34

2.4K 138 10
                                    

MATEO

❁══════❁

Nada más aterrizar en Madrid y acomodarme en el hotel, me puse en contacto con Sofía, la antigua asistenta social de Nora para concretar una cita que se dio al día siguiente.

Me presenté y por suerte me comunicó que Melanie ya le había comentado la situación y que iba a ayudarme en todo lo que pudiera.

Efectivamente lo hizo, me brindó la dirección del cementerio.

Además hablamos un poco de Nora y en un momento de duda me aseguró que ni quería ni debía estar sola ese día y que era el indicado para acompañarla.

Le di las gracias de corazón, ya no solo por la ayuda, sino por todo lo que hacía por velar el bienestar de la chica que amo.

Volví al hotel para descansar, el viaje había sido muy largo y mañana no iba a ser un día fácil.

Catorce horas después, a las ocho de la mañana, salí directo al cementerio.

Sofía no sabía concretamente a que hora Nora vendría, por lo que estuve unos metros alejado de la entrada, en un banco, esperando ver su cabello castaño.

Las horas pasaron, el atardecer llegó y me replanteé el plan, capaz decidió rendirles culto de otra manera y estaba ahí perdiendo el tiempo.

Pero en cuanto la vi bajar de un coche con un vestido negro que le quedaba precioso, supe que tanta espera había merecido la pena.

Entró a una tiendecita que estaba al lado y minutos después volví a verla con un ramo de flores en mano.

Pero no me moví, tenía que dejarle tiempo y espacio.

٭٭٭

La luz anaranjada del cielo cambia por una mucha más oscura, se ha hecho de noche.

Me levanto del banco en el cual he estado sentado todo el día y voy a buscar a Nora, pero antes compro un ramo de rosas rojas.

Al entrar al cementerio diviso el terreno: esta vacío.

Pero al fondo a la derecha visualizo a una persona abrazándose las piernas, es ella.

Camino hasta ese punto, dejo las flores en frente de la lápida del medio y me siento mientras le paso la mano por la espalda.

Me sorprende que no se sobresalte, así que me armo de valor y le coloco con suavidad la cabeza en mi hombro y quedamos abrazados en lo que ella termina de llorar.

Instantes después cambiamos de posición, estamos los dos frente a las lápidas y ella reposa sobre mi hombro.

Su respiración relajada choca contra mi cuello e insconcientemente la piel se me eriza.

No sé cuanto tiempo hemos estado así pero cada vez el horizonte se pone más oscuro y su cuerpo empieza a temblar.

— Nora, deberíamos irnos ya — susurro.

Ella se limita a negar con la cabeza.

— Se está haciendo tarde y estás helada — digo envolviéndola en mis brazos.

— No me quiero separar de ellos, hoy no.

— Lo entiendo pero no te puedes quedar aquí toda la noche... Mañana volveremos.

Sí, lo he dicho en plural porque obviamente volveré con ella.

Sorprendentemente Nora se incorpora y le imito.

Una vez de pie me coge de la mano, tira de mi hasta estar prácticamente pegados y me abraza.

— Gracias por estar.

— Gracias por dejarme — le beso suavemente la frente y salimos aún agarrados del cementerio.

٭٭٭

— Gracias — tiendo la mano para coger el vaso.

Se sienta al mi lado mientras asiente.

— ¿Cómo estás?

— Lo mejor que puedo.

El silencio se instala entre nosotros mientras observo la casa.

Es más pequeña que la que tienen en Argentina pero igual de acogedora.

— ¿Por qué has venido?

— Te dije que siempre me tendrías para lo que hiciese falta y pienso cumplirlo.

Asiente una vez más y se levanta.

— Nora — me interpongo en su camino. — No aguanto más está situación.

— Mateo, yo...

— Déjame terminar — le interrumpo. — La cagué muchísimo y soy consciente, pero no puedo estar lejos de ti, ni desinteresarme de lo que te ocurre. Quiero convivir contigo, besarte a cada rato, decirte todas las mañanas lo preciosa que eres, estar a tu lado en tus momentos bajos... Te quiero a ti, te amo con locura. Por favor perdóname.

Se muerde el labio y temo que toda la confesión sea en vano.

— ¿Es por él? ¿De verdad estás enamorada de Rodrigo?

Me mira sin decir nada y lo tomo como un sí.

— Olvídalo — me separo y camino hacia la puerta pero su mano me detiene.

— No te vayas, yo...

— ¿Tú qué Nora? — ni si quiera me mira.

— Yo también te amo — susurra con la cabeza gacha.

Cuando no contesto alza la mirada y se encuentra con la mía.

— Estoy enamorada de ti — añade.

Pongo mis manos en su cadera y la pego a mi.

— Repítelo — suplico sonriendo.

— Estoy enamorada de ti Mateo Palacios.

Me acerco a su boca, solo nos separan unos centímetros y susurro:

— Estoy enamorado de ti Nora Gutierrez.

Para luego juntar nuestros labios en un beso significativo.

tenías que ser tú; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora