Tú lo sabías

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—Sabías que no me daría cuenta por mí misma. ¿Cómo estabas tan seguro de que nadie lo me lo diría?

Ilbreich permaneció con los brazos cruzados y una expresión seria poco habitual. Cuando la había visto llegar, con la furia en los ojos y los labios apretados, había parecido resignado y dejó que Julia lo arrastrase a una sala vacía.

—Algo que se ve perfectamente pocas veces necesita ser mencionado —explicó—. Quizás al principio, cuando un nacidolobo se está adaptando y comete torpezas. Después, somos todos cambiantes. No importa el número de patas sobre las que antes caminabas.

—Pero tú no creciste aquí. Sabías que para mi no sería lo mismo.

—Vale. —Ilbreich tomó aire—. ¿Pensarías de alguien que es un pervertido si se enamorase de Brisa? ¿Crees que no se la puede amar porque sería zoofilia?

—¡No! No es eso lo que...

—Has oído que mi padre tuvo hijos con el linaje lobo. Eso significa que se apareó con una loba y tuvo cachorros con ella. ¿Lo consideras un enfermo, un degenerado?

—Son vuestras costumbres, no pienso juzgaros por ellas —se defendió Julia.

—Para que lo entiendas mejor: nos extinguiríamos de otro modo. Sin los lobos, los nacimientos de cambiantes se hacen menos numerosos; al cabo de algunas generaciones incluso los linajes pierden la capacidad de manipular el fulgor. Los cambiantes somos el nudo entre los dos mundos que forman nuestro pueblo.

—Ya he dicho que no está en mi mano ni en mi intención juzgaros.

—¿Pero no va contigo? —Ilbreich sacudió la cabeza— ¿No tengo nada contra los homosexuales, pero no quiero que uno de ellos sea mi hijo?

—Eso no es...

Se calló, intentando adivinar si era justo o no. Si alguien como ella, nacido fuera del clan, se hubiera enamorado de Brisa y tuviese las dudas que ella tenía ¿Hubiera hecho otra cosa que no fuera animarle a seguir su corazón?

—¿Por qué no me has contado todo esto antes?

—Quise que tuvieras la oportunidad de conocer a mi hermano. Sin cerrarte de antemano a la idea de que se convirtiera en tu pareja.

—¿Cómo pensabas que podía conocerle, si no he tenido una imagen completa hasta hoy?

—¿Qué cambia su origen en lo que él es? En todo caso debería contar a su favor, ¿tienes idea lo que significa que un nacidolobo se convierta en skald? ¿Que quien no conoció las palabras hasta la edad adulta memorice las sagas? ¿Que hable tres idiomas?

Paseó por la habitación, manoteando nervioso.

—Julia, me pareces una persona extraordinaria. Porque jamás pasas de largo cuando puedes ofrecer ayuda; y eres capaz de enfrentarte a una guerrera esgrimiendo un palo para salvar a una muchacha que apenas conoces. Pero Rodrerich... a menudo me saca de quicio, y claro que tiene sus fallos y errores... pero es la primera esperanza en décadas que tiene mi pueblo de sobrevivir. Y a la vez es lo bastante humilde como para entregar cuatro meses de su vida, para rescatar de las drogas a un niño que no era su maldita responsabilidad.

Se detuvo y la miró con una intensidad feroz.

—Todo eso puede ser tuyo con sólo dejar de lado los prejuicios humanos. Porque no eres humana Julia. Metetelo de una vez en la cabeza: eres linaje del pueblo lobo y tienes sangre animal en las venas, igual que todos. Igual que mi hermano.

Ante la andanada, Julia había ido retrocediendo. Ahora notaba la piedra fría rozando su espalda. Tragó saliva, sintiendo sus propias razones y furia mezquinas y banales.

—¿Estarías tan empeñado en juntarnos si no estuviera embarazada? ¿Si no esperases que le dé un heredero?

Ilbreich resopló exasperado.

—¡Pensaría lo mismo si tuvieses barba y te llamaras Julio! Por primera vez mi hermano tenía una maldita oportunidad de ser feliz. Claro que hice trampas para intentar que lo consiguiera. Pero Julia —extendió los brazos y luego se los llevó al pecho, como si quisiera tirar de ellal— No soy tan estúpido como para no saber que sólo será posible si tú también lo eres. Creo que hacéis una buena pareja. Y quiero, de verdad deseo con toda mi alma, que te quedes con nosotros.

La última frase hizo que Julia sintiera arder lágrimas tras los ojos.

—Confié en ti, Ilbreich. Creí que eras mi amigo. Que entendías mejor que nadie lo confusa y perdida que me sentía y querías ayudarme. Eso no tiene nada que ver con tu hermano.

Y abandonó la habitación para no romper a llorar.

Rey LoboWhere stories live. Discover now