19.

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—Mamá... Tene pupa.

Chloe señaló el pómulo de su madre y, preocupada, se abrazó a su cuello con dificultad, ya que sus bracitos no daban para colgarse de un sitio tan alto, así que Reign se inclinó para tomarla en brazos.

—Esto no es nada, es una herida de nada. ¿Te has portado bien hoy como para que te deje ir hoy a casa de Stacy? ¿Mmh? —Preguntó dándole un suave beso en la mejilla, mucho menos brusco que los anteriores que intentó darle.

Mu ben.

—Oh, ¿muy bien? ¿Me lo dices en serio?

La pequeña asintió convencida, volviendo a abrazarse al cuello de la sheriff, que frotaba la espalda de su hija, intentando darle cariño de alguna forma.

—¿Se han portado bien los niños contigo o tengo que venir a hablar con él? ¿Ha tocado tus colores?

Ti, ben—respondió con una sonrisa, sin soltar del abrazo a su madre hasta que se quiso bajar de sus brazos y comenzó a mover las piernecitas para que la bajase.

—¡Dio, mamá!

La niña se despedía con la manita, caminando de espaldas hasta llegar a la fila de niños que entraban en el comedor del colegio.

Era la primera vez que Reign sentía pena por dejar a su hija allí y no poder llevársela con ella al partido, y aunque al principio lo consideraba una ventaja y algo positivo, ahora le causaba cierto remordimiento.

—Pero ¿qué te ha pasado?

Sintió de forma repentina las finas manos de Rachel agarrarle de la barbilla y girarle la cara para ver, de forma más clara, el golpe que tenía en el ojo y el pómulo.

—¿Estás bien, Reign? ¿Por qué no me has llamado?

La voz de la profesora denotaba una creciente preocupación, parecía nerviosa y no paraba de toquetear las mejillas y la barbilla de la agente intentando encontrar una respuesta.

—Estoy bien, pero si dejases de tocarme la cara estaría mejor, Rachel.

Agarró la mano de la profesora con delicadeza y la apartó lentamente de su cara. Era la primera vez que se tocaban de una manera directa y deliberada.

—Lo siento, es que parece aparatoso.

Tomaron camino al coche, y mientras Reign lo arrancaba, observaba cómo Rachel se apresuraba a llegar a él desde la puerta del colegio, donde una de las madres la había agarrado por el brazo para retenerla y hablar con ella largo y tendido. La sheriff observó a la maestra por la ventana, intentaba no parecer nerviosa, cerraba los ojos y asentía como mecanismo de atención, pero llegó un momento en que tuvo que dejarla y fue entonces cuando se dirigió hacia el coche.

—¿Qué quería esa madre?

—Quería saber por qué su hijo ha sido separado de su amigo Bryan.

—Se quejan por todo.

El camino hacia Boston se hacía en silencio. Rachel miraba por la ventana con los ojos cerrados, sintiendo el tibio calor del invierno traspasar el cristal para abrazar su brazo y darle el calor que tanto echaba de menos.

—¿Qué te ha pasado? —Consiguió preguntar la profesora, aún con los ojos cerrados, sin querer romper ese ambiente tan relajante en el que se había sumido.

—Sarah Miller me dio un puñetazo.

Reign le contó toda la historia, mientras Rachel escuchaba atentamente lo ocurrido sin perder detalle durante todo el trayecto. La maestra permaneció en absoluto silencio, digiriendo la noticia.

heridas abiertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora