Catorce

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Supersticiones, nudillos ensangrentados

Había una vez, o quizás más de una, no lo sé, el punto es que había una vez

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Había una vez, o quizás más de una, no lo sé, el punto es que había una vez.

Porque aunque lo neguemos, y a pesar de que las circunstancias no hayan sido por completo idénticas las unas a las otras, todos coincidimos en que en algún instante de nuestras vidas, ya sea una década, un año, seis meses o un par de horas. Alguien nos recuerda que estamos vivos.

Algunas veces, ese recordatorio va acompañado de una aventura, de una visita, de un regalo envuelto en amor. La sensación de estar viviendo lo que deberías vivir es maravillosa, y muchas de esas veces ese sentir nos acompaña por un largo tiempo, simplemente bastando con que alguien se quede a nuestro lado y nos recuerde una y otra vez que pertenecemos.

Pero hay otras veces que en vez de sentirnos pertenecer, nos rebaja hasta depender, nos preguntamos una y otra vez qué causó la ruptura en el papel previamente envuelto con dulzura. Nos preguntamos porque el presente no es idéntico al pasado, porqué si antes queríamos mantenernos cerca de esa persona ahora luchamos por imponer distancia.

Nos preguntamos por qué el sentimiento cambió, qué carajos fue lo que cambió.

Esta es una de esas veces. Había una vez un chico rubio, uno que necesitó compañía, uno que necesitó de Taemin. Había una vez un precioso atardecer, uno que dejó en primavera el amor que con el tiempo comenzó a quedarse desnudo, frío y sin sentido.

Había una vez, pero en el pasado, porque ya no.

— ¿Qué carajos sucedió allá afuera?

Jimin intentó calmar su respiración, acción difícil puesto que sus pulmones demandaban bocanadas de aire tras haber corrido una distancia corta pero con el doble de adrenalina con la que correrías un maratón. Que los infectados aporrearan la puerta lo hacía el trabajo mas arduo, sobresaltándolo en cada estruendo.

— Había alguien gritando allá afuera — Dijo tragando saliva, y pasándose una mano por el cabello intentando tranquilizarse — está vivo, nosotros salimos a por él y...

— Eso ya lo sé, los vi arrastrarlo adentro — Interrumpió Taemin, ganando consigo que el rubio le mirase.

— Uno estuvo a punto de morderme.— Confesó.

La mirada de Jimin, oscura y temerosa, penetró en los orbes claros del mayor. No obstante, ninguna reacción aparente surcó el semblante del contrario. Jimin elevó ambas cejas, dolido.

— Dijiste que no podías arriesgar al grupo — Taemin empujó la lengua contra su mejilla, cerrando los ojos un breve momento —gracias a tu hipocresía estamos aquí y no buscando a mi madre.

Jimin miró sus labios pronunciar esas palabras en cámara lenta, salpicándole la cara de saliva al escupir con rabia al decirlas en voz alta. No dijo nada, se limitó a humedecer sus propios labios mientras era testigo de cómo Taemin se cruzaba de brazos a la espera de una respuesta.

DAMNATIONWhere stories live. Discover now