20.

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—¡Mamiiii!

Chloe corría por el jardín delantero del colegio, casi chapoteando en los charcos formados por la lluvia que caía sobre mojado en Gloucester. Llegó la tarde, y el frío, las nubes y la lluvia volvieron a cubrir la costa norte de Massachusetts.

Sus coletitas a cada lado de su cabeza rebotaban cada vez que sus botitas de agua de color rosa pisaban los charcos, algo que le hacía bastante gracia a Reign.

—¿Te lo has pasado bien hoy? —Preguntó la agente al cogerla en brazos, y la niña asintió, rodeando el cuello de su madre.

En cuanto vio que detrás de ella se escondía la señorita Scott, alzó los brazos hacia ella para que la aupase, y eso hizo la profesora.

—¡Björg!

Escucharon a sus espaldas. Rachel no le hizo ningún caso, puesto que parecía que no iba hacia ellas. Pero Reign se dio la vuelta con lentitud, hasta ver a una mujer de su misma altura, rubia y de ojos azules, que calzaba tacones a pesar de que el suelo estaba mojado se apresuraba hacia ellas.

—Oh, no —negó lentamente Reign.

—Björg, ¡por fin te encuentro! ¡Te echaba tanto de menos!

Y la muchacha, con la expresividad que la caracterizaba, le dio un beso en los labios a Reign, que rápidamente se inclinó hacia atrás.

La reacción de Rachel fue abrir los ojos con sorpresa y perplejidad, quedándose totalmente congelada. Primero la llamaba por un nombre que no era el suyo, y luego la besaba. ¿Estaba Reign viviendo una doble vida? ¿Y si en los años que vivió en la fragata, donde pasaba meses fuera, conoció a otra mujer y, para no ser reconocida, le dijo que se llamaba de otra manera?

La profesora dejó a Chloe en brazos de su madre y dio un paso hacia atrás.

—Uhm... Creo que... Debería irme —se excusó, señalando a sus espaldas.

—¿Ves lo que provocas, Camille? ¡En América la familia no se besa! Por dios.

Reign se pasó una mano por la cara, negando rápidamente.

—Pues en América sois unos amargados.

La sheriff suspiró de una forma tan pesada, que hasta su hija la abrazó más fuerte.

—Rachel, esta es mi hermana, Camille.

De repente, el peso que comprimía el pecho de la maestra desapareció, y casi soltó un suspiro de alivio con la misma duración que el de Reign.

—¡Y no me llames Björg! Por el amor de dios.

La agente parecía nerviosa, pasándose una mano por el pelo.

—Encantada, Rachel.

—Igualmente.

Ambas se dieron un abrazo y un beso en la mejilla. Le sorprendió tanta efusividad de aquella desconocida.

—Entonces, ¡mi hermana ha encontrado una nueva mujer! ¿Por qué no me lo has dicho? —Exclamó dándole un golpe a su hermana en el pecho.

Reign prefirió no contestar y negó con la cabeza, tapándose los ojos.

—No estamos saliendo —salió Rachel al paso—. Soy la profesora de su hija. De todas formas, debo irme, he quedado con una antigua amiga. ¿Nos vemos mañana?

Rachel sonrió al despedirse.

—Claro.

*

Le gustaba que Chloe jugase con sus primos, aunque los acabase de conocer. Le gustaba que ninguno de ellos la juzgase por ser más pequeña de lo normal, y simplemente la incluyeran en sus juegos. Le gustaba la hospitalidad de su hermana, y la casa que se había comprado en Gloucester para vivir allí después de que trasladasen a su marido, Frederik, y lo ascendiesen.

heridas abiertasWhere stories live. Discover now