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mini maratón 1/2 ❞

NORA

❁══════❁

Salgo de la ducha con la toalla atada y Mateo sigue en la misma posición, conociendo el jet lag permanecerá dormido unas horas más.

Me visto con su camiseta y bajo sin hacer ruido al piso inferior.

Aún no me creo lo que hicimos anoche y el cariño con el que me trató.

Sonrío entrando a la cocina, me preparo el desayuno y lo degusto con la televisión de fondo.

Una vez termino recojo todo y pongo en Netflix cualquier cosa para pasar el rato.

Mañana empiezan de nuevo las clases y realmente no he acabado ninguna de la tareas.

Medito en si ponerme a ello o no y la segunda opción vence, ya se lo pediré a Ky.

٭٭٭

La mini serie termina y miro la hora, son las cuatro y dieciséis.

Las tripas me rugen y decido pedir de comer unas pizzas para luego comprobar si mi novio sigue vivo.

Entro en la habitación y este ahora reposa boca arriba.

Sin dudarlo me siento encima suya y le beso suavemente por toda la cara hasta que abre los ojos.

— Buenos días preciosa — susurra con la voz ronca.

— Son las cuatro de la tarde — matizo entre risas.

— ¿En serio?

Asiento.

— Tengo hambre y necesitaba saber si seguías respirando.

— ¿Qué tipo de hambre? — pregunta apoyándose sobre sus codos y con la ceja alzada.

— No el que tú te piensas — rio bajándome de encima. — He pedido algo, si sigues cansado te lo puedo guardar para más tarde.

— No, me tomo una ducha y bajo.

Susurro un vale y desciendo de nuevo.

Unos minutos después el repartidor trae las cajas y le pago, justo en ese momento un Mateo sin camiseta entra a la cocina.

— ¿Qué? La llevas puesta tú — explica.

— Nada, me gusta que vayas así.

Reparto las porciones en dos platos y los dejo en la mesa del salón.

— A mi también, te ves increíble.

Sonrío mientras me siento y empezamos a comer.

Conversamos sobre la gira y lo bien que fue.

Cuando finalizamos de nuevo junto la vajilla y la limpio en el fregadero.

— Nora — escucho como se posiciona detrás mía.

Me doy la vuelta.

Le veo con una sonrisa ladeada y sosteniendo el teléfono con la mano.

— Emi quiere decirte algo.

Pone la llamada en altavoz y la voz del pequeño suena.

— ¡Hola Nora!

— Hola enano, ¿qué tal todo?

— Bien, ¿a qué no sabes qué?

— ¿Qué? — pregunto sonriendo.

— ¡Tengo entradas para el próximo partido de La Boca! Dime que ya no estás ocupada y que puedes ir, por favor...

Miro a su hermano y él me devuelve la mirada con ambas cejas levantadas.

— Claro que sí enano.

Emi lo celebra aplaudiendo y entre risas me despido de él.

— Estoy enamorada de tu hermano — afirmo una vez cuelga.

— ¿De mi no?

Niego con la cabeza y se toca el pecho.

— Gutierrez, me rompes el corazón.

Con una sonrisa me acerco a él y poso mis labios sobre los suyos.

Me arrincona en la encimera y elevándome me sienta encima.

Con sus manos sobre mi cintura y las mías en su nuca continuamos el beso hasta que la puerta se abre.

— Un déjà vu — dice sonriendo muy cerca de mi boca.

Pego un pequeño salto hasta el suelo y esperamos a que nos vean.

— Hombre Mateo, ¿ya volviste de la gira? — cuestiona Óscar.

El mencionado responde mientras me agarra de la mano.

Me pilla de improvisto siempre que lo hace.

— ¿No tienes frío? — pregunta la mujer.

— Melanie — hablo.

— Solo preguntaba — ríe. — Bueno, estás como en tu casa Mateo.

Agarra a Óscar y desaparecen en la habitación.

— Bueno por lo menos hay menos tensión, ¿no?

Asiento sonriendo y tiro de él hasta el sofá.

Nos ponemos de acuerdo en ver una película y pasamos lo que resta de ella en esa actividad.

A eso de las nueve su padre le llama pidiéndole que regrese a casa y cuando le comento que espere a que le devuelva la camiseta me frena.

— Quédatela — dice mientras se pone la chaqueta.

— ¿Estás loco? Te vas a enfermar.

— Correré el riesgo por verte vestida así más de una vez.

Me sonrojo y él ríe, típico.

Le acompaño a la puerta.

— ¿Nos vemos mañana?

Asiento y me acerca a él con su brazo en mi cintura para besarme.

— Te amo nena.

— Yo también.

— Hasta mañana.

Le despido con la mano y entro de nuevo.

Melanie me mira apoyada en el marco de la puerta.

— Gracias.

— ¿Por qué? — pregunta confundida.

— Por volver a juntarnos.

tenías que ser tú; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora