15.

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Reign miraba a su hija con la mala conciencia de saber que no era una buena madre para ella. Era una buena hija, nunca se comportaba mal, no tenía caprichos por los que formar un lío en mitad del supermercado y hacía todos sus deberes al llegar a casa. Sabía a ciencia cierta que Chloe no se merecía una madre como ella. Chloe se merecía a alguien como Rachel. Una madre que la colmase de besos, que supiese cómo cuidarla, cómo tratarla y cómo darle cariño.

El mundo era cruel, y lo veía en los ojos de su hija y en los ojos de Rachel. Su hija quería ser querida, su hija quería una madre. Rachel quería ser madre, y el mundo se lo negaba una y otra vez. Reign sólo quería tener una vida tranquila con Julia, sin hijos, pero la vida se truncó una vez más.

Rachel decidió acompañar a Reign y recoger juntas a la pequeña, que se había pasado la tarde jugando y merendando en la casa de los Ridell. La profesora se quedó fuera del jardín, y Reign llamó a la puerta. Habló con la señora Ridell de lo bien que se había portado Chloe, pero cuando estuvo en la puerta, la pequeña no quiso volver con su madre.

—¡No! ¡No! —Decía llorando, pataleando a la vez que Reign intentaba cogerla en brazos sin hacerle daño.

—Pero Chloe, tienes que volver con tu mamá, te echa de menos —añadía la señora, intentando calmarla, pero la niña negaba.

Una vez se calmó, la señora Ridell se despidió y cerró la puerta, pero Chloe siguió con su riña particular. Pataleaba, gritaba, e incluso se retorcía en los brazos de su madre, que la había cogido en brazos, y cuando Reign la puso en el suelo temiendo que se le cayera, la pequeña dio un manotazo fuerte en la mejilla de su madre.

La sheriff cerró los ojos e inspiró todo el aire que pudo para controlar sus reacciones.

—¡Eh! ¿Qué ha sido eso? —Exclamó la señorita Scott, entrando en el jardín.

En esa ocasión, la niña no estalló de júbilo al verla. Esta vez se hizo mucho más pequeña de lo que era, Chloe se hizo minúscula al ver a su profesora enfadada—. No se pega, y mucho menos a tu madre, ¿queda claro?

Chloe asintió con contundencia, a pesar de tener un puchero en los labios.

—No puedes estar todo el tiempo en casa de tus amigos, ¿sabes por qué? —Rachel se arrodilló frente a su alumna, poniendo las manos sobre sus diminutos hombros. Chloe negó—. Porque todos los niños deben estar con sus padres, cielo. No puedes estar siempre en una casa que no es la tuya —musitó al final, cogiendo la carita de la pequeña entre sus manos para darle un beso tierno en la nariz—. ¿Vas a ser buena con tu mamá?

Chloe asintió.

—¿Sí? ¿Seguro? Si me entero de que te portas mal con tu mamá...

Pero la niña negó rápidamente de nuevo, abrazándose al cuello de la profesora. La señorita Scott tomó en brazos a la pequeña, y caminaron hacia Reign, que tenía el móvil en la oreja cuando las vio venir. Tenía el semblante serio, no el triste con el que se había ido.

—¿Qué ocurre? —Preguntó la profesora, frunciendo el ceño.

—Han detenido a Megan Smith, está en comisaría. Tengo que irme.

La sheriff dirigió una mirada a su hija, que se escondió en el cuello de Rachel, la cual tampoco reaccionó de inmediato a sus palabras.

—¿Quieres que la lleve a tu casa?

—Sí, perdona las molestias.

"¿Molestias?", pensó la profesora. Iba a pasarse la tarde, y quizás la noche, interrogando a la que podía ser la asesina de su madre. Iba a perder todo el tiempo del mundo en encontrar a quien la mató, ¿cómo no iba a hacerle ese favor?

heridas abiertasWhere stories live. Discover now