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MATEO

❁══════❁

La gira ha sido una locura.

Después de Madrid fuimos a Barcelona, Valencia, Sevilla y por último a Galicia.

En todos los lugares logramos un sold out, es decir, agotamos las entradas en menos de veinticuatro horas.

Ahora era hora de volver a casa y recargar las pilas para la próxima gira, esta vez en Latinoamérica.

Quince horas de vuelo y aterrizo en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, luego de tomar un taxi llego a La Boca.

Nora

ya llegué

genial amor

descansa, nos vemos mañana

Nora quería recibirme en el aeropuerto pero yo me negué por dos motivos: es de noche y quiero darle una sorpresa.

Seguidamente de su marcha hace dos semanas, nos mantuvimos en contacto en todo momento pero no había nada como tenerla al lado.

— Pa, me voy — digo mientras guardo el móvil.

— Pero si acabamos de llegar Mateo, ¿no es mejor que descanses?

Niego con la cabeza mientras ando hacia la puerta.

— No te olvides de dejarle a Emi el regalo en la cama para que mañana lo vea — pido antes de salir.

En el tiempo que no hemos estado ha convivido con Laura, nuestra tía y para compensar de alguna manera el haberle dejado aquí le he comprado la Nintendo Switch.

Sonrío sólo de imaginar la ilusión que le va a hacer.

Diez minutos más tarde estoy en frente de la casa de Nora.

Las luces están apagadas pero sé que está despierta, me aseguró que no se iría a dormir hasta que le confirmara que había llegado y eso ha pasado apenas unos minutos.

Me acerco hasta la madera y toco con los nudillos.

La oscuridad de la noche me invade, son las dos y cuarto de la madrugada.

La puerta se abre y mi novia vestida con su pijama de Burbuja me abre.

— Hola — sonrío.

— ¿Qué haces aquí? Deberías estar descansando del viaje.

— Necesitaba verte.

— Estás loco — dice dejándome pasar.

— Loco por ti — acoto entrando y dejando mi chaqueta en el sillón.

Es sábado y Óscar y Melanie no están por lo que me muevo libremente hasta la cocina para servirme un vaso de agua.

— Estás preciosa — dejo el vaso vacío en la encimera y me acerco a ella que reposa sobre el respaldo del sofá.

— Tú también — posa sus brazos en mi cuello y yo en su cintura.

Estando a centímetros de su boca le susurro lo que tantas veces le escribí por mensaje:

— Te he echado de menos.

Me mira a los ojos y luego junta nuestros labios.

Nos comemos con ansias, pegándonos el uno al otro.

Nuestras lenguas batallan en un duelo por ver quien domina.

Elevo a Nora para sentarla al borde del sofá sin dejar de besarla.

Sus dedos rozan el bajo de mi camiseta y lo tomo como una señal de quitármela.

Se me eriza la piel allá donde siento su tacto.

— Vamos arriba — susurro.

Asiente, tiro de ella hasta su habitación y nos tumbamos ambos en la cama, yo encima de ella apoyado en mis codos para no aplastarla.

Le deposito besos húmedos por el cuello mientras mis manos se adentran en su camiseta.

Cuando estoy tocando el bajo de su sujetador paro y la miro, no quiero hacer nada que ella no quiera.

Me empuja suavemente hacia atrás y lo interpreto como un no, pero me sorprendo al ver que se quita la parte de arriba.

Sonrió y vuelvo a atacar sus labios en lo que mis dedos desabrochan la ropa interior.

Le bajo las tiras delicadamente y cuando la prenda queda fuera me paro a observarla.

Sus mejillas de a poco empiezan a sonrojarse y hace el amago de taparse pero la freno.

— No, quiero admirarte.

Reparto tiernos besos por todo su rostro, cuello y pechos hasta llegar a la orilla de sus pantalones.

Como antes levanto la vista y ella se limita a asentir así que suavemente le quito la prenda.

— Eres... Jodidamente... Preciosa... Nora... Gutierrez - susurro entre beso y beso por sus muslos.

Suelta jadeos en cada contacto con su piel.

Me levanto y, para estar en igualdad, me quito lo que me resta de ropa sin apartar la vista de ella.

Luego vuelvo a la posición de antes sin saber muy bien si continuar o pararlo aquí.

— Quiero que lo hagas — afirma.

Necesitaba escucharlo de su boca.

Regreso a donde mi pantalón reposa y cojo un preservativo.

Nora me mira mientras me lo pongo y sonríe.

— ¿Lista? — pregunto cuando estoy en posición.

Una vez más solo asiente y yo me introduzco en ella.

Cierra los ojos y se muerde el labio mientras una lágrima se desliza por su mejilla.

Me apresuro a mimarla para que el dolor pase.

— Te quiero — susurro.

— Yo también — responde con la voz ronca.

Instantes después me lanza una mirada que confirma que está lista y empiezo a moverme.

Nuestros jadeos aumentan de volumen y de un momento a otro estos se vuelven gemidos.

Le beso el cuello y ella me araña la espalda mientras grita mi nombre.

Unos cuantos minutos después, los dos sucumbimos al placer y nos dejamos llevar.

No es la primera vez que hago esto pero sí con la chica que amo.

tenías que ser tú; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora