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NORA

❁══════❁

Mientras la llamada transcurre, la cara de Mateo es una secuencia que pasa del enfado a la confusión para terminar horrorizado y todo eso en menos de treinta segundos.

— ¿Todo bien? — pregunto acercándome a él.

Mateo mira al móvil totalmente perdido mientras niega con la cabeza.

— Es E- Emi, ha tenido un accidente — responde con dificultad.

La última palabra me congela en el sitio y cierro con fuerza los ojos.

Un corte bastante feo provocó el hilo de sangre que se deslizaba por mi pierna hasta llegar al suelo del coche.

Gotas del mismo líquido aterrizaban en mi camiseta. Me toqué el cuello y el roce de mis dedos provocó que hiciera una mueca.

Intenté moverme pero tenía la pierna encajada en el asiento delantero y ese movimiento sí que me causó un dolor que manifesté en un pequeño quejido.

Empecé a gritar pidiendo ayuda pero mis súplicas parecían congelarse con el helado viento de esa mañana de febrero.

— ... Tengo que ir ya.

Enfoco la mirada y veo como Mateo sube las escaleras corriendo. A pesar de mi rechazo hacia los hospitales sé que me necesita más que nunca, así que no dudo en acompañarle.

٭٭٭

Estamos sentados en la sala de espera. Mateo mueve la pierna nervioso y yo de vez en cuando le aprieto la mano para que se tranquilice, su padre de mientras cruza de esquina a esquina la pequeña sala.

— ¿Qué ha pasado? — pregunta Mateo por cuarta vez mientras esperamos que el médico salga.

— Estaba en la plaza jugando con sus amigos cuando fue ha recoger el balón que se les había escapado y... y... — se tapa la cara con las manos.

— ¿Familiares del pequeño Palacios?

Los tres nos levantamos a la vez y vamos hacia el señor.

— Soy su padre — dice Pedro.

— Puede estar tranquilo, Emi ha tenido suerte. Solo ha sufrido una conmoción cerebral pero nada grave — aclara al ver la cara de horror de Pedro.

— ¿Cuándo le darán el alta? — pregunta Mateo.

— Ya mismo puede irse pero eso sí, en cuanto sienta mareos deben traerle de nuevo — noto como Mateo se relaja al instante.

— ¿Podemos verle?

— Sí, acompáñame.

Pedro asiente y mira a su hijo.

— Te esperamos aquí, pa.

Se va detrás del doctor y desaparecen tras una puerta, Mateo alza la cabeza y cierra los ojos.

— Joder — suspira.

— Me alegro de que esté bien — le acaricio la mano.

Me mira, sonríe abiertamente y me abraza.

— Gracias por estar — le devuelvo el abrazo y nos quedamos así unos segundos.

Se separa, tira de mi hasta que esta sentado conmigo encima y se esconde en mi cuello.

— He sentido miedo pero saber que estabas ahí conmigo me relajaba, ¿sabes? — me da un besito.

Me aparto para mirarle y le acaricio la cara para después besarle en la boca, me abraza por la cintura acercándome a él y continúa el beso.

— ¡Qué asco!

Nos separamos al instante y vemos como nos mira Emi con una repulsión graciosa y Pedro con la ceja alzada, creo que estoy roja como un tomate.

— Enano.

Me levanto de la pierna de Mateo y los dos hermanos se abrazan.

— Hola Emi.

El pequeño me saluda cuando logra zafarse del abrazo.

— Bueno, ¿vamos? — habla Pedro.

Los tres asentimos y salimos del hospital hacia el coche, por el camino Emi nos explica que pasó exactamente y lo cuenta como si fuera una anécdota divertida. De repente el carro se detiene, hemos llegado a mi casa y como la otra vez Mateo me acompaña hasta la puerta.

— Me hubiera gustado quedarme contigo todo el día — dice cuando llegamos.

— No te preocupes, ya tendremos tiempo.

— Tenemos pendiente una conversación — se acerca más a mi y asiento consciente de ello. — Quédate con que contigo lo quiero todo, ¿sí?

Le miro sorprendida y cuando le voy a responder estampa sus labios en los míos posando sus manos en mis mejillas. Después de unos segundos se separa.

— ¿Nos vemos mañana?

Asiento otra vez incapaz de decir algo.

— Gracias de nuevo preciosa — me da un pico y se va.

Contigo lo quiero todo, sonrío insconcientemente mientras veo el coche marchar.

tenías que ser tú; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora