. En sus sonrisas y sus insistencias. Sus ganas de demostrar quien era. En sus propósitos y sus sueños, aquellos sueños que a mi pequeña no le dio tiempo a cumplir.

tenías que ser tú; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora